Sufrir un infarto de miocardio marca un antes y un después en la vida de las personas. Una parte de los afectados es capaz de sobreponerse, rehabilitarse y retomar su vida tal y como era antes del episodio cardiaco, pero otros viven con el miedo y la angustia de forma permanente. En fechas recientes, especialistas de la Fundación Española del Corazón hicieron énfasis en el impacto que tiene un evento de este tipo en la esfera emocional del paciente. Este artículo recoge sus comentarios y describe cuáles son las repercusiones psicológicas y emocionales de un ataque al corazón.
Impacto psicológico del infarto de miocardio
En el marco de la reciente sesión informativa «Tras el infarto, comprométete con tu salud cardiovascular«, organizada por la Fundación Española del Corazón, especialistas y afectados departieron sobre la responsabilidad que debe asumir cada paciente después de sufrir un infarto de miocardio en el tratamiento y control de la enfermedad, así como de qué consecuencias tiene este episodio cardiaco en la esfera emocional del afectado.
El infarto de miocardio tiene una repercusión psicológica muy importante debida a la sensación de muerte inminente. Esta sensación, además, puede prolongarse en la fase crónica de la cardiopatía coronaria. Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el 80% de las muertes por trastornos cardiovasculares son evitables, si se controlan las causas desencadenantes (colesterol, hipertensión, sedentarismo… etc.), no hay que olvidar los factores psicosociales. Como apunta la Dra. Julia Vidal Fernández, psicóloga clínica y directora de Área Humana Psicología (Madrid), un gran porcentaje de los elementos implicados en el origen del infarto agudo y en su pronóstico son factores psicosociales relacionados con psicólogos recomiendan técnicas cognitivas (para cambiar pensamientos), técnicas fisiológicas (para aprender a relajarse) y técnicas para modificar la conducta y también de autorrefuerzo y autocontrol (para mejorar los hábitos de salud y las relaciones personales). Que uno, después de un infarto, tenga un papel activo y que su vida continúe y de cómo lo haga depende en gran medida de él mismo.
Durante el mes siguiente al infarto, los especialistas de la Fundación Española del Corazón recomiendan:
- Evitar el sedentarismo: caminar cada día durante una hora y huir de las actividades bruscas.
- Seguir una dieta sana y equilibrada, baja en sal si se sufre hipertensión y baja en colesterol.
- Reposo. Es un periodo de tiempo en el que el paciente debe descansar. Hay que olvidarse del trabajo. Más adelante, la exigencia física o el estrés que suponga la actividad laboral establecerán si se puede retomar.
- Si surgen nuevos síntomas, hay que acudir a un centro de urgencias.
- Al desplazarse, hay que llevar consigo el informe médico del alta, ya que sería de gran utilidad ante una emergencia.
- Portar siempre encima los medicamentos vasodilatadores.
- Seguir a rajatabla las recomendaciones y la pauta médica. Si algún medicamento sienta mal, lo mejor, antes de abandonarlo, es consultarlo con el especialista.
- Evitar conducir o realizar largos viajes en avión, porque la inmovilidad mantenida perjudica la circulación de las piernas.