A Johann Christian Virchow su especialización en los mecanismos fisiopatológicos del asma bronquial han acabado por convertirle en todo un líder de opinión para los alergólogos. No en vano, Virchow presidió el mes pasado el Comité Científico del XXVIII Congreso de la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI) en Varsovia (Polonia), donde CONSUMER EROSKI tuvo la oportunidad de entrevistarle a propósito del asma y del papel asignado a los pacientes en su curación. “Disponemos de tratamientos idóneos para controlar la enfermedad, pero el nivel de control es todavía muy pobre; no se trata de dar con mejores fármacos, sino de implicar más a los enfermos”.
Los ensayos clínicos demuestran que el asma puede controlarse de forma eficaz en la mayoría de los pacientes, pero las tasas de control son muy pobres en todo el mundo. Esto sugiere la necesidad de variar la conducta no sólo de los pacientes, sino también de los profesionales.
Expertos internacionales reivindicamos aspectos de la enfermedad que se han dejado un poco de lado, como el papel preponderante de los especialistas de atención primaria, la importancia de evitar la exposición de los individuos atópicos a los alérgenos, la creciente relación de la enfermedad asmática con la rinitis o aspectos tan sabidos como la necesidad de no fumar.
“Si queremos vivir tranquilos, no podemos relajar la prescripción del médico”
Más de lo que quisiéramos sus médicos. Muchos creen estar equipados con el arsenal terapéutico adecuado para hacer lo que quieran. Tenemos buenos tratamientos con los que el asmático puede hacer una vida casi normal, incluso participar como deportista de élite en unos juegos olímpicos; pero es importante tener conciencia de que se está enfermo, de que nuestras vías respiratorias o nuestro sistema inmune deben hacer frente a una amenaza de salud. Para un buen control del asma hace falta una buena conciencia de asmáticos.
No tendría que ser así. Una buena educación de los pacientes pasa por comprender que la medicación de rescate no es ninguna panacea y que el acometimiento terapéutico de la enfermedad exige un control a largo plazo. Tampoco es cierto que, a falta de síntomas, podamos relajar el cumplimiento. Si queremos vivir tranquilos, no podemos relajar la prescripción del médico.
Para saber si se hace lo correcto disponemos de una monitorización con biomarcadores y de cuestionarios sobre el estado tanto del asma como de la rinitis.
Es una enfermedad inflamatoria crónica de las vías aéreas que, ante determinados estímulos, produce una obstrucción que da lugar al ahogo. Esta obstrucción se puede tratar, es reversible; en cambio, la enfermedad da lugar a una remodelación irreversible, cambios en el árbol bronquial contra los que nada podemos hacer. Es la cara más oscura y menos visible de la enfermedad.
Las guías internacionales hablan de control en ausencia de síntomas, tanto diurnos como nocturnos, o con ataques muy ocasionales. No obstante, también computan en esta percepción de control el número de visitas a urgencias, el empleo de medicamentos de rescate, las limitaciones al ejercicio físico o la función pulmonar. Cuando el paciente está motivado, tiene la tranquilidad de contar con un tratamiento eficaz y se apresta a hacer una vida normal sensata para un asmático, sin poner a prueba la enfermedad.
Son asmáticos muy disciplinados, con un grado de conciencia excelente y un cumplimiento terapéutico ejemplar, lo que les permite llegar a batir marcas mundiales que individuos no asmáticos no consiguen batir.
Un estudio finlandés de 10 años demostró que la intervención directa sobre los pacientes mejora el cumplimiento y también el coste anual de esta enfermedad.
Otros estudios llevados a cabo en Australia, Canadá, Francia, Suecia, Reino Unido y Estados Unidos llegan a la triste conclusión de que tres cuartas partes del coste anual del asma se deben a la falta de control por parte del paciente.
Cada año, la Global Initiative for Asthma (GINA) reúne a expertos de todo el mundo con el fin de actualizar las guías estratégicas para combatir la enfermedad y dejar constancia en su página web de las novedades incorporadas. Las guías especifican su cometido por grupos de edad. Parten de los niños mayores de 5 años, hasta los adolescentes, adultos y ancianos. Virchow justifica esta disposición por grupos debido a que la enfermedad puede variar con la historia natural del paciente: “No sólo cambian las dosis o las medicaciones, también los consejos que se deben dar, el grado de supervisión de los familiares y los retos psicológicos a los que el paciente deberá hacer frente”.
En la última reunión, se puso énfasis en el grupo infantil. Se trató de buscar el consenso con los pediatras respecto al mejor tratamiento posible y se analizó qué efecto tiene un buen control del asma infantil sobre el asma adolescente.