Cerca de 285 millones de personas en todo el mundo padecen diabetes. Es el trastorno endocrino más frecuente y se calcula que en el año 2030 afectará a más de 435 millones de individuos, según datos del Atlas de la Federación Internacional de Diabetes. Pero este escenario se torna más complicado: diversos estudios revelan que hay una correlación entre este trastorno y la salud mental. Un trabajo reciente arroja nuevas cifras: el 20% de los diabéticos padecen también depresión y desarrollar esta última enfermedad duplica el riesgo de sufrir diabetes.
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En los últimos años se han realizado numerosos estudios sobre la correlación entre diabetes y depresión. Según un trabajo de la Escuela de Salud Pública de Harvard, en Boston (EE.UU.), que se publica en la revista «Archives of Internal Medicine», la diabetes parece asociarse con un mayor riesgo de sufrir este trastorno mental. A su vez, este aumentaría la probabilidad de sufrir diabetes. En la misma línea apunta un estudio realizado por el servicio de Psiquiatría del Clínico Universitario Lozano Blesa, de Zaragoza, iniciado en el año 1993 para analizar la salud mental en la población anciana.
Antonio Lobo, jefe de este departamento, catedrático de psiquiatría de la Universidad de Zaragoza e investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), señala que en el proyecto, denominado ZARADEMP, se ha realizado un estudio con cerca de 5.000 ciudadanos de 55 años o más, residentes en Zaragoza. «Los resultados demuestran que las personas que sufren este trastorno endocrino tienen más riesgo de padecer depresión», precisa. «Debe quedar claro, sin embargo, que el hecho de que haya un riesgo más elevado no debe interpretarse como que todos o casi todos los diabéticos la sufrirán», añade. La mayoría de las personas diabéticas no están deprimidas ni tienen una salud mental deficiente.
El citado estudio se ha llevado a cabo entre personas que sufren diabetes tipo 2, la forma más frecuente, ya que supone más del 85% de todos los casos. Casi una de cada cinco personas que desarrollan diabetes sufren a la vez depresión. Este trastorno mental puede ser de varios tipos, puesto que se han diagnosticado depresiones mayores y depresiones no graves. En todo caso, la mayoría son no graves. Pero, ¿por qué las personas que sufren diabetes pueden caer con mayor facilidad en una depresión?
Un factor importante es el hecho de sentirse enfermo. De la misma forma, la diabetes puede causar complicaciones vasculares en el riego cerebral que podrían facilitar el desarrollo de depresión. «Ahora trabajamos con la hipótesis de que hay mecanismos de neuroinflamación que pueden solaparse en ambas», apunta Lobo. La relación entre una y otra es de doble sentido. Las personas deprimidas tienen más riesgo de padecer diabetes. «También se ha podido documentar, gracias a un estudio específico liderado por Antonio Campayo, del servicio de Psiquiatría del mismo hospital Clínico, que los pacientes deprimidos tienen más riesgo de sufrir en los siguientes cinco años», agrega el especialista.
En las personas que sufren una enfermedad como la diabetes, la depresión puede quedar enmascarada bajo sus síntomas físicos
Este estudio se ha publicado en «American Journal of Psychiatry», una de las revistas psiquiátricas internacionales más destacadas en este momento. En él, los autores trabajan sobre una hipótesis de varios factores para intentar explicar tal relación. Uno de ellos es el probable autoabandono de los pacientes deprimidos, que cuidan menos su salud en estas circunstancias. «Pero el hecho de esta bidireccionalidad, nos lleva a enfatizar la supuesta neuroinflamación en ambas enfermedades», matiza el experto.
La depresión se esconde tras la diabetes
Uno de los problemas de las personas que sufren un trastorno como la diabetes es que la depresión puede quedar enmascarada bajo sus síntomas físicos. Por tanto, es muy frecuente que esta enfermedad mental no se trate de manera adecuada en las personas diabéticas. Según Lobo, en quienes padecen ambos trastornos, «el tratamiento es, a menudo, el estándar». Si la depresión tiene la intensidad suficiente y no se debe solo a factores psicológicos y sociales en los que se puede intervenir mediante psicoterapia, se recurre a medicamentos antidepresivos, aunque con una mayor cautela, debido a la posibilidad de efectos adversos.
El problema se plantea en los casos de depresión no grave, que son muy frecuentes en este entorno. Son necesarios estudios concretos para documentar la efectividad de pautas de terapia específicas para este tipo de depresiones, cuando se combinan factores de enfermedad física y de patología psíquica. Una de las preocupaciones de esta disciplina es la posibilidad de generar síndromes metabólicos (adiabetesumento excesivo de peso, etc.) con el tratamiento antidepresivo.
El papel de la insulina
Cuando se padece diabetes, los niveles de azúcar (o glucosa) en la sangre están aumentados, ya sea porque no hay insulina o porque los receptores de la célula encargados de recibirla no hacen su trabajo de manera correcta. Todas las células del cuerpo necesitan energía para estar en activo, mantener las funciones vitales y conservar la temperatura corporal y los movimientos musculares. La glucosa entra en el organismo con los alimentos que, mediante el proceso de digestión, se someten a una serie de transformaciones químicas que los convierte en nutrientes, hasta llegar a elementos más pequeños, como la glucosa.
Pero para que ésta entre dentro de las células y pueda utilizarse como energía, se necesita la mediación de la insulina, una hormona que se produce en el páncreas. En la diabetes tipo 1, el páncreas no genera insulina, mientras que en el tipo 2, en general, las células grasas, hepáticas y musculares no responden a la insulina como cabría esperar y no almacenan glucosa para obtener energía.
La diabetes es un problema de salud que merma la calidad de vida de las personas que la padecen y, en muchos casos, acorta la esperanza de vida. Pero también se ha convertido en una auténtica carga económica. Según la Federación Internacional de Diabetes, esta enfermedad endocrina cuesta unos 376 billones de dólares en todo el mundo, es decir, el 11,6% del gasto sanitario mundial. La triste paradoja es que más del 80% del dinero dedicado a combatirla se gasta en los países ricos, cuando el 70% de las personas diabéticas viven en los países más pobres. India cuenta con más de 50 millones de diabéticos y China, con 43,2 millones.