La depresión está asociada con un riesgo significativamente mayor de padecer accidente cerebrovascular y muerte por accidente cerebrovascular, tal como concluye un análisis de 28 estudios con más de 300.000 pacientes en total que se recoge en un artículo publicado en la revista ‘JAMA’.
El accidente cerebrovascular es una de las principales causas de muerte e incapacidad permanente, con importantes pérdidas económicas debido a las alteraciones funcionales que ocasiona. La depresión, por otro lado, es altamente prevalente en la población general. Se estima que un 5,8% de los hombres y un 9,5% de las mujeres experimentarán algún episodio depresivo al año. La incidencia de depresión se ha estimado en más de un 16% de la población general, según la información que respalda el artículo.
El doctor An Pan, de la Harvard School of Public Health en Boston (Estados Unidos), y sus colaboradores realizaron una revisión sistemática y un meta-análisis de estudios de cohorte prospectivos para describir la asociación entre la depresión y el riesgo de accidente cerebrovascular. Los investigadores realizaron una búsqueda en la literatura médica e identificaron 28 estudios prospectivos de cohorte que cumplieron los criterios para su inclusión en el análisis. El estudio, que incluyó a 317.540 participantes, informó de 8.478 casos de accidente cerebrovascular en un período de seguimiento de dos a 29 años.
Los autores del trabajo observaron que, cuando los datos de los estudios se combinaron, el análisis indicó que la depresión estaba asociada con un 45% más de riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular total, un 55% más de riesgo de accidente cerebrovascular fatal y un 25% más de riesgo de accidente cerebrovascular isquémico. La depresión no se asoció con un mayor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular hemorrágico.
Los investigadores especulan que la depresión puede contribuir al padecimiento de un accidente cerebrovacular a través de diversos mecanismos, entre los que se incluyen el neuroendocrino (relativo a los sistemas nervioso y endocrino), los efectos inmunológicos y de inflamación, los comportamientos de salud deficientes (por ejemplo, el tabaquismo, la inactividad física y la mala alimentación), la obesidad, tener otras comorbilidades importantes, como la diabetes y la hipertensión, y el uso de medicamentos antidepresivos, que pueden contribuir a la asociación observada.