El consumo de tabaco mata a 13.400 personas al día en el mundo, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud. Si no se ataja pronto, se calcula que hasta 2020 matará a 8,4 millones de personas al año. Estas cifras evidencian las razones de poner en las cajetillas la leyenda “Fumar mata”. Pero, a pesar de que son muy conocidos los efectos perjudiciales del tabaco, millones de personas siguen enganchadas a sus componentes adictivos. Los tratamientos para dejar de fumar luchan contra la dependencia psicológica y física que provoca la nicotina, una de las drogas más adictivas que se conocen.
Motivación
España es el país de la Unión Europea con mayor índice de tabaquismo, con un 34% de fumadores habituales, según datos del Ministerio de Sanidad y Política Social. Las estadísticas nos muestran que la media de edad en la que se empieza a fumar es de 13,3 años -cuando todavía se es un niño y no se conocen bien los riesgos que conlleva- y que cada persona consume cada día 16,8 cigarrillos. Por sexos, un 42% de los hombres fuman, y en las mujeres se observa un gran incremento alcanzando un 27% en 2001. Estos datos configuran un panorama en que el tabaquismo se ha convertido en la principal enfermedad y causa de muerte evitable en nuestro país.
El tabaquismo se ha convertido en la principal enfermedad y causa de muerte evitable en España
No olvidemos que la evidencia científica ha demostrado que fumar provoca, entre otras enfermedades, el cáncer de pulmón, de boca, faringe, laringe, enfisema pulmonar, bronquitis crónica y cardiopatía isquémica -que puede desembocar en anginas de pecho e infartos-. Y con el dato añadido de que éstas no sólo afectan al que consume tabaco, sino que al ser más nocivo el humo que desprende el cigarrillo que el que inhala el fumador, los riesgos también acechan a los fumadores pasivos, aquellos que no prueban los cigarrillos pero que están expuestos a su humo.
A pesar de que sean obvias las enfermedades que causa esta adicción, el problema es que la nicotina que contiene el tabaco está considerada como una droga de alto poder adictivo y genera dependencia, tanto física como psíquica. Y por esa razón cuesta tanto desengancharse. Cuando se fuma, la nicotina llega en 10 segundos al cerebro y tiene efectos placenteros que empiezan a provocar dependencia. Cuando se deja de fumar y el cuerpo ya no absorbe la nicotina aparece el síndrome de abstinencia, que tiene estos síntomas:
- Un gran deseo de fumar
- Ansiedad
- Irritabilidad y nerviosismo
- Frustración
- Melancolía
- Dificultad de concentración
- Cansancio
- Insomnio
Tratamiento psicológico
A la mayoría de las personas no les basta con la motivación y la voluntad para desengancharse de una sustancia tan adictiva como la nicotina y entonces deben acudir al médico para que les ayude a dejar el tabaco. “Lo más importante desde el punto de vista psicológico es que la persona quiera abandonar este hábito, cuando piensa que en ese momento o en pocos días tiene que dejar de fumar”, explica José Ignacio de Granda, coordinador del área de tabaquismo de la SEPAR, la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica.
Los tratamientos tienen dos objetivos: desintoxicarse, para lo cual se utilizan los fármacos, y deshabituarse
Estos tratamientos tienen dos objetivos: desintoxicarse, para lo cual se utilizan los fármacos, y deshabituarse. “Por eso en los hospitales se empiezan a implantar consultas de deshabituación tabáquica, a donde el fumador acude para reforzar su actitud de no volver a fumar. Los pacientes van a estas consultas por el boca a boca o porque el médico de atención primaria les dirige allí. Suelen acudir personas que tienen que dejar de fumar porque les obliga una enfermedad grave”, añade De Granda.
Teniendo en cuenta todo esto se inicia el proceso en el que se siguen consejos como estos:
- Fijar una fecha para dejar de fumar.
- En los días previos y mientras dura el tratamiento, apuntar los cigarrillos que se fuma cada día para tener conciencia de cuándo se consume tabaco.
- Buscar el apoyo de familia y amigos, contarles que se está intentando dejar de fumar.
- Evitar las situaciones que conllevaban fumar hasta ahora, para no recaer.
- Mentalizarse día a día de que no debe fumar.
