Cada vez cuidamos más de nuestra salud oral. Por lo general, los españoles nos cepillamos los dientes dos veces al día (43,3 %) o tres o más (29,6 %), según la última Encuesta Nacional de Salud de España (ENSE) de 2017. La mayoría usamos solo el cepillo manual con la pasta dentífrica y los enjuagues bucales o colutorios son el método preferido para completar nuestra higiene bucodental a diario. No obstante, otros sistemas van haciéndose hueco; entre ellos, los irrigadores dentales. Te contamos qué es este producto, para qué sirve y para qué personas está indicado.
Cerca del 70 % de los españoles utiliza en exclusiva un cepillo manual para limpiarse los dientes, mientras que el 20 % se decanta por el cepillo eléctrico, sobre todo en el centro y noreste del país y un 10 % combina ambas modalidades. Además, según el ‘Libro Blanco de la Salud Bucodental en España 2015’, entre los métodos auxiliares de higiene oral más frecuentes destacan los colutorios (64 %), la seda o hilo dental (34 %) y los cepillos interdentarios (18 %).
Pero asoma otro tímidamente: el irrigador bucal o spray de agua. Y aunque su uso en nuestro país es “muy limitado”, según reconocen desde el Consejo General de Dentistas, estos aparatos que hasta hace unos años solo veíamos en las consultas odontológicas, cada vez se ven más en los cuartos de baño de los hogares.
¿Qué es y para qué sirve un irrigador dental?
El irrigador dental es un dispositivo que expulsa un chorro de agua a presión sobre los dientes y encías. Así puede eliminar restos de comida, placa dental y bacterias que se vayan acumulando en zonas poco accesibles para el cepillo. Además, a veces, al agua se le añade algún agente antiséptico para añadir un efecto antimicrobiano. También ayuda a reducir el sangrado y las enfermedades de las encías.
Existen diversos modelos de irrigadores bucales en el mercado (con precios entre los 25 y 90 euros), pero su diseño y estructura es muy parecida. Cuenta con un depósito para el agua al que va conectada una manguera terminada en una boquilla que proyecta el líquido sobre dientes y encías. También tiene un selector de presión para regular la fuerza de salida del chorro. Los hay portátiles, de sobremesa, que también pueden ser cepillos eléctricos… y hasta existen los que, en vez de tener depósito, se conectan al grifo.
Imagen: wilkernet
¿Es eficaz? Según un estudio estadounidense de 2009, su uso elimina casi todo el biofilm, esa película de bacterias que se adhiere a la superficie de los tejidos blandos (lengua, mucosa, etc.) y duros (superficie dental). Y según una revisión de 35 estudios realizada en 2019 por el Grupo Cochrane de Salud Oral, la evidencia disponible sobre su empleo domiciliario es “limitada e inconsistente”. Aun así, sus autores señalan que a corto plazo el cepillado de los dientes más la irrigación dental puede reducir la gingivitis a corto plazo y que la irrigación bucal puede ser mejor que el uso de hilo dental para disminuir la gingivitis (pero no la placa).
Eso sí, “el irrigador dental no sustituye ni al cepillado ni a la higiene interdental con hilo o cepillo, sino que lo complementa”, aclara el doctor Óscar Castro, presidente del Consejo General de Dentistas.
Cuándo es recomendable usar un irrigador bucal
Si bien puede utilizarse para facilitar la higiene de zonas bucales que con el resto de métodos no quedan por completo limpias, el irrigador dental está particularmente indicado en personas sometidas a un riesgo mayor de sufrir alguna patología oral, tal y como comenta el doctor Castro:
- pacientes de alto riesgo de caries o enfermedad periodontal.
- adultos mayores en los que la higiene no es del todo adecuada.
- pacientes con grandes discapacidades que requieren de ayuda para su higiene.
- individuos con tratamientos dentales complejos (coronas, implantes) para mejorar su mantenimiento.
También se suele recomendar a pacientes con tratamiento de ortodoncia fija, debido a las dificultades que presenta su higiene diaria por los brackets y alambres.
Cómo usar el irrigador dental
Lo idóneo es utilizar el irrigador bucal en el lavabo del cuarto de baño porque suele salpicar. ¿Cómo usarlo? Los expertos aconsejan seguir la línea de la encía, pasando por todos los dientes y dirigiendo el chorro de agua hacia la línea que dibuja la encía con el diente y entre todos los espacios interdentales. Se debe disparar el chorro durante dos segundos sobre cada diente y repetir el proceso en cada pieza, hasta repasar toda la boca. Esta tarea suele llevar unos dos minutos.
¿Cuántas veces hay que limpiarse los dientes con un irrigador al día? “Salvo indicación expresa del dentista, es recomendable usarlo después del cepillado nocturno”, concluye el especialista.