El cáncer de mama afecta a entre un 20% y un 25% de las mujeres españolas. Sin embargo, gracias a los avances médicos y a la concienciación de la población sobre la importancia de un diagnóstico precoz, España es uno de los países europeos con un menor número de casos de cáncer de mama. Uno de los pilares de la investigación en este campo es su prevención. Una iniciativa que agrupa a biólogos, oncólogos y a la Organización Interprofesional del Aceite de Oliva Español aúna esfuerzos y ha puesto en marcha un proyecto de ensayos clínicos sobre el efecto del aceite de oliva virgen en la prevención de este cáncer. Se pretende demostrar, en un plazo de cinco años, que una ingesta moderada de aceite de oliva virgen permite frenar la progresión del tumor.
Prevenir con la alimentación
La acción de mecanismos que contrarrestan el papel perjudicial de las grasas sería la clave para confirmar que el aceite de oliva virgen es un alimento idóneo en la prevención y la lucha contra el cáncer de mama. A partir de investigaciones anteriores, el Grupo Multidisciplinario para el Estudio del Cáncer de Mama (GMECM) analizará la influencia de componentes habituales de la alimentación humana en la progresión del cáncer y formulará opiniones científicas en relación con la salud de la población o el riesgo de padecer esta enfermedad. Además, detectará los cambios moleculares que el consumo reiterado de aceite de oliva virgen ocasiona en el genoma humano y, en particular, en los genes implicados en el cáncer de mama. Los investigadores advierten de que un consumo excesivo de aceite extraído de semillas puede resultar perjudicial, pero realizarán pruebas «in vitro» y estudios experimentales con líneas celulares humanas para confirmar todos estos extremos.
El HER2
Como precedente a este impulso en la investigación del aceite de oliva, un estudio del Instituto Catalán de Oncología (ICO) vislumbró hace dos años que entre un 20% y un 30% de los cánceres de mama que expresan la molécula HER2 son sensibles a un efecto de este tipo de aceite. El trabajo, dirigido por Javier A. Menéndez, especulaba sobre la posibilidad de que la dieta mediterránea, rica en aceite de oliva, redujera el riesgo de cáncer de mama. La teoría de Menéndez, por entonces muy discutida, era que los compuestos activos del aceite de oliva sólo afectan a determinados tipos de tumores.
Una dieta mediterránea tiene efectos significativos de protección contra el cáncer, la enfermedad coronaria y el envejecimiento
Se conoce que uno de los fármacos ensayados contra el cáncer de mama, la herceptina, actúa sobre las moléculas HER2 de las células tumorales, que son responsables del crecimiento celular. Los investigadores del ICO pensaron entonces que el aceite de oliva podría también actuar sobre esta molécula. Tras aislar varios compuestos del aceite de oliva extra virgen descubrieron dos tipos que desactivaban al HER2 en las células tumorales. Este aceite, al estar prensado sin calor, mantiene la mayoría de los compuestos de la aceituna que se pierden en el aceite de oliva procesado.
Los investigadores confirmaron que en animales de laboratorio con carcinoma los tumores se volvían menos malignos al ingerir grandes cantidades de aceite de oliva extra virgen. No obstante, Menéndez advierte de que «esto no quiere decir que la ingestión de aceite de oliva extra virgen prevenga o sea un tratamiento contra el cáncer de mama ya que los compuestos estudiados, al ingerirse, no siempre actúan del mismo modo».
Aumenta la tasa de supervivencia
A pesar de que el índice de supervivencia de las personas enfermas ha aumentado en los últimos años, el cáncer de mama es el tumor más frecuente entre las mujeres españolas. Los últimos datos señalan que en nuestro país se diagnostican unos 16.000 casos al año, lo que representa el 24,6% de todos los tumores que aquejan al sexo femenino. Es la primera causa de muerte y el tumor maligno más frecuente en el mundo después del cáncer de pulmón. La mayor parte de estos casos se diagnostican, sobre todo, entre los 45 y los 65 años.
A pesar de todo, el número de casos aumenta de forma lenta gracias al progresivo envejecimiento de la población y al diagnóstico precoz, mientras que el éxito de los tratamientos ha permitido que el número de muertes por esta causa descienda.
Imagen: Pawel Kryj
Científicos de Chicago (EE.UU.) fueron los primeros en proponer que una dieta mediterránea rica en aceite de oliva podía reducir el riesgo de padecer cáncer de mama. El ingrediente clave del aceite de oliva, el ácido oleico, aparecía como principal sospechoso. Experimentos de laboratorio sobre células de mama cancerosas realizadas en la Northwestern University permitieron a estos investigadores demostrar que el ácido oleico sí reduce de forma drástica los niveles de un gen ligado a la enfermedad.
En la revista “Annals of Oncology” se afirmaba que el estudio llevado a cabo era interesante, pero advertía de que necesitaba más investigación. Los científicos de Chicago confirmaron que el ácido oleico reduce los niveles del gen Her-2/neu, presente en más de la quinta parte de las pacientes con cáncer de mama y que se asocia a tumores muy agresivos. Pero el ácido oleico no sólo logró reprimir la actividad del gen, sino que también impulsó la efectividad de un nuevo fármaco ensayado contra el cáncer de mama (herceptina).
Desde el ICO, Javier A. Menéndez juzgó estos estudios en clave positiva: “Sustentan investigaciones epidemiológicas que demuestran que una dieta mediterránea tiene efectos significativos de protección tanto contra el cáncer como contra la enfermedad coronaria y el envejecimiento”. Sin embargo, Tim Key, subdirector de la unidad de epidemiología de Cancer Research UK (Oxford, Reino Unido), aseguraba que los únicos factores de riesgo establecidos para este cáncer son la obesidad y el alcohol; y que los datos no mostraban evidencia directa de que el aceite de oliva reduzca el riesgo de cáncer de mama.
Tras los resultados del trabajo de Menéndez, Key ha afirmado que “este nuevo estudio muestra efectos interesantes del aceite de oliva sobre células de cáncer bajo condiciones de laboratorio”, aunque aboga por realizar más estudios para comprobar “si es de alguna importancia en el cáncer de mama en particular”. El recién creado GMECM se propone desvelar estas incógnitas.