Entrevista

Iñaki Rodríguez, presidente de la Asociación Oftalmológica del Norte

Los ambientes cerrados, con pantallas y luz artificial, favorecen la miopía
Por María Huidobro González 25 de septiembre de 2018
Img inaki rodriguez oftalmologo hd


Las pantallas, la edad, los hábitos de vida, el sol… afectan, en mayor o menor medida, a nuestra salud visual. A veces, lo hacen sin que apenas se noten los síntomas y ocurre que hay enfermedades oftalmológicas que se detectan tarde con consecuencias irremediables como la ceguera. Pero “la detección precoz y la información” pueden ayudar a frenarlas, como asegura Iñaki Rodríguez, presidente de la Asociación Oftalmológica del Norte que agrupa a profesionales de Álava, Cantabria, Guipúzcoa, La Rioja, Navarra y Vizcaya. Por eso, este especialista en glaucoma recomienda revisarse la vista “a partir de los 40 años y en cualquier momento siempre que haya antecedentes familiares o personales de interés, como el glaucoma, la diabetes o la miopía”, entre otros.

¿Cómo calificaría la salud visual de los españoles?

Es buena, pero hay muchos enfermos porque hay mucha gente mayor. El envejecimiento es paralelo al número de pacientes. De ahí que las enfermedades oftalmológicas más frecuentes sean el glaucoma, la degeneración macular asociada a la edad, el ojo seco, la catarata…. Son patologías propias de personas de edad avanzada.

Y vamos hacia eso.

La prevalencia de estas enfermedades aumenta con la edad. En el glaucoma, que es a lo que más me dedico, la prevalencia está en el 2 % de la población española; y en mayores de 90 años, en más del 10 %. Y esto pasa en todo el mundo.

Entonces, ¿lo que salvaría es prevenir?

“No solo es esencial la detección precoz, sino también hacer campañas de información para que quien pertenece a un grupo de riesgo de cierta enfermedad se revise la vista”
La aparición de estas enfermedades no se puede prevenir. Lo que se puede realizar es la prevención secundaria, es decir, la detección precoz. Son patologías de evolución lenta que a veces tienen tratamiento y, en ocasiones, ese tratamiento frena la enfermedad; así que cuanto antes se detecte, antes se la conoce y antes se la puede parar. Por otro lado, no solo es esencial la detección precoz, sino también la información. Con los programas de cribado (screening) del cáncer de mama, por ejemplo, se evitan muertes. En el caso de los ojos, se evitarían cegueras. Un screening de glaucoma, como es costoso, no es viable, pero sí lo es hacer campañas de información para que quien pertenece a un grupo de riesgo de cierta enfermedad se haga las revisiones pertinentes.

¿Cada cuánto tiempo aconsejan realizar las revisiones?

Por un lado, están las revisiones de los niños que hace el pediatra o las que se llevan a cabo en los centros escolares cuando tienen cuatro años. Les toman la visión y si ven algo raro, mandan al menor al oftalmólogo. Estas revisiones son muy importantes, pues se producen en una época en la que están desarrollando la visión y si se detecta un ojo vago, por ejemplo, se podrá tratar en los primeros años de vida. Y en la patología del adulto, no está de más hacerse una revisión oftalmológica a partir de los 40 años. No tiene por qué ser cada año, sino que se puede hacer cada cinco. En caso de pertenecer a un grupo de riesgo, porque sus padres han tenido glaucoma o una enfermedad hereditaria, lo aconsejable es cada dos años. Depende del caso.

Y en el caso de los jóvenes y adultos hasta los 40, ¿solo conviene acudir si se nota algún problema o hay alguna otra recomendación?

En principio sí, siempre que nos estemos refiriendo a gente sana sin antecedentes familiares o personales de interés, como el glaucoma, diabetes, miopía, etc.

La miopía parece ser una pandemia europea. Cada vez hay más casos entre los jóvenes, como revela el último estudio de Visión y Vida. ¿La culpa está en las pantallas?

No se sabe en realidad el porqué. Hay teorías que señalan que, si se está continuamente enfocando de cerca, tiendes a ser miope. Pero… ¿me he hecho miope porque he estado siempre mirando de cerca o, como era miope, hacía vida o leía libros de cerca? No está claro. Lo que sí está demostrado es que entre la gente que vive más al aire libre y hace menos esfuerzo para ver de cerca, hay menos miopes, mientras que entre las personas que viven en sitios cerrados, que miran más el móvil… hay más miopes. Además, se sabe que el ser humano se hace cada vez más miope. Y es que en casi todos los trabajos hacemos visión cercana: la pantalla del ordenador, papeles, microscopio… Pocas personas tienen un empleo que requiera de una buena visión lejana.

También se dice que influye la luz LED.

Todo lo relacionado con permanecer en un ambiente cerrado (pantallas, luz artificial) implica trabajar la visión de cerca y favorecer la miopía. Y todo lo que sea luz natural y aire libre favorece menos la progresión hacia la miopía.

