Cuando la familia se involucra
La tasa de prevalencia de diabetes ha aumentado en todo el mundo debido a los cambios en la alimentación y en el estilo de vida, que se ha vuelto en general más sedentario. Como ejemplo, y según el Atlas de la Diabetes de 2021, de la Federación Internacional de la Diabetes (IDF), la diabetes tipo 2 afecta ya a uno de cada siete adultos en España, lo que supone un incremento del 42 % en solo dos años. Según las previsiones, en 2045 habrá 783,2 millones de personas con esta patología en todo el mundo.
Frente a esto, una de las principales recomendaciones de expertos y autoridades sanitarias es la formación diabetológica del paciente, que derivará en un mayor autocuidado y autonomía. La familia, definida por el Institute for Patient and Family-Centered Care (IPFCC) como “dos o más personas que están relacionadas de alguna manera: biológica, legal o emocionalmente”, posee una gran influencia sobre la vida personal del paciente y, en consecuencia, sobre el control de su patología.
De hecho, varios estudios con intervenciones en entornos familiares del paciente con diabetes, realizados en diferentes momentos históricos, han encontrado evidencias de mejora en el control de la enfermedad por parte del paciente gracias a la implicación de sus allegados.
Recomendaciones para la familia de la persona con diabetes
La familia puede involucrarse de muchas formas, ya sea promoviendo un estilo de vida, convirtiéndose en “cuidadores” y garantes del seguimiento de un tratamiento, o simplemente prestando su apoyo emocional y psicológico. A la hora de establecer estrategias de salud que involucren a los familiares más cercanos al paciente, los expertos señalan una serie de pautas y recomendaciones. A continuación, ofrecemos algunas de ellas:
🔹 Formación diabetológica
Es importante proporcionar a los pacientes y sus familias información comprensible y relevante sobre su condición médica y tratamiento. En una familia donde todos los miembros están correctamente informados sobre la diabetes, sus complicaciones y sus cuidados, será más sencillo que se tomen decisiones colectivas acertadas. Además, esto impedirá que toda la carga recaiga sobre una sola persona, “el que sabe”. Si todos saben, el paciente se sentirá acompañado y empoderado a la hora de poner en práctica sus conocimientos.
🔹 Comunicación clara
Aunque todos los miembros de una familia estén bien informados sobre la diabetes y sus implicaciones, es esencial que todos ellos mantengan a su vez una comunicación clara, abierta y colaborativa con el equipo de atención médica.
Pero esto no atañe solo a la familia. Por parte de los profesionales sanitarios también es importante realizar un ejercicio de escucha activa, así como respetar las preferencias y los valores de los pacientes y de sus familias antes de realizar la prescripción de un tratamiento.
🔹 Promoción de la autogestión y participación en la toma de decisiones
Un paciente correctamente informado y que mantiene una comunicación de calidad con su equipo médico es alguien capaz de involucrarse en la toma de decisiones sobre su patología. Lo mismo ocurre con sus familiares cercanos. Por eso, es importante capacitar a pacientes y familias para que sean activos en su propio cuidado y formen parte del seguimiento de la enfermedad, en colaboración con un profesional sanitario.
🔹 Promoción de un estilo de vida saludable en la familia
Después del diagnóstico, uno de los cambios más importantes en la rutina del paciente con diabetes estará relacionado con su alimentación y su estilo de vida. Modificar estas conductas resulta muy difícil en quienes constituyen una costumbre arraigada, pero no imposible. Una vez más, la familia puede desempeñar un papel activo en la promoción de hábitos saludables, a través de la planificación de formas de ocio en familia que impliquen ejercicio físico o la adopción de nuevos hábitos alimentarios compartidos.
🔹 Apoyo emocional
El diagnóstico de diabetes a un miembro de la familia es, en ocasiones, difícil de aceptar, y no solo para el paciente, en quién puede ser común observar actitudes de negación, sino también entre sus padres o familiares cercanos. En ellos podemos encontrar sentimientos de culpa, angustia o confusión ante la inesperada aparición de esta enfermedad crónica. Estas reacciones tan humanas no deben, sin embargo, impedir que todos los miembros de una familia se impliquen en los cuidados emocionales necesarios, ofreciendo apoyo y respetando el tiempo de asimilación necesario.