La conclusión de la secuencia completa del genoma humano, un logro todavía reciente, y el desarrollo de chips genéticos están permitiendo buscar de forma sistemática regiones del material genético (ADN) y genes concretos relacionados con numerosas enfermedades y trastornos, algunos de ellos psiquiátricos. Son estudios impulsados por unos pocos países cuyos frutos se aprovecharán en todo el mundo.
El objetivo de estos estudios no es sólo conocer los detalles de lo que funciona mal y avanzar hacia una terapia, sino también poder hacer diagnósticos de predisposición genética y, en algunas enfermedades y síndromes, llegar a evitar su transmisión de padres a hijos. Es el caso del autismo, una compleja disfunción neurológica que se está estudiando por primera vez a gran escala mediante el análisis genético detallado. La primera fase del proyecto Genoma del Autismo ha confirmado la relación que tiene con este grave desorden mental la ausencia de un gen (de una familia de tres) que permite la comunicación entre neuronas asociadas al neurotransmisor glutamato, así como otras regiones cromosómicas relacionadas con neurotransmisores. Además, el estudio ha localizado dos regiones en los cromosomas 11 y 15, cuya relación con el autismo se desconocía.
Más de un gen
La información procede del análisis de diferencias mínimas (en un solo nucleótido o base química) en el ADN de 1.168 familias en las que se dan múltiples casos de autismo. Han participado 120 científicos y 50 instituciones de 19 países, que empezaron el estudio en 2002, financiados con 14,5 millones de dólares por organizaciones públicas y asociaciones como Autism Speaks. La amplia variabilidad de síntomas en el autismo lleva a descartar que se trate de una enfermedad genética simple y a pensar que, además, los factores medioambientales probablemente jueguen un papel importante, ha explicado Andy Shih, director científico de esta asociación con base en EEUU.
De hecho, los expertos creen que hay al menos seis genes importantes en el autismo y otros 30 que contribuyen a un mayor riesgo.Con un método semejante se ha hecho el primer análisis masivo para buscar genes relacionados con la depresión grave, que ha dado como fruto la identificación de una región sospechosa en el cromosoma 15. En este caso se han estudiado 650 familias en las cuales al menos dos miembros han sufrido más de un brote depresivo grave a partir de la infancia o el principio de la edad adulta.
Al igual que sucede en el autismo, no se cree que un único gen sea el responsable de la depresión y también se estima que influyen factores ambientales
«Este descubrimiento tiene muchas posibilidades de llevar a un gen que podría dar información importante sobre la causa de que algunas personas sufran depresiones», ha dicho Douglas Levinson, catedrático de psiquiatría en la Universidad de Stanford y director del trabajo, en el que han participado seis universidades estadounidenses. Al igual que sucede en el autismo, no se cree que un único gen sea el responsable de la depresión y también se estima que influyen factores ambientales.
Diabetes
La tercera búsqueda masiva de mínimas diferencias genéticas relacionadas con enfermedades cuyos resultados se han dado a conocer recientemente es la que tiene que ver con la diabetes tipo 2, la más común, asociada a la obesidad en la edad adulta y a una predisposición genética. El estudio, realizado sobre 700 pacientes con historia familiar de diabetes tipo 2 y otras 700 personas sanas, ha analizado 392.000 mutaciones. El resultado indica cuatro puntos sensibles en el genoma, especialmente una mutación en un gen que regula la secreción de insulina.
En este caso, los investigadores no creen que queden muchas más mutaciones genéticas por encontrar. Philippe Froguel, del Imperial College de Londres, uno de los directores del estudio, ha explicado: «Nuestro hallazgo supone que podemos desarrollar una buena prueba genética para predecir en cada persona el riesgo de que desarrolle este tipo de diabetes. Si se lo decimos, estarán mucho más motivados para cambiar su dieta y evitar la enfermedad. Y además podemos desarrollar mejores tratamientos».
El estudio ha sido financiado por instituciones de Canadá y es un ejemplo destacado del salto adelante que supone la tecnología genética: «Hasta ahora, el progreso en la comprensión de cómo los genes influyen en las enfermedades ha sido muy lento. Este estudio es uno de los primeros de gran tamaño que utilizan la tecnología de genoma completo en la que los Gobiernos y las fundaciones han invertido masivamente en los últimos años. Nuestra investigación muestra que esta tecnología puede suponer grandes saltos adelante», en palabras de David Balding, coautor del estudio, quien también matiza que todavía queda mucho trabajo por hacer para conocer los genes y los procesos relacionados con cada enfermedad.
El autismo se caracteriza por problemas en la comunicación y la interacción social que se manifiestan desde la infancia. La mayor parte de los autistas necesita cuidados toda la vida y algunos ni siquiera llegan a hablar. El número de casos diagnosticados de autismo ha aumentado espectacularmente en los últimos 10 años. Mientras que las cifras de incidencia manejadas habitualmente todavía indican que se dan entre dos y diez casos por 10.000 habitantes, en EEUU las autoridades han señalado que tienen algún grado de autismo uno de cada 166 bebés, de los cuales hay cuatro niños por cada niña.
Entre un 10% y un 15% de las personas sufren depresión grave en algún momento de su vida, y de ellos entre un 3% y un 5% la tienen más de una vez. Las mujeres son el doble de susceptibles a la depresión que los hombres. Y se estima que sufren diabetes mellitus unos 200 millones de personas en el mundo. En España, unas 125.000 padecen diabetes de tipo 1, la más grave, y dos millones la de tipo 2, que se desarrolla en la edad adulta.