Un análisis de sangre puede desvelar a una persona sana la probabilidad que tiene de sufrir en un futuro un determinado tipo de cáncer, demencia o enfermedad cardiovascular. Algunos lo verán como una oportunidad de adelantarse y prevenir el problema; para otros será una condena con la que vivir el resto de su vida. El avance en la investigación genética nos empuja hacia una medicina de precisión. Es decir, hacia remedios a medida centrados en las características genéticas de cada paciente, para tratar a cada uno de nosotros como un ser biológicamente único. ¿Cómo pueden beneficiarnos estas pruebas que analizan nuestro ADN?
El genoma humano (el conjunto del material hereditario de nuestro organismo) está formado por 46 cromosomas que contienen alrededor de 25.000 genes (unos 3.200 millones de pares de bases de ADN). Se necesitaron 13 años para secuenciarlo al completo (ocurrió en el 2003), pero hoy se puede hacer en un solo día. Este descubrimiento, el ser capaces de leer todos esos pares de bases de ADN, significó poder identificar todas las variantes genéticas de una persona y ofrecer información muy relevante sobre los antecedentes familiares y las enfermedades hereditarias. Para que nos hagamos una idea, fue como dar al fin con el manual de instrucciones completo para fabricar el cuerpo humano.
Pero no es lo mismo que estudien nuestro genoma al completo (los test genómicos, algo relativamente innovador que ofrecen ciertas clínicas), a que investiguen solo los genes vinculados a una determinada enfermedad que pesa sobre la familia. Ambas pruebas genéticas, siempre realizadas en el hospital (ya sea público o privado), tampoco tienen nada que ver con aquellas pruebas caseras que se pueden comprar online y realizar en el domicilio. Aprender a identificarlas nos ayudará a comprender un poco mejor la genética y saber en qué medida esta ciencia puede ayudarnos.
Chequeo genómico: qué información aporta
La Clínica de la Universidad de Navarra es hoy en día el único hospital en España que realiza el estudio del genoma completo a cualquier persona sana que quiera que le lean su mapa genético. Los resultados de una muestra de sangre le ofrecerán información acerca de 566 genes relacionados con más de 650 enfermedades, de las que 225 son de origen genético. Hablamos de patologías como:
- varios tipos de cáncer (páncreas, colorrectal, mama, ovario, próstata, melanoma).
- enfermedades cardiovasculares.
- trombofilias.
- enfermedades neurodegenerativas.
- o alternaciones del sistema inmune.
El estudio también aporta información sobre cómo reacciona el organismo a más de 300 fármacos a partir de la genética y cuesta 3.500 euros.
Imagen: Antonio_Corigliano
Aquellos interesados en hacerse esta prueba, pero que sientan algo de temor ante los resultados, deben saber que en un 90 % de los casos estos son tranquilizadores. La directora de la Unidad de Medicina Genómica de la Clínica Universidad de Navarra, Ana Patiño, explica que el test genómico es una prueba voluntaria, y la persona es informada previamente y después de someterse a ella. La información que se recibe depende de los resultados que encuentren.
“En un 10 % de los casos localizamos ‘hallazgos relevantes urgentes’, como, por ejemplo, una predisposición a algún tipo de cáncer o problemas cardiológicos”, asegura Patiño. Estas personas, que aún no han desarrollado la patología en concreto, suelen ser citadas a una consulta de genética especializada en la que se coordinan una serie de medidas adecuadas al riesgo que se tiene de desarrollar la enfermedad, así como la realización de nuevas pruebas.
“Pero el 90 % de las personas obtienen unos resultados poco relevantes (sin riesgo en la predisposición a enfermedades graves) y suelen recibir consejos médicos sobre un cambio en la dieta, utilizar más protección solar, evitar ciertos fármacos…”, comenta. Consejos que, por otro lado, cualquier especialista en salud daría a su paciente, independientemente de su predisposición genética a desarrollar alguna enfermedad.
Estudio genético dirigido: quién puede solicitarlo
Tanto en la sanidad pública como en los hospitales privados españoles se hacen estudios genéticos siempre dirigidos. Encontrar mutaciones hereditarias en los genes que predisponen al cáncer o a cualquier otra enfermedad es un proceso laborioso, caro y que requiere de equipos y personal muy especializados. Por eso existen ciertos requisitos a la hora de valorar la realización de un diagnóstico genético a un paciente.