¿Y el sol?

“El sol es especialmente nocivo para personas que tengan desgaste en la retina; puede hacer que su situación empeore”
Estar mirando directamente al sol es negativo. Puede provocar patologías oftalmológicas, sobre todo quemaduras en la retina central. También se sabe que el sol es especialmente nocivo para personas que tengan desgaste en la retina, haciendo que su situación pueda empeorar. Por otro lado, la luz natural es mejor que la artificial, pero eso no quiere decir que uno pueda estar mirando al sol mucho tiempo, por ejemplo, durante un eclipse, porque puede tener problemas serios.

Pero las gafas de sol…

Son recomendables, sí. Sobre todo, en función de la actividad que se realice, hay que fijarse en los diferentes tipos de filtros que existen: no es lo mismo un aficionado a la montaña o a los deportes acuáticos, que una persona que vive en una zona en la que hay menos sol y no tiene aficiones al aire libre.

Y el agua, ¿cómo afecta al ojo?

Si hablamos del agua en sí, podríamos distinguir entre las piscinas y el mar. El agua de las piscinas puede tener un efecto irritativo sobre la superficie ocular por efecto del cloro, aunque se trata de un efecto leve y pasajero. El agua salada es menos irritante; de hecho, en ciertas patologías empleamos el suero salino como tratamiento. Otro tema diferente es la mayor incidencia de quemaduras solares cuando realizamos actividades acuáticas al aire libre. En estos casos, debido a la reflexión de la luz en el agua, es necesaria la protección solar con gafas.

¿La contaminación puede producir alguna patología destacable?

La contaminación puede favorecer la existencia de conjuntivitis irritativas o el empeoramiento de la calidad de nuestra lágrima. No es raro encontrar pacientes que mejoran cuando se van de vacaciones a ambientes más saludables.

¿Qué es lo más novedoso en cirugía?

La evolución en cirugía es hacer incisiones cada vez más pequeñas. En las operaciones de retina se utilizan calibres cada vez más pequeños y para la de cataratas, se pueden intervenir con incisiones menores a dos milímetros. También se habla de la cirugía en 3D. Y en un futuro habrá cirugía más robotizada con la que se pueda operar un ojo a distancia. Eso sí, el robot operará guiado por un cirujano.

¿Y en cuanto al diagnóstico?

Un tema rompedor será la inteligencia artificial, es decir, aparatos que diagnostican enfermedades con un alto porcentaje de aciertos. Además, estas máquinas pueden aprender sobre sí mismas: las alimentas con gran cantidad de bases de datos, aprenden patrones y tienen una precisión diagnóstica superior al de una persona.

Entonces, ¿su labor en qué se queda?

“La labor del oftalmólogo u óptico es la de aconsejar a cada persona su mejor opción en base a las expectativas que tenga y no la de convencer”
En un futuro próximo muchas de las consultas en sanidad se harán con un aparato conectado con un móvil y podrás mandar la imagen del ojo e informar a un oftalmólogo que no tiene por qué estar presente. La consulta presencial con contacto humano siempre estará ahí, pero muchas serán por esta vía. Hoy en día, incluso, hay veces que por las pruebas hechas a un paciente o por la precisión de algunos aparatos, no hace falta ver el ojo de la persona; ya se sabe lo que tiene. Pero hay que saber interpretar esos aparatos. Hay quien se compra esa tecnología, pero no sabe interpretarla, y lo que hace es vender pruebas. Es un error y un claro intrusismo.

¿Y esto pasa con los ópticos? ¿Sus trabajos no son complementarios?

En la teoría sí, pero en la práctica no. Hay ópticos que funcionan como si fueran oftalmólogos. Son excepciones, lógicamente, pues hay profesionales que funcionan bien, y si ven algo raro nos mandan al paciente. Pero no siempre es así. Es un tema al que habrá que poner coto.

¿Las gafas tienden a desaparecer?

No. Depende del paciente. Hay personas que están cómodas con gafas y que nunca van a querer quitárselas. Hay otras que viven lo de llevar gafas como depender de una prótesis, por lo que quieren suprimirlas. Estas últimas son las que se ponen lentes de contacto o se operan, bien sea con láser o bien mediante el implante de lentes intraoculares. La labor del oftalmólogo u óptico es la de aconsejar a cada persona su mejor opción en base a las expectativas que tenga y no la de convencer.

¿Y en cuanto a lentillas?

Habría que distinguir entre las lentes de contacto (lentillas) y las lentes intraoculares. Tanto unas como otras permiten corregir todos los defectos refractivos: miopía, hipermetropía, astigmatismo e incluso vista cansada. Las primeras son de quita y pon y son toleradas por la mayoría de los pacientes; las segundas precisan cirugía y son generalmente irreversibles. En estos casos, una vez más, debemos ofrecer a cada paciente su mejor opción en función de sus expectativas. Además, debemos explicar los pros y contras de cada tipo de lente y hacer especial hincapié en cómo será la visión del paciente una vez intervenido.

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