Un reciente estudio sugiere que, mientras que el ejercicio físico ayuda a prevenir enfermedades que pueden acortar la vida como la diabetes y las afecciones cardiovasculares, reducir las calorías consumidas podría desacelerar el proceso de envejecimiento.
Restricción calórica
Un estudio publicado recientemente en la revista “Rejuvenation Research”, concluye que reducir la dieta entre 300 y 500 calorías al día enlentece el metabolismo, lo que podría suponer la clave para ralentizar las señales del envejecimiento y vivir más. En la investigación se evidencia que la restricción calórica conlleva una reducción de los niveles de triyodotironina (T3), una hormona producida por la glándula tiroides y con un papel importante en el control corporal del metabolismo.
En el estudio participaron hombres y mujeres de entre 50 y 60 años de edad que estaban sanos y no fumaban, pero que eran sedentarios. Durante un año un grupo redujo su ingesta calórica diaria entre 300 y 500 calorías al día, un segundo grupo siguió con su dieta normal a la que se añadió la práctica de ejercicio y otro grupo mantuvo su rutina diaria. Tanto los que redujeron calorías en la dieta como los que practicaban ejercicio perdieron peso, pero sólo los que estaban en el grupo de restricción calórica tenían niveles menores de la hormona tiroidea.
Reducir entre 300 y 500 calorías al día nuestra dieta enlentece el metabolismo, clave para ralentizar las señales del envejecimiento
En otra investigación de la Washington University en Saint Louis (EE.UU.), un equipo dirigido por Luigi Fontana comparó el nivel de la hormona tiroidea en 28 adultos que efectuaron dieta con calorías restringidas (1.800) entre 3 y 15 años, con otro grupo de 28 adultos sedentarios que ingirieron una dieta occidental típica con 2.700 calorías y con 28 atletas con este mismo consumo calórico. En el grupo que consumía menos calorías se constataron niveles más bajos de T3. Y no sólo eso: los niveles de grasa corporal no influyeron en los niveles de T3, lo que significa que no es la delgadez la que influye en el tiroides, sino la restricción de calorías.
La clave está en la tiroides
Desde hace tiempo los estudios han demostrado que reducir la ingesta calórica ralentiza el proceso de envejecimiento en ratas y ratones. Pero, ¿por qué una dieta con menos calorías disminuye el metabolismo? Parece que la clave se encuentra en la glándula tiroides. Uno de los posibles mecanismos implicados sería que la reducción calórica disminuye los niveles de la hormona tiroidea T3. El tiroides es una glándula que juega un papel fundamental en el metabolismo sobre el que ejerce una función reguladora que, dependiendo de los niveles hormonales, lo ralentiza o acelera.
Sin olvidar que una dieta apropiada reduce la aparición de diabetes y enfermedades cardiovasculares, otro mecanismo podría ser el que la restricción calórica también reduce los niveles del factor de necrosis tumoral (TNF) alfa de la proteína inflamatoria. La combinación de bajos niveles de T3 y de TNF podría hacer más lento el envejecimiento. Un estudio efectuado con ratones apoya la teoría de que cuanto más rápido es el metabolismo de un animal más corta es su vida y viceversa.
En la investigación se compararon los niveles de hormonas tiroideas entre cuatro grupos de roedores con diferente esperanza de vida (conejillos de indias, ratones y dos especies de ratas topo) y se verificó que los grupos de vida más corta tenían niveles más elevados de tiroxina o T4 (hormona tiroidea que regula procesos metabólicos y del desarrollo) que los grupos más longevos. Los investigadores consideran que las diferencias en la concentración de hormonas tiroideas se correlacionan con el ciclo de vida máximo de las especies y sugieren un importante papel regulador de las hormonas tiroideas en la longevidad.
El siguiente paso será demostrar que, en humanos, la reducción de los niveles de T3 a través de la restricción calórica retrasa en realidad el proceso de envejecimiento. Aunque, para ello, los expertos señalan que serán necesarios estudios más amplios a largo plazo.
Combinación de hábitos y genes
El envejecimiento es un proceso natural que viene determinado en cada especie. La base genética es indiscutible y se han identificado variantes genéticas asociadas a la longevidad. Existen, también, procesos genéticos que lo aceleran, como es el caso de una enfermedad conocida como progeria o síndrome del envejecimiento prematuro. La progeria es un cuadro caracterizado por una aceleración en el proceso natural de envejecimiento que se produce entre cinco y diez veces más rápido de lo habitual. Son niños que envejecen muy rápido, con una esperanza de vida que no supera los 30 años.
Es probable que la dieta mediterránea, el clima, la ausencia de estrés y a la actividad física regular tengan un papel determinante en la longevidad
Este síndrome está causado por la mutación de un gen que hace que se acumule una proteína llamada “progerina” que desencadena en el organismo un envejecimiento celular excesivamente rápido. Un equipo de investigadores de la Universidad de Oviedo ha comunicado que una combinación de fármacos prolonga en un 80% la vida de ratones con este trastorno. El tratamiento se basa en una combinación estatinas y aminofosfonatos, fármacos que se utilizan habitualmente en el tratamiento del colesterol y la osteoporosis.
Los resultados del estudio, que se acaba de publicar en “Nature Medicine”, no sólo aportan la posibilidad de tratamiento para los pacientes afectados de esta rara enfermedad, sino que abren una puerta para la investigación del proceso normal de envejecimiento. Por otra parte, otras investigaciones apuntan que en el secreto de la longevidad, además de los genes, juegan un papel muy importante los hábitos de vida. Investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona estudiaron los huesos y efectuaron el análisis genético de un hombre que murió a los 113 años, junto con cuatro miembros de su familia: un hermano de 101 años, dos hijas de 81 y 77 años y un sobrino de 85, todos ellos nacidos y residentes en un pequeño pueblo de Menorca.
Se constató que sus huesos tenían una salud excelente y, desde el punto de vista genético, los científicos buscaron, sin encontrarlo, mutaciones en un gen, el “KLOTHO”, cuya presencia se relaciona con una buena salud en los huesos, y también el gen “LRP5”, mutaciones asociadas con la longevidad. A pesar de que no puede afirmarse que la clave de la longevidad de esta familia no radique en la genética, los investigadores opinan que, en este caso, es probable que la dieta mediterránea, el clima, la ausencia de estrés y a la actividad física regular (el fallecido había ido hasta los 102 años a diario a cuidar su huerto en bicicleta) hayan tenido un papel determinante.