La secuenciación del genoma humano hace unos siete años ha demostrado que el ADN de todas las personas es idéntico en un 99,9%. En un mero 0,1% -además de en la interacción con el ambiente, por supuesto- está lo que nos hace únicos: desde los rasgos faciales y el carácter, a la tendencia a padecer determinadas enfermedades. Mediante el proyecto HapMap ya se han identificado más de tres millones de variaciones genéticas de esta pequeña fracción que nos hace únicos, y los resultados se presentan esperanzadores.
Hoy los científicos conocen ya más de tres millones de variaciones genéticas responsables de las diferencias personales. Gracias a este resultado, calificado por la revista ‘Science’ como el hallazgo más importante de 2007, sólo en un año se han identificado más de cincuenta genes implicados en enfermedades tan comunes como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, los tumores de mama y colon o la esclerosis múltiple. Se estima que podría haber unos quince millones de variaciones genéticas en el genoma humano.
Así que, aunque se han identificado ya más de 3,1 millones de estas variaciones, aún queda trabajo por delante. El proyecto que se ocupa de ello se llama HapMap, y en él participan centros públicos de investigación y compañías privadas de Japón, Reino Unido, China, Canadá y EE.UU. Sus resultados sugieren ya que, gracias a HapMap, se empezará a aprovechar realmente lo que supone conocer el propio genoma. Si antes se hablaba del genoma como algo genérico, algo ‘de la especie’, ahora se bajará cada vez más al nivel ‘persona’; se podrá entender por qué a unos les gusta el chocolate, a otros les salen pecas o les sienta mal determinado medicamento. Y, lo más importante, su riesgo de enfermar.
HapMap, expectativas cumplidas
Es cierto que desde la secuenciación del genoma se han hallado muchos genes implicados en diversas enfermedades. Pero los métodos usados para ello no son la vía para desvelar los millones de variaciones genéticas humanas. Estos métodos ‘tradicionales’, como seguir la herencia de un determinado rasgo en familias o buscar genes comunes entre pacientes con los mismos síntomas, sirven para factores genéticos con un efecto potente. Pero no detectan la acción a menudo muy tenue y combinada de muchos genes, que es precisamente lo que está detrás de la inmensa mayoría de enfermedades comunes y de las características que nos definen.
Por eso los investigadores han desarrollado técnicas para analizar a la vez cientos de miles de variaciones genéticas, y compararlas con cientos o miles de personas con o sin una determinada enfermedad o carácter. Así es posible ver qué riesgo se asocia a cada variación, o combinación de variaciones. Las consecuencias de este proyecto prometen ser abrumadoras. Y no sólo desde el punto de vista médico. Es conocido el debate respecto a las compañías aseguradoras y las políticas de empleo.
Gracias a HapMap se han hallado factores genéticos de enfermedades cardiacas, cáncer de mama, diabetes y cáncer colorectal, entre otros
Pero los ámbitos afectados son muchos más. ¿Debe un niño ser tratado de forma especial en el colegio si sus rasgos genéticos le predisponen hacia una personalidad u otra? Saber que se tiene un riesgo bajo, pero real, de padecer cáncer, alzheimer o diabetes, ¿debe preocupar? ¿Lo tendrá en cuenta la gente a la hora de escoger pareja? En cualquier caso, el proyecto para sacar a la luz lo que nos diferencia de nuestros congéneres está yendo más rápido de lo esperado. Y las expectativas respecto a sus resultados parecen cumplirse.
Factores genéticos
Cuando empezó HapMap, en 2002, el director del Instituto Nacional de Investigación sobre el Genoma Humano estadounidense, Francis Collins, dijo que sería «una herramienta poderosa para ayudarnos a dar el próximo salto cuántico hacia la comprensión del papel de los genes en enfermedades como el cáncer, la diabetes y las enfermedades mentales».
Este año, después de que la revista ‘Science’ declarara los resultados de HapMap los más importantes del año, Collins afirma que «la buena noticia es que después de muchos años, de décadas, de sentirnos frustrados porque no encontrábamos las variaciones responsables del riesgo de padecer enfermedades comunes, ahora están apareciendo por todas partes, y realmente están transformando lo que sabemos». Cada uno de estos factores da una idea completamente nueva de lo que es la enfermedad en que intervienen. «De hecho», añade Collins, «pueden empezar ya toda una serie de proyectos para intentar prevenir o curar esas enfermedades».
Como explica la experta Elizabeth Pennisi en ‘Science’, entre las enfermedades para las que se han hallado factores genéticos este año gracias a HapMap están dolencias cardiacas, cáncer de mama, síndrome de las piernas inquietas, cáncer colorectal, glaucoma, esclerosis lateral amiotrófica, espondilitis anquilosante, diabetes, esclerosis múltiple, artritis reumatoide y enfermedades autoinmunes como la enfermedad de Crohn. Uno de los estudios identificó incluso variantes de dos genes capaces de ralentizar la aparición del sida, «lo que demuestra el potencial de este abordaje para entender por qué varía la susceptibilidad de las personas ante las enfermedades infecciosas», dice Pennisi.
Cuanto más, mejor
Es cuando menos un avance importante en lo cuantitativo. «Entre 2000 y 2004 se venían descubriendo uno, como mucho dos factores genéticos al año implicados en enfermedades comunes», explica en ‘Science’ Daniel Altschuler, del Instituto Broad de Massachusetts (EE.UU.). «Pero sólo este año ha habido unos 75 hallazgos de genes relacionados con enfermedades comunes», dice el experto. Son en su mayoría variaciones que proporcionan un riesgo tal vez apenas un 20% o un 30% mayor de padecer una enfermedad. Pero se considera que el haber hecho los estudios con decenas de miles de personas les confiere un valor estadístico importante.
Además, uno de los objetivos de HapMap es que aquéllos cuyo ADN es analizado pertenezcan a poblaciones con distinto bagaje genético, para cubrir un rango amplio de variaciones y que los resultados puedan beneficiar a cuantas más personas mejor. Así, en 2002 el proyecto empezó con cerca de 300 muestras obtenidas en Nigeria (de la etnia de los yorubas), Japón, China (de la etnia han) y EE.UU. (con antepasados del Este y Norte de Europa). Para los estudios de asociación con enfermedades se ha recurrido a datos de otras decenas de miles de personas en otros países, como Reino Unido o Francia. Los resultados de HapMap son puestos en seguida a disposición de la comunidad científica internacional, gratuitamente.
No todo son resultados sobre riesgos de padecer una u otra enfermedad. También se espera información sobre buena salud -la famosa búsqueda de la clave de la longevidad- y sobre todo sobre reacción ante fármacos: por qué los medicamentos no funcionan en todos igual, o generan distintos efectos secundarios. Esto último es importante para las compañías farmacéuticas, que podrán acotar mucho más el público al que se dirige un determinado fármaco en función de su perfil genético, y así minimizar los rechazos.
Los planes del proyecto HapMap para el futuro pasan por aumentar las poblaciones que han donado ADN a otras siete: los Luhya y los Kinyawa, de Kenia y la Toscana, en Italia; y desde EE.UU., los indios Gujarati en Houston, la comunidad china urbana en Denver, personas de origen mexicano en Los Ángeles y población de origen africano en el suroeste del país.