? Cualquier persona puede comentar con su médico de atención primaria la posibilidad de realizar una consulta de asesoramiento con el genetista si sufre las siguientes enfermedades:
- Enfermedades de herencia genética, como el cáncer (entre el 5 % y 10 % son hereditarios).
- Malformaciones congénitas.
- Discapacidad intelectual.
- Anomalías de la fertilidad.
- Enfermedades raras.
- Enfermedades neurológicas.
- Enfermedades cardiológicas.
- Algunas enfermedades pediátricas.
- Enfermedades hematológicas (afectan a la producción de sangre y sus componentes, como la leucemia).
? También, si sus dos progenitores han fallecido por cáncer. Entonces se le realiza un historial familiar con un árbol genealógico en el que se intenta identificar si hay varios miembros de una familia afectados por el mismo tumor. “Así se puede establecer el riesgo que tiene ese paciente y, en consecuencia, decidir qué prueba genética es la adecuada”, explica la doctora Belén Gil Fournier, responsable de la Unidad de Genética del Hospital de Getafe (Madrid).
? Es posible que en la familia ya exista un pariente que ha sido estudiado previamente en la consulta de genética y se le haya identificado una alteración que causa una determinada enfermedad. “Entonces, cualquier familiar de este paciente con riesgo de tener esta alteración también puede solicitar el estudio”, apunta el doctor Jesús Solera, responsable de la Unidad de Oncogenética Molecular del Hospital La Paz (Madrid).
Imagen: jarmoluk
Supongamos que un paciente con una miocardiopatía, por ejemplo, llega a la consulta de genética para intentar averiguar si el origen de su patología es hereditario. En este caso, los especialistas valoran su caso y, una vez se da el visto bueno, se secuenciarán solamente los genes relacionados con la miocardiopatía en concreto. Estos estudios pueden llegar a ser muy amplios, secuenciando a veces de forma masiva todos los genes que se han descrito para esa patología.
¿Qué busca una prueba genética?
¿Qué es lo que se pretende exactamente con estas búsquedas? Estudiar el ADN (la molécula que está dentro de cada una de nuestras células y que, además de conformar nuestros genes, tiene las instrucciones necesarias para crear y mantener la vida) y determinar si existe alguna alteración. “Se busca identificar una mutación, lo cual significa que hay un error en un gen, un cambio en él que es el que provoca la enfermedad hereditaria”, sostiene la doctora Gil.
Hay pacientes a los que se les prescribe estudiar una mutación específica de un gen en concreto (especialmente si esa mutación se ha descrito en algún familiar directo). Sin embargo, hay otros a los que, después de analizar su caso, se les prescribe secuenciar simultáneamente varios genes que estén implicados. El motivo es que hay enfermedades que están causadas por la mutación de un único gen, como en los ejemplos anteriores, pero existen otras muchas que están producidas por la mutación de varios genes. En este sentido es importante destacar que constantemente se descubren nuevos genes que están implicados en diferentes enfermedades, como el cáncer. “Respecto al cáncer de mama y ovario, hace unos años se estudiaban casi exclusivamente los genes BRCA1 y BRCA2. En cambio, ahora se analizan cerca de 30 genes en pacientes que se someten al estudio genético”, explica Jesús Solera.
Beneficios de hacerse un estudio genético
El resultado de un estudio genético puede tener varias consecuencias para el paciente, pero los beneficios del diagnóstico se extienden más allá de la persona que realiza la consulta. “Por ejemplo, descubrir la presencia de mutaciones en los genes BRCA1 o BRCA2 (las personas con estas mutaciones heredadas tienden a presentar cánceres de mama y de ovario en edades más jóvenes que aquellas que no las tienen), nos permite tratar a las pacientes con un tipo de fármaco específico para los tumores con esta mutación hereditaria, que no se indicaría a personas que sufren este cáncer sin tener estas alteraciones genéticas de esos dos genes”, afirma el doctor Solera.
Pero, además de este aspecto sobre el tratamiento, identificar la alteración genética también posibilita realizar tratamientos por anticipado, como una mastectomía preventiva: la extirpación quirúrgica de las glándulas mamarias para minimizar el riesgo de sufrir el cáncer en un futuro, como hizo la actriz Angelina Jolie.