- Si se recae, no pasa nada. Tomarlo como un aprendizaje hacia la abstinencia. Es difícil dejar de fumar a la primera.
En general se trata de seguir técnicas de modificación de conducta, como técnicas de autocontrol o lo que se llama contratos de contingencia, que consisten en comprometerse a hacer algo si se recae en el tabaquismo. Después de elaborar la terapia, se hacen reuniones con los pacientes en las que se tratan los problemas que surgen y la efectividad de los tratamientos propuestos. Carlos Germán, licenciado en Psicología Clínica y con experiencia en estos casos piensa que las técnicas encaminadas a controlar la ansiedad y a aumentar el autocontrol son las más adecuadas. “Se deben enseñar técnicas de relajación, ejercicios de respiración e intentar que la autoestima de la persona aumente”, señala.
Método de Allen Carr
Dentro de los tratamientos psicológicos se encuadra el método de Allen Carr. “Ayudamos al fumador a entender por qué fuma. Todos los sistemas se basan en que dejar de fumar es difícil e intentan hacer algo para minimizar la dependencia física. Pero el verdadero problema es la adicción psicológica. Todos los fumadores saben que fumar es malo, aunque creen al mismo tiempo que les aporta algo. Tienen ilusiones como que les ayuda a superar el estrés, que relaja o que uno se ve más atractivo con un cigarrillo en la mano. Y la realidad es la contraria: está científicamente comprobado que fumar provoca estrés. Nosotros les ayudamos a quitarse esas ideas falsas de la cabeza”, explica José Vallines, director de negocios de The Greener Grass Company, la compañía que comercializa en España el método Allen Carr’s Easyway.
Consiste en una charla de 6 horas que un instructor da a un grupo de entre 12 y 14 personas. Desde esta empresa se asegura que sólo con esta charla -sin recurrir a ningún fármaco- es suficiente para dejar de fumar y con tasas de éxito sorprendentes. “Transcurrido un año, el 70% de las personas ha dejado de fumar”, asegura Vallines.
Terapia farmacológica
Además de todos los métodos psicológicos, los médicos utilizan también terapia farmacológica para ayudar a superar la dependencia física de la nicotina. Lo más utilizado es la nicotina y el bupropión:
Nicotina
La terapia sustitutiva con nicotina (TSN) consiste en administrar este compuesto, pero en dosis menores que las que provocan dependencia y al mismo tiempo las suficientes para disminuir los síntomas del síndrome de abstinencia. Se toma en forma de chicles, parches, inhaladores, comprimidos o tabletas. “Se puede comprar nicotina sin receta médica, aunque es más recomendable acudir al médico. La cantidad de esta sustancia que debe tomar el paciente depende del grado de tabaquismo. Por eso se le hace un test al fumador para saber este dato. El tratamiento dura 3 meses en los que se reduce progresivamente la cantidad de nicotina, hasta que se elimina”, detalla el neumólogo De Granda. También es importante utilizar de forma correcta esta sustancia. Por ejemplo, el chicle de nicotina tiene su ciencia, porque se debe mascar sólo hasta que se libere la nicotina que es cuando se da un sabor intenso y entonces parar hasta que desaparezca ese sabor, para después repetir el ciclo.
Bupropión
No se conoce todavía bien cómo funciona el Bupropión, pero logra muy buenos resultados a la hora de paliar los síntomas del síndrome de abstinencia. Una de sus ventajas es que el aumento de peso que se produce al dejar de fumar -cuando se consume tabaco se pesa menos porque ese acto gasta calorías- es menor que el de otros métodos. El bupropión es un comprimido que se utilizaba a mediados de los 80 como antidepresivo. Se observó que en pacientes esquizofrénicos tenía como efecto que dejaran de fumar casi inmediatamente. Debe ser prescrita por un médico, ya que en algunas ocasiones tiene efectos secundarios que el paciente debe saber, como insomnio, dolor de cabeza o reacciones cutáneas. “Se utiliza entre 7 y 12 semanas y no hace falta dejar de tomarla de manera progresiva sino que se puede eliminar de golpe. Lo normal es recetar dos pastillas de 150 miligramos al día, pero hoy se tiende a utilizar sólo una por día, porque se observan los mismos efectos”, expone De Granda.