Las patologías más frecuentes de la rodilla son las lesiones de menisco o de ligamentos cruzados y la artrosis dependiente de prótesis. Cerca de un 15% de las personas que sufren estos problemas articulares son obesas, ya que las rodillas soportan demasiado peso. Pero además, estos pacientes padecen una alteración de los niveles hormonales que acelera el desgaste del cartílago, lo que aumenta el riesgo de enfermedad articular degenerativa, la osteoartritis.
Imagen: Claire Powers
Las personas obesas padecen a menudo dolor de rodilla. Esto es un hecho. Del mismo modo que a los amortiguadores de un coche que transporta mucho peso les cuesta absorber las sacudidas de golpes y baches, las rodillas de una persona obesa también sufren. El cartílago que cubre las terminaciones óseas proporciona una superficie lisa y deslizante que, junto con el líquido sinovial, facilita el movimiento. Pero más allá de una determinada presión sobre la zona, hay varios factores que relacionan obesidad y rodilla.
Los problemas de circulación de las personas obesas reducen el aporte de sangre a los cartílagos. Diversos estudios constatan que cuando la masa corporal supera un rango saludable, el individuo tiene tres veces más probabilidades de sufrir dolor o un desgarro en el cartílago de la rodilla. Otros trabajos apuntan que las mujeres con obesidad tienen casi cuatro veces más riesgo de sufrir estos problemas, en comparación con mujeres con un peso saludable. En el caso de los hombres, el peligro se multiplica por cinco. Respecto a la edad, aunque los problemas de rodilla se diagnostican en general en personas mayores, el sobrepeso aumenta las posibilidades de sufrir dolor en obesos de mediana edad.
Tecnología para tratamientos especiales
Perder peso y mantenerse en forma ayuda a disminuir algunos de los síntomas y a enlentecer el progreso de la enfermedad
La Unidad de Rodilla del Hospital Clínic de Barcelona ha destacado cómo cerca de un 15% de las personas con esta patología de rodilla son obesos graves. Por ello, ha diseñado un tratamiento especial basado en la educación terapéutica y la adaptación funcional. En 2006, cuando se empezaron a detectar las dificultades y complicaciones que surgían en el momento de intervenir a estos paciente quirúrgicamente, se inició un programa de control diferenciado. Mediante unas herramientas tecnológicas innovadoras y específicas, los especialistas han conseguido una alta flexión de la rodilla (mínimo de 120 grados). Son tres prototipos de prótesis que se aplican según el grado de obesidad, con el objetivo de conseguir un menor desgaste en la movilidad.
En la misma Unidad también se estudian las posibilidades de reducir la masa corporal en un 5% después de la operación para mejorar la calidad de vida del paciente, ya que está demostrado que una mínima pérdida de peso se traduce en una mejora sustancial de la rodilla. También se investiga la aplicación de nuevos materiales, como la cerámica o el polietileno de alta densidad, para disminuir el desgaste de las prótesis.
Osteoartritis, el vínculo
En muchos casos, la relación entre dolor de rodilla y obesidad culmina con la génesis de osteoartritis o artritis degenerativa (la forma más común). Esta condición se origina cuando el cartílago de la rodilla que facilita el movimiento se desgasta. Los primeros síntomas se detectan tras llevar a cabo actividades físicas de intensidad. Con el tiempo, las rodillas pueden doler más a menudo, o sentir rigidez después de levantarse de la cama o tras estar sentado durante un tiempo. Las rodillas también pueden hincharse y crepitar mientras se camina.
Un exceso de peso conduce a la liberación excesiva de la hormona leptina, asociada con el desarrollo de la osteoartritis. Además, la grasa corporal puede liberar sustancias que promueven la inflamación del organismo. Dos de ellas, denominadas factor de necrosis tumoral e interleucina-1, parecen desempeñar un papel importante en el daño del cartílago.
Sin embargo, no hay cura para la osteoartritis. Perder peso y mantenerse en forma ayuda a disminuir algunos de los síntomas y a enlentecer el progreso de la enfermedad, mientras que algunos medicamentos disminuyen o retrasan la inflamación en el cuerpo.
Aliviar el dolor
Junto con la pérdida de peso, varios tipos de ejercicios moderados alivian el dolor. Estos se deben consultar con el médico, que analizará posibles problemas crónicos o las probabilidades de sufrir una lesión, y elaborará un plan adecuado e individualizado.
Los ejercicios más recomendados son la natación (flotar reduce el impacto en la rodilla) y la marcha a ritmos moderados (caminar o pasear); también ir en bicicleta y ejercicios de fortalecimiento de los músculos. Se desaconseja cualquier deporte de contacto, de alto impacto o que requiera dar saltos continuados, como sucede en la práctica del fútbol, baloncesto, tenis o squash, entre otros. Una vida más activa resulta de gran ayuda.
En una conferencia reciente organizada por las fundaciones Rafael del Pino y Lilly, el profesor de nutrición y genómica José María Ordovás afirmó que los casos de obesidad experimentarán un gran aumento en los próximos años en España, lo que supondrá graves costes sociales y económicos. Ordovás, director del Laboratorio de Nutrición y Genómica en el USDA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts (Boston, EE.UU.), apelan a la prevención para poder parar el gasto sanitario. Esta prevención pasa por la educación y por entender qué ocurre en una enfermedad como la obesidad.
Según Ordovás, el conocimiento de las bases genéticas es la clave para la prevención. La carga genética representa un 50% del riesgo de desarrollar obesidad. La otra mitad se puede controlar con dieta y hábitos de vida saludables. Aunque cada persona tiene una genética distinta, las poblaciones comparten rasgos comunes debido a su adaptación al ambiente y a sus circunstancias a lo largo de miles de años. El científico se refiere a la “biocronología” y a cómo los estilos de vida han llevado a una mala adaptación genética a los cambios. Hay un desacoplamiento entre lo que “se hace” y lo que la biología “espera que se haga”, y esto ocasiona un estrés metabólico.
Para Ordovás, es muy importante mantener unas pautas horarias y alimentarias diferentes en cada individuo, en función de su genética. No obstante, ciertos hábitos comunes favorecen a toda la población. Hay que aplicar el sentido común y no olvidar nunca las calorías que se consumen.