Cáncer y congelación de ovarios

La congelación de tejido ovárico es una solución para las mujeres jóvenes que deben someterse a quimioterapia y pueden perder la fertilidad
Por Malen Ruiz 5 de mayo de 2008
Img tubo ensayo
Imagen: Marc Parchow

La extracción y conservación de tejido ovárico para preservar la fertilidad en un futuro se presenta como una solución para mujeres jóvenes que deben someterse a tratamiento por un cáncer. Sin embargo, los investigadores alertan del riesgo de que el tejido ovárico extraído esté afectado igualmente por el cáncer, lo que hace necesario descartarlo mediante las pruebas más avanzadas disponibles cuando la mujer, ya curada, solicite el autotrasplante para poderse quedar embarazada.

La conservación de tejido ovárico congelado durante años para luego poder recuperar la fertilidad perdida por la radioterapia o la quimioterapia es una técnica considerada todavía como experimental. No obstante, los avances conseguidos en los últimos años -entre ellos casos de embarazos y nacimientos- hacen que centenares de mujeres recurran a ella en la actualidad como seguro para el futuro. Investigadores israelíes han estudiado a casi 60 mujeres jóvenes afectadas de distintos tipos de cánceres de la sangre (leucemias y linfomas) e indican el proceso que se ha de seguir para evitar el riesgo de que la paciente «recupere» el cáncer cuando reciba el trasplante, es decir, que el remedio a la infertilidad sea peor que la propia infertilidad.

Expertos biomoleculares

Lo principal es que los centros de reproducción asistida tengan conciencia del posible problema y trabajen en colaboración con especialistas oncológicos y de diagnóstico, explica Dror Meirow, que ha dirigido el estudio y es uno de los autores de los avances de los últimos años. «Creemos que es muy importante que los pacientes de cáncer, los especialistas en fertilidad, los oncólogos y los hematólogos tengan conciencia de este riesgo. Existen pocos centros de fertilidad en el mundo que dispongan de los expertos y de la tecnología necesarios para hacer las pruebas biomoleculares en los tejidos que indiquen o descarten la presencia de cáncer residual».

Ya antes de extraer el tejido ovárico para su congelación es preciso descartar la presencia de tumores en la pelvis o de otras patologías en los ovarios, con pruebas de diagnóstico por imagen. Por este motivo se descartó la operación en el caso de dos de las 58 mujeres estudiadas por el equipo israelí. En el resto de las pacientes, que sufrían linfoma de Hodgkin, linfoma no Hodgkin, o diferentes tipos de leucemia, en cada caso se extrajo el tejido, se examinó al microscopio para confirmar que era normal y se guardó en dos muestras diferentes.

De esta forma se dispone de una muestra sobre la que se pueden realizar las pruebas antes de proceder a la reimplantación o trasplante de la otra muestra cuando la paciente lo solicite. El tejido de la primera muestra, destinada al trasplante, se guarda en forma de tiras de cinco por diez milímetros y entre uno y dos milímetros de espesor.

La segunda, destinada a las pruebas, es un modelo de dos por dos milímetros y un milímetro de espesor. Los investigadores israelíes insisten, en su informe publicado en la revista «Human Reproduction», en que lo importante es hacer las pruebas cuando se vaya a intentar el trasplante y no antes, dado que se están produciendo continuos avances en el conocimiento de los marcadores moleculares de los distintos tipos de cáncer y en la sensibilidad de la tecnología utilizada.

Uno de cinco

En el estudio citado, se hicieron las pruebas en cinco casos sobre las muestras de tejido descongeladas. En cuatro de ellos no se detectó cáncer residual en el tejido ovárico y se procedió al trasplante del tejido guardado. Sin embargo, en el quinto caso -procedente de una paciente que había sufrido leucemia mieloide crónica-, una prueba muy sensible de PCR (reacción en cadena de la polimerasa) detectó células malignas y la paciente renunció al trasplante. Los investigadores reconocen que no saben cuál es la trascendencia clínica de este hallazgo, pero se aplicó el principio de precaución.

La infiltración leucémica en los ovarios puede ser submicroscópica e indetectable por las técnicas habituales, señalan los científicos. Así pues, los especialistas utilizaron, además de éstas, varios de los métodos más específicos y sensibles puestos a punto en los últimos años para la detección del cáncer residual, que se basan en biomarcadores, asociados a características del sistema inmune, cromosómicas y genéticas para cada tipo de cáncer.

FERTILIZACIÓN

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La conservación de tejido de los ovarios para su futura reimplantación se está haciendo desde hace unos 10 años. Lo que se extrae son abundantes folículos primordiales que contienen oocitos (células precursoras de los óvulos) todavía poco desarrollados. Cuando se reimplanta el tejido conservado para intentar restaurar la fertilidad en la paciente curada del cáncer, maduran algunos oocitos y se liberan como óvulos para su fertilización por los espermatozoides de la forma habitual.

En los casos de tumores sólidos, resulta más difícil que en las leucemias descartar la presencia de células malignas en el tejido ovárico preservado en congelación. En ese caso, una opción es recurrir a la fertilización “in vitro”, intentando extraer óvulos inmaduros y madurándolos en laboratorio para luego proceder a su fecundación. Los embriones resultantes se congelarían para su uso futuro en caso de necesidad. Hay que tener en cuenta que el porcentaje de éxito con estas técnicas es todavía bajo.

La estrategia de conservar congelado tejido reproductivo de pacientes de cáncer para uso futuro es aplicable también a los hombres, aunque el proceso está todavía en las primeras fases de experimentación. En los hombres se extraería tejido testicular (que contiene lo espermatogonios) en vez de tejido ovárico, pero los métodos y los riesgos son muy similares.

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