Cada año se producen en España mil nuevos casos de lesiones medulares, de las que un 80% son consecuencia de un accidente de tráfico. Este tipo de lesiones resultan dramáticas, ya que con mucha frecuencia se trata de personas jóvenes. Una reciente investigación ha dado un paso adelante al conseguir que una conexión artificial entre neuronas y músculos haya restaurado el movimiento voluntario en extremidades paralizadas.
Recuperar la movilidad es una esperanza que parece cada vez más cercana para las personas que sufren parálisis. Al menos esto es lo que sugieren los resultados de una investigación en la que han logrado que extremidades que permanecían inertes por una lesión medular, recuperaran el movimiento. Muchos de los individuos que se ven confinados a una silla de ruedas padecen algún tipo de lesión de la médula espinal, con mucha frecuencia provocada por un accidente.
Lesiones medulares
Las lesiones en la médula interrumpen el flujo nervioso normal que va desde el cerebro hasta los músculos y que es el responsable de su movimiento. En este caso, tanto los músculos como el tejido cerebral que los controla han perdido su conexión pero permanecen intactos. En trabajos previos se había conseguido aprovechar la actividad eléctrica de las neuronas responsables de transmitir los impulsos nerviosos de los movimientos para controlar dispositivos robóticos.
Los accidentes de tráfico son una de las causas principales de las lesiones medulares
Por otra parte, también se había conseguido activar músculos paralizados mediante estimulación eléctrica. Esta última investigación ha conseguido unir ambas cosas, logrando que el impulso de las neuronas se transmita directamente a los músculos del brazo a través de un mecanismo que actúa como «puente» para salvar una ruta interrumpida. Se trata de un pequeño dispositivo construido a partir de componentes de fácil obtención en el mercado y que funciona con simples pilas.
Gracias a esta vía artificial, los músculos que tras la parálisis permanecían inertes al carecer de estimulación, volvieron a recibir señales eléctricas del cerebro. Es la primera vez que se consigue que unas conexiones artificiales entre las neuronas motoras cerebrales y los músculos pueda suplir a la ruta interrumpida, pudiendo así restablecer el control del movimiento en extremidades paralizadas.
El estudio, realizado con monos, ha sido llevado a cabo en un centro especializado en investigaciones sobre primates, dependiente de la Universidad de Washington (EE.UU.) y se ha publicado recientemente en la revista «Nature».
Accidentes de tráfico
En todo el mundo se producen cada año 130.000 nuevos casos de lesiones medulares, de los cuales 1.000 corresponden a España. Según datos recogidos por el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, el 74% de los casos se producen por accidentes, siendo de tráfico en un 43%, en un 15% laboral y el 16% por otras causas. Las enfermedades médicas son las responsables de un 20% de las lesiones.
Por este motivo se considera que los accidentes de tráfico son una de las causas principales de las lesiones medulares. La siniestralidad es más elevada durante el fin de semana (un 68% de los casos se concentran en esos días) y se constata un aumento importante de casos de ciclomotores y quads. El perfil del afectado es un hombre joven, entre los 15 y 40 años (tres de cada cuatro, varones).
Estructura nerviosa
La médula espinal es una estructura del sistema nervioso que se encuentra a lo largo de toda la columna vertebral. Podría considerarse como una prolongación del encéfalo, como una gran conexión entre las neuronas de la corteza cerebral y los nervios periféricos. A través de la médula circula información sobre sensibilidad, movimiento y también interviene en la regulación de numerosos órganos vitales. Este flujo transcurre tanto en sentido ascendente (desde las extremidades al cerebro) como a la inversa, en sentido descendente.
Cuando se produce una lesión a este nivel se interrumpe la transmisión del impulso nervioso en ambos sentidos lo que trae como consecuencia una «desconexión» con pérdida del control voluntario del movimiento y de la sensibilidad por la zona de debajo de la lesión. Existen dos niveles de lesión: el cervical, el más alto, que produce una parálisis de las cuatro extremidades (tetraplejía) que, de localizarse en zonas muy altas, puede incluso producir problemas respiratorios, y el de la zona dorsal y lumbar, que conlleva parálisis de las extremidades inferiores (paraplejía).
La mayoría de los neurobiólogos están de acuerdo en que las terapias que intenten regenerar las lesiones medulares incorporarán varias estrategias a la vez. Un ejemplo de ello son trasplantes y factores de crecimiento junto con estimuladores capaces de activar los genes promotores del crecimiento. Muchas de estas investigaciones coinciden en dos puntos: tratar de sacar partido a aquellas partes del sistema nervioso que tienen mayor plasticidad y aportar la ayuda necesaria para que esto se produzca.
Un grupo de científicos de Boston (EE.UU.) ha demostrado que determinadas fibras del sistema nervioso pueden activarse pasando de un estado de mínimo crecimiento a otro estado mucho más activo, y otra investigación ha implantado tejido proveniente de sistema nervioso fetal en la médula espinal de un animal adulto consiguiendo que sus tejidos se regenerasen. Ahora, un equipo de la Universidad de Zúrich (Suiza) está trabajando con factores que limitan el crecimiento de las neuronas. Existe evidencia de que un grupo de proteínas denominadas Factores Inhibidores de la Neurita son algunas de las responsables.
Para ello, a unas ratas a las que se seccionó una vía nerviosa se les administró un anticuerpo que bloquea estas proteínas, logrando que al cabo de doce semanas creciera varios centímetros. También se está intentando reconstruir las vías dañadas estableciendo puentes con células gliales de ratas. Los tejidos seccionados crecieron formando nuevas conexiones y los animales tratados con estos trasplantes recuperaron la movilidad. El equipo de Douglas H. Smith, cirujano de la Facultad de Medicina de la Universidad estadounidense de Pennsylvania, trabaja en una novedosa alternativa terapéutica: “estiran” los nervios y los colocan a modo de puente sobre el espacio vacío que ha dejado la lesión.
Dentro de dos láminas de plástico superpuestas -a la manera de un sándwich- se “obliga” a las células nerviosas a crecer y establecer conexiones. Paulatinamente se van separando las planchas, consiguiendo que las conexiones neuronales (axones) se estiren. En diez días, se crean axones de algo más de un centímetro, listos para ser implantados en médulas espinales dañadas, llenando el vacío y restableciendo la comunicación. Aunque en la mayoría de los casos estas investigaciones todavía no se han aplicado en humanos, el futuro parece prometedor.