Casi desconocido hace 40 años, el cáncer de piel se ha convertido en un elemento más de nuestra rutina, tal es su incidencia. Cada vez más frecuente, 11 de cada 100.000 habitantes lo padecen en España, según estimaciones de la Sociedad Española contra el Cáncer, que prevé además que la cifra siga creciendo. La razón de este aumento es, entre otras, que se diagnostica cada vez más. Quizás demasiado. Así lo asegura un grupo de expertos de la Clínica Mayo de Florida, que ha logrado distinguir tumores malignos incipientes de simples lesiones solares que eran diagnosticadas como melanoma, lo que podría reducir el número de cirugía y tratamiento, que a menudo causan al paciente graves daños cutáneos.
No todos los profesionales están de acuerdo y muchos argumentan que un diagnóstico precoz (incluso aunque en algún caso fuera un falso positivo) es más beneficioso para el paciente que equivocarse y dar un falso negativo, un error irremediable. El debate está servido.
Verano tras verano los dermatólogos repiten la misma consigna: precaución frente a los rayos solares. La exposición al sol, que puede ser un placer en los días de asueto, es también la máxima responsable del cáncer de piel de peor pronóstico: el melanoma. Esta tumoración tiene una incidencia de 5,5 nuevos casos anuales por cada 100.000 habitantes, según datos del servicio de Dermatología del hospital Gregorio Marañón, de Madrid, cifra que aumenta cada año.
Incidencia en aumento
Este cáncer cutáneo aparece cuando los melanocitos -las células que elaboran la melanina, responsable del color de la piel, del pelo y del iris de los ojos, que además funciona como un fotoprotector y defiende los tejidos de la acción solar- se malignizan. La enfermedad es más frecuente en las mujeres que en los hombres, y se padece en piernas y caderas, mientras que entre los varones se da más en el tronco, según datos del Instituto para la Investigación Estadística y Epidemiológica del Cáncer de Helsinki publicados en International Journal of Cancer. Como otros tipos de tumores de piel (cáncer de células basales y de células escamosas) el melanoma es curable en sus etapas iniciales, pero tiene muchas más probabilidades de propagarse a otras partes del cuerpo. Una vez detectado, su tratamiento depende del tipo y del estadio del tumor, así como de otros factores como el estado de salud y la edad del paciente aunque se suelen utilizar cuatro tipos de tratamiento, casi siempre de forma combinada: cirugía (el tratamiento más común, que consiste en la total extirpación del tumor junto a una parte del tejido sano que hay a su alrededor para evitar que el cáncer se reproduzca si ha invadido otras zonas) quimioterapia, radioterapia e inmunoterapia.
Un estudio sugiere que los melanomas se diagnostican en exceso y que es necesario distinguirlos de lesiones por radiación solarPara evitar llegar a esta fase es fundamental la detección precoz, principal responsable de que la mortalidad de este cáncer no alcance las mismas cifras que su incidencia, según indican desde la Academia Española de Dermatología y Venereología. Sin embargo, expertos de la Clínica Mayo de Estados Unidos han elaborado un estudio y sugieren que los melanomas se podrían estar diagnosticando en exceso, y que es necesario distinguir estos tumores en su estado incipiente de simples lesiones originadas por un exceso de radiación solar, que no necesitarán tratamiento.
Un diagnóstico más preciso
Distinguir una lesión causada por el sol del melanoma en su fase incipiente es la base del estudio de Ali Hendi, cirujano dermatológico de la Clínica Mayo de Florida, publicado en julio en Archives of Dermatology. Ambas presentan constantes muy similares, por lo que según Hendi un estudio más minucioso de cada caso podría evitar muchos diagnósticos de melanoma y sus consiguientes consecuencias, como cirugía y tratamientos con quimioterapia y radioterapia, agresivos para el paciente. La investigación ha comparado dos de los criterios más empleados para el diagnóstico de melanoma (la alteración en la cantidad de melanocitos presentes en la piel expuesta al sol, y la presencia de melanocitos adyacentes), observando que en la piel sana expuesta al sol también aparecen estos indicadores, utilizados hasta ahora por los patólogos para diagnosticar melanoma. Por ello creen que su hallazgo podrá evitar falsos diagnósticos, así como ahorrar cirugía y tratamientos agresivos a los pacientes.
Frente a las críticas a un posible sobrediagnóstico, los expertos de la Clínica Universitaria de Navarra argumentan que el melanoma es el cáncer cutáneo más mortífero que existe, que la tasa de mortalidad ha aumentado de 6.000 a 9.000 casos en diez años y que en EEUU es la principal causa de muerte en las mujeres de entre 19 y 50 años. Por este motivo, es preferible que puedan aparecer falsos positivos a que un diagnóstico más conservador degenere finalmente en melanoma y ya sea tarde, porque en este tipo de cáncer un diagnóstico temprano garantiza el tratamiento quirúrgico y curación de un 99% de los casos.
Para extirpar el tumor de piel tipo melanoma se emplea habitualmente la cirugía de Mohs. Llamada así por Frederic Mohs, el dermatólogo que desarrolló la técnica hace unos sesenta años en la Universidad de Wisconsin, consiste en analizar al microscopio todos los bordes del tumor, haciendo una biopsia intraoperatoria. El patólogo informa del estado de la muestra y, si es preciso, se procede a ampliar la zona. Se trata de no cerrar el defecto hasta no tener la seguridad de que se haya extirpado todo el tumor. La diferencia con las técnicas de cirugía convencional es abismal ya que se extirpaba el tumor e inmediatamente después se reconstruía la zona afectada. Esta técnica, además de asegurar la extirpación total del tumor, favorece la máxima conservación del tejido sano y eleva el porcentaje de curación.
Con el paso del tiempo la técnica se ha perfeccionado, pero la base sigue siendo la misma: En primer lugar se anestesia la zona afectada para que quede insensibilizada por completo; después se procede a extirpar la capa de piel afectada por tumoración y se extraen pequeñas porciones del tejido extirpado para examinarlo al microscopio y poder determinar si el tumor ha sido eliminado o no en su totalidad. A la espera de los resultados del laboratorio (unos 35-40 minutos) se cura la herida provisionalmente para evitar el sangrado. Si tras el análisis del tejido se detecta alguna célula cancerosa, se repite todo el procedimiento pero sólo en el área afectada.