Por otro lado, también va a permitir identificar a posibles portadoras en la familia (madres, hijas, nietas) y establecer revisiones ajustadas a la situación de riesgo que presenten, de manera que se pueda identificar precozmente cualquier lesión sospechosa, lo que significará un mejor pronóstico. “En algunos tipos de cáncer también se puede plantear el diagnóstico preimplantacional. Algo que, en los casos de fecundación in vitro, podría evitar el nacimiento de niños con esta alteración que lleva la familia en sus genes”, explica el responsable de la Unidad de Oncogenética Molecular del Hospital La Paz.
No solamente hablamos de cáncer. Detectar precozmente una mutación asociada a una enfermedad neurodegenerativa (Alzheimer, Parkinson, esclerosis o cualquier otra demencia) que disponga de tratamiento puede significar modificar el curso de la dolencia y retrasar su avance. “En las enfermedades que no tengan tratamiento se puede también ayudar al paciente con cambios en sus hábitos y planificando su vida profesional y familiar, para anticiparse a la evolución”, explica la doctora Rodríguez Martínez.
Imagen: Pixabay
“Nuestra mayor satisfacción se da cuando, tras la consulta de una persona, años después diagnosticamos un cáncer en fase precoz a un familiar suyo”, cuenta Ricardo Cubedo, responsable de la Unidad de Cáncer Hereditario y de Sarcomas de MD Anderson Cancer Center, de Madrid. “Para ese primo o hermano es obviamente una mala noticia, pero sabemos que ese cáncer habría aparecido de todas formas y que, de no haber sido por el diagnóstico genético de su familiar años atrás, es posible que no se hubiese diagnosticado a tiempo para curarlo”.
Cuándo se comunica el resultado de la prueba genética
No es sencillo comunicar al paciente los resultados, por lo que resulta fundamental dedicar tiempo para aclararle varios conceptos básicos de genética antes de contarle cuál es la mutación concreta que se ha encontrado y lo que significa. Además, no suele estar implicada una sola persona, sino varios miembros de la familia, por lo que a veces los médicos tienen que programar varias sesiones informativas para ir desgranando dudas.
Es muy importante aclarar al paciente que se hereda la predisposición a padecer un determinado tipo de cáncer, lo que significa que existe un mayor riesgo de desarrollarlo, pero no hay certeza de que vaya a ser así. “Se hereda la susceptibilidad, no el tumor”, insiste la doctora Gil Fournier. El doctor Cubedo también considera que es uno de los aspectos que hay que dejar más claros al paciente: “Salvo algunos casos rarísimos de síndromes relacionados con cánceres infantiles, no existe una mutación que condene al cáncer a quien la porta”. Lo que sí sucede es que se multiplican las probabilidades de padecerlo respecto a quienes no la portan. “Esta probabilidad puede ser moderada (un 10 %) o muy alta, superior al 70 % en algunos casos”, cuenta el médico.
Casi cualquier mutación o nuevo caso de cáncer ligado a mutaciones hereditarias que se diagnostique en cualquier parte del mundo queda incorporado a bases de datos que se van actualizando, por lo que se crean estadísticas casi en tiempo real. Esto permite al especialista, a tenor del tipo de mutación que se haya encontrado tras el estudio, aproximar ese porcentaje de riesgo de padecer el cáncer y, a partir de ahí, diseñar un plan de seguimiento o tratamiento.
¿Y si es una enfermedad sin cura? Decirle a una persona que tiene alto riesgo de desarrollar obesidad (puede comenzar a cambiar sus hábitos de vida y alimentación) o alguna cardiopatía (una patología de gravedad, pero para la que existe tratamiento) no es lo mismo que decirle que es probable que desarrolle una enfermedad para la que no existe cura, como el mal de Alzheimer. “La voluntad del paciente es lo primero, hay algunos que eligen que no les demos el resultado de un gen en concreto. De todas maneras, en el test genómico que realizamos en la Clínica Universidad de Navarra no se incluyen los test de patologías en las que no se puede hacer nada de prevención”, matiza Ana Patiño.
Cada persona se toma la noticia según su personalidad y su forma de entender la vida, cuenta el doctor Cubedo. Algunas lo digieren mucho peor por el hecho de haberles pasado una mutación dañina a algunos de sus hijos que por portarla ellas mismas. Pero, en general, para la mayoría es una oportunidad, una ventaja de la que no disfrutaron sus padres ni otro familiar que padeció la enfermedad en anteriores generaciones. “Después de pasarlo mal unas semanas tras el diagnóstico, comprenden la suerte de haber consultado y ya no se acuerdan de que son portadores de una mutación que les predispone a esa patología hasta que les toca revisión”, concluye Cubedo.