Hasta ahora era conocido que la cocaína, potente psicoestimulante, causaba efectos bioquímicos y funcionales en el cerebro. Sin embargo, un estudio realizado por investigadores del CSIC señala que el uso de esta droga produce, además, importantes daños estructurales que se traducen en cambios en la forma de procesar información o ideas, el lenguaje, la capacidad de abstracción, el pensamiento y en la conducta.
Los efectos de la cocaína en el cerebro humano son más peligrosos de lo que se venía creyendo. Así concluye un estudio realizado por un equipo de investigadores de la Unidad de Neurofarmacología de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona y del Instituto de Neurobiología Ramón y Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en Madrid, conjuntamente con investigadores de la Universidad Libre de Bruselas (ULB). Los resultados se han publicado recientemente en la revista Neurology.
El estudio, realizado en ratones, pone de manifiesto que la cocaína produce una disminución en las dendritas (prolongaciones que surgen del cuerpo neuronal) y una menor densidad de espinas (estructuras que forman las conexiones) de las células piramidales, que se encuentran en la corteza o córtex cerebral. Estas neuronas son básicas para la plasticidad del cerebro, o lo que es lo mismo, para mantener la capacidad de cambio del sistema nervioso central a fin de recuperar funciones perdidas, como puede suceder tras un accidente cerebrovascular, o para adaptarse a nuevos requerimientos (aprender), de forma que el cerebro esté en permanente evolución.
Alteraciones cerebrales
Los autores del estudio inyectaron cocaína a ratones, en dosis que vendrían a ser similares al consumo de droga inyectada de medio gramo diario. Según explica Javier de Felipe, del Instituto de Neurobiología Ramón y Cajal, y mediante un sistema de microinyección, se observaron los cambios de cada una de las neuronas y la sorprendente rapidez con la que se provocaban anomalías.
«En humanos, evidentemente, no es lo mismo, pero podría equivaler a unos meses», afirma el experto. Los autores del estudio señalan que si la cocaína es capaz de cambiar la estructura de las células nerviosas también lo es de cambiar la estructura del pensamiento, todos los productos que la mente puede generar incluyendo las actividades del intelecto como el raciocinio (comprender, juzgar y razonar objetivos y hechos), el lenguaje o las abstracciones de la imaginación. En definitiva, lo que distingue a los seres humanos de otros mamíferos.
«Si la cocaína es capaz de cambiar la estructura de las células nerviosas también lo es de cambiar la estructura del pensamiento»
De todas maneras, los expertos explican que aún falta por determinar si los cambios estructurales observados afectan a otras partes del cerebro y si son irreversibles, ni el tiempo que pueden persistir. Lo que creen «es que es a largo plazo y que podría coincidir con la idea que la adicción es una enfermedad crónica».
Efectos y complicaciones de la cocaína
La cocaína es una droga enormemente adictiva como resultado de su habilidad para impedir la reabsorción de la dopamina por las células nerviosas. El cerebro emite una anormal y elevada cantidad de dopamina como parte de su sistema de gratificación, lo que está directa o indirectamente involucrada en las propiedades adictivas de las principales drogas. Otro efecto de la cocaína es el desarrollo de tolerancia con el uso habitual: no se obtiene el mismo efecto con la misma dosis al cabo de un tiempo.
Por este motivo, los adictos van aumentando cantidad y frecuencia de forma progresiva. También se puede desarrollar más sensibilidad a los efectos anestésicos y convulsivos de la cocaína, sin aumento de dosis. Este incremento en la sensibilidad puede explicar por qué algunas muertes ocurren después del consumo de dosis de cocaína aparentemente pequeñas. Su uso continuado puede provocar estados de irritabilidad, inquietud y paranoia y llegar, incluso, a un episodio total de psicosis paranoica en que la persona pierde el sentido de la realidad y sufre alucinaciones auditivas.
Asimismo, existen las complicaciones físicas derivadas. Efectos cardiovasculares (aumento súbito de la tensión arterial y de la temperatura corporal, arritmias, infarto), respiratorios (dolor torácico, paro respiratorio), neurológicos (apoplejía, convulsiones, dolores de cabeza, visión nublada) y complicaciones digestivas son algunas de ellas que, además, pueden desembocar en coma y muerte.
Asimismo, un estudio, publicado recientemente en la revista Neurology, realizado conjuntamente por investigadores de la Universidad de Johns Hopkins y del Instituto Nacional de Abuso de Drogas (EEUU), ha revelado que existe una peligrosa interacción entre la cocaína y el alcohol cuando se consumen de forma conjunta. El organismo las convierte en etileno de cocaína, cuyo efecto en el cerebro es más duradero y más tóxico que si se usan por separado, provocando una mayor pérdida de funciones cerebrales. Es por ello que, dentro del grupo de fallecimientos producidos por combinación de dos drogas, las más habituales son las ocasionadas por cocaína y alcohol.
Imagen: WHO
Los problemas asociados al consumo de drogas afectan al conjunto de la sociedad, de una u otra manera. En España, según datos del Ministerio de Sanidad y Consumo, se estima que aproximadamente un millón de familias padecen las consecuencias del uso de drogas y alcohol. Cada año, más de 20.000 personas mueren de forma prematura y más de 4.000 ingresan en los hospitales españoles por psicosis producidas por alcohol y drogas, según datos epidemiológicos de la Encuesta de Morbilidad Hospitalaria (INE).
Pese a que estas cifras son importantes, lo que más preocupa a los expertos son las tendencias: en los últimos diez años el aumento de los ingresos relacionados con las psicosis producidas por drogas ha aumentado un 103%. El consumo de cocaína se ha duplicado, con una tasa de prevalencia para el grupo de edad entre 15 y 64 años del 2%, casi el doble que en el resto de Europa, que es del 1,1%, según datos del Observatorio Europeo de las Drogas.
Por este motivo, el Gobierno ultima un plan específico para luchar contra la cocaína, sobre todo dirigido al ámbito escolar donde el consumo se ha multiplicado por cuatro en los últimos diez años, principalmente entre los estudiantes de 14 a 18 años. Aunque aún no se ha concluido el proyecto, según la ministra de sanidad, Elena Salgado, está previsto que se estructure en cuatro ámbitos: coordinación y evaluación, reducción de la demanda, cooperación internacional y control de la oferta. Asimismo, se elaborarán protocolos de detección precoz para atención primaria y de actuación en urgencias.