La determinación de los niveles de PSA en sangre es el marcador que se emplea para detectar precozmente los tumores de próstata. A pesar de que es una prueba muy útil, su principal inconveniente es su poca especificidad, es decir, que puede elevarse en otras patologías distintas al cáncer lo que provoca que algunos hombres sean sometidos a biopsia de forma innecesaria. El nuevo marcador EPCA-2, mucho más específico, se perfila como alternativa al PSA para detectar el cáncer de próstata y su pronóstico.
El cáncer de próstata (CP) es la tercera causa de carcinoma entre los hombres por detrás del cáncer de pulmón y el colorectal. A pesar de que en los últimos años muestra una tendencia creciente, la mortalidad se ha mantenido estable y los datos destacan el incremento estadísticamente significativo de la supervivencia, pasando del 40,3 % a los cinco años en el periodo 1985-89 al 55 % en el periodo 1990-1994.
La historia natural del cáncer de próstata es compleja ya que hay varios subtipos con diferente potencial agresivo; formas latentes que no dan síntomas, formas progresivas que dan clínica y presentaciones que evolucionan rápidamente con una evolución fatal (que no superan el 10 % de los casos). Este diferente potencial agresivo hace que actualmente un hombre tenga un 16% de probabilidades de ser diagnosticado de cáncer de próstata a lo largo de su vida, aunque sólo tiene un 3% de morir por su causa.
Este hecho queda también reflejado en el elevado porcentaje de CP (alrededor de un tercio en hombres de más 70 años) encontrados en autopsias de muertes por otras causas. Para el cribado del CP se dispone de tres pruebas diferentes: el tacto rectal, el PSA y la ecografía transrectal, aunque la que resulta más eficaz es el PSA. La determinación del PSA es una práctica habitual en el medio sanitario, a pesar del inconveniente de que puede dar falsos positivos y de que no permite distinguir los tumores de crecimiento lento y a menudo asintomáticos, de los agresivos o su mal pronóstico.
La alternativa
Un equipo de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (EEUU) ha presentado un trabajo que demuestra la utilidad de otra proteína sanguínea, EPCA-2, para identificar la presencia de células cancerosas en la próstata con mayor especificidad que el PSA.
El nuevo test reconoce la presencia de un tumor y distingue los casos localizados de aquellos en los que la enfermedad ya se ha extendido
El estudio, que ha sido publicado recientemente en la revista Urology, se ha llevado a cabo con 330 pacientes de diverso perfil: pacientes con niveles de PSA normales y sin evidencia de enfermedad, con PSA elevado pero biopsias negativas, pacientes con patologías benignas de próstata que también pueden incrementar estos niveles (hiperplasia), pacientes con cáncer de próstata pero con PSA normal, tumores confinados dentro de la glándula o con cáncer ya extendido y, finalmente, una muestra variada de individuos con otras patologías o tumores de distinto tipo.
Para determinar el umbral de EPCA-2 los científicos llevaron a cabo, en primer lugar, un análisis previo que les permitió establecer el valor de riesgo de cáncer de próstata por encima de 30. Aplicando este criterio, los resultados mostraron que el test de EPCA-2 era negativo en el 92% de los sujetos sin cáncer de próstata. El 97% de los varones con patologías benignas de próstata o cánceres en otra parte del organismo tenían niveles de la nueva proteína por debajo de 30.
En el grupo de individuos que padecían cáncer de próstata, el 94% tenían valores de EPCA-2 elevados (90% en el caso de lesiones localizadas en la glándula y hasta 97% de los que ya se habían extendido, siendo los niveles más elevados en los pacientes con enfermedad más agresiva). El nuevo marcador también permitió detectar el 78% de los casos de cáncer en varones con niveles de PSA normales.
Eficacia específica
Los autores no sólo destacan la eficacia del test para reconocer la presencia de un tumor, sino su capacidad para distinguir los casos localizados dentro de la glándula prostática de aquellos en los que la enfermedad ya se ha extendido. «Detectar especialmente los tumores de próstata potencialmente mortales es la piedra filosofal del diagnóstico», según Robert H. Getzenberg, coordinador del estudio.
«Las pruebas actuales de PSA no pueden distinguir entre los cáncer que se desarrollarán tan lentamente que no implicarán una amenaza para la vida y los que exigen atención inmediata», añade el experto. La esperanza es que la prueba de EPCA-2 identificará a los pacientes con cáncer de crecimiento lento que los haga candidatos para la «espera vigilante» en lugar de la cirugía inmediata u otro tratamiento. Sólo en EEUU se calcula que 1,6 millones de hombres se someten a una biopsia de próstata cada año, aunque el 80% da resultados negativos.
Con un nuevo marcador más específico se evitarían procedimientos y gasto sanitario innecesarios además de la gran preocupación de los pacientes. La proteína, que puede medirse con un análisis de sangre (igual que el PSA), tendrá que ser aún validada en ulteriores ensayos antes de que pueda ser utilizada en la práctica clínica habitual. El test para analizar este marcador está aún en fase experimental, aunque sus diseñadores esperan que pueda estar comercialmente disponible en el año 2008.
Un componente del té verde en combinación con dosis bajas del analgésico inhibidor de cox-2, celecoxib, medicamento antiinflamatorio no esteroideo usado para aliviar el dolor y la inflamación, podría ralentizar el crecimiento del cáncer de próstata. Así se desprende de un estudio patrocinado por el National Cancer Institute de EEUU y publicado el pasado mes de marzo en la revista Clinical Cancer Research. El papel de los antioxidantes, como el té verde, en la prevención y el tratamiento del cáncer ha sido objeto de estudios previos. Algunas investigaciones habían encontrado que, de forma individual, tanto el té verde como los inhibidores de la cox-2, ayudaban a combatir el cáncer de próstata en animales.
En este estudio realizado con células humanas de cáncer de próstata cultivadas, los investigadores de la Universidad de Wisconsin, EEUU, revelan que una combinación de galato de epigalocatequina (EGCG), principal ingrediente activo del té verde, y el inhibidor de la cox-2 son entre un 15% y un 28% más efectivos en ralentizar el crecimiento de las células de cáncer que cualquiera de los dos agentes por separado. El estudio demuestra, por lo tanto, que ambos tienen un efecto sinérgico.
Por otra parte, otra investigación señala que las terapias con antioxidantes, que aportan importantes beneficios nutricionales a los pacientes con cáncer, no interfieren con el tratamiento de radiación. Este estudio, realizado por investigadores de Cancer Treatment Centers of America, EEUU, se examina los niveles de PSA en pacientes con cáncer de próstata tras haber sido irradiados. En los resultados no se observa diferencia entre los pacientes que habían tomado antioxidantes y los que no. Entre los antioxidantes utilizados en el estudio estaban un extracto de té verde, melatonina, vitamina C y vitamina E.