Cerca del 15% de las madres que acaban de dar a luz en el mundo sufren una depresión severa que les impide disfrutar de su maternidad. La ansiedad, la tristeza, el cansancio y la irascibilidad son síntomas que rompen el vínculo materno-filial y que el bebé puede percibir, afectando de forma negativa a su crecimiento. Aunque algunas mujeres son más vulnerables, cualquiera puede padecer una depresión post-parto sin causa aparente. Para evitarla es esencial la labor del médico, así como ofrecer una completa información durante el embarazo sobre los cambios y problemas que la madre deberá afrontar tras el parto.
Laura Ramiro para Consumer.es
Julio 2003
El babyblues, una respuesta común
No todas las madres que acaban de protagonizar el alumbramiento de una nueva vida se sienten igual de dichosas, y a pesar de esperar con ansia ver el rostro de su bebé y sentirle cerca, el 40% de las primerizas muestra indiferencia durante las primeras 24 horas. Cerca del 80% de las madres experimentan también sentimientos de tristeza, melancolía y apatía durante un período posterior, que puede abarcar de 1 a 15 días, y que coincide con la necesidad de adaptarse a la maternidad y a lo que ésta comporta.
La revolución hormonal, el no sentirte a gusto con el propio cuerpo, los problemas con la lactancia, el estrés provocado por el llanto del bebe y la falta de sueño son algunas de las dificultades por las que puede pasar cualquier mujer que acaba de dar a luz. Es el llamado “babyblues” o “maternityblues”, que según el Dr. José Mallafré Dols, Jefe del Servicio de Obstetricia del Institut Universitari Dexeus, no tiene efectos adversos ni para la madre ni para el recién nacido.
Es un estado que no se debe confundir con la depresión post-parto; afecta a un 10% ó 15% de las madres y puede aparecer en un período que abarca desde los 15 días post-parto hasta el final del primer año. Diagnosticada y tratada, su duración oscila entre las 6 y 8 semanas, pero de no ser así la sintomatología puede agudizarse y prorrogar la enfermedad. “Consiste en una serie de síntomas, tales como tristeza y abatimiento, unidos a una gran sensación de inseguridad e impotencia ante la responsabilidad de los cuidados del bebé”, explica la psicóloga Filo Rodríguez Lamelas, del centro ASTER PSICÓLOGOS de Oviedo.
Se trata de un “babyblues” intensificado, al que le acompañan otra serie de trastornos físicos y cognitivos que originan un cuadro de especial gravedad:
- Sentimientos encontrados: El equilibrio emocional de la madre resulta afectado y lo mismo experimenta culpabilidad que agresividad, ataques de pánico o crisis de llanto. El Dr. Mallafré afirma que también se pueden manifestar ideas de rechazo hacia el niño, con frases como “este niño ha arruinado mi vida” o “hubiese deseado que nunca hubiera nacido”. La mujer se encuentra en un estado de gran irascibilidad.
- Ansiedad: Si la autoestima disminuye, la inseguridad aumenta y con ella surgen los miedos, los temores y el desasosiego respecto a los cuidados del recién nacido y su salud.
- Problemas físicos: La mujer se siente fatigada, puede perder el apetito o, por el contrario, comer en exceso, así como padecer insomnio o tener dificultades para conciliar el sueño. Así mismo, la ansiedad también puede provocar palpitaciones, problemas gastrointestinales, exceso de sudoración y dificultades en la respiración.
- Desinterés: Los momentos de ocio se vuelven aburridos, la motivación por el trabajo desaparece y las relaciones sexuales no suscitan el mismo interés que antes. Así mismo, las puérperas que padecen la depresión post-parto tienden a evitar todo aquello relacionado con el bebé y sus cuidados.
- Falta de organización: Antes del nacimiento, la mujer disponía de su tiempo según una rutina concertada, pero ahora debe sumar a sus actividades diarias las labores de madre y se siente desbordada. Tiene problemas para concentrarse o tomar decisiones.
Cómo afecta al bebé
Cristina Caballero, leonesa de 36 años, tuvo un embarazo normal, pero el parto se complicó y le produjo una luxación de coxis que según los médicos remitiría al cabo de una o dos semanas. No fue así, “estaba tan dolorida que no podía hacer nada. No podía ni levantar al bebe de la cuna, me lo tenían que dar para darle de mamar, mi estado de ánimo decayó tanto que la depresión hizo acto de presencia. Lloraba por todo y a todas horas”. El dolor remitía, pero las crisis de llanto continuaron durante meses porque sentía que nunca podría recuperar el tiempo que no había disfrutado con su niña.
Para el reconocido obstetra Dr. Mallafré, la depresión post-parto puede afectar a la relación entre la madre y su recién nacido, ya que rompe el vínculo natural y provoca un distanciamiento entre ambos. Si persiste, produce inseguridad en el bebé y un deterioro en su adquisición de conocimientos y aptitudes.
En la misma línea, la psicóloga Filo Rodríguez Lamelas añade que el recién nacido puede llegar a notar la sensación de ansiedad de su madre y aumentar sus demandas en forma de llantos, interpretados por la puérpera como una señal de su incompetencia. Por otro lado, “no suele llegar al maltrato, puesto que se evita el contacto con el bebé y, además, en la mayoría de los casos los sentimientos ambivalentes se acompañan de un deseo de cariño hacia el niño”.
Tan sólo en 1 de cada 500 casos, según un informe publicado por la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, la depresión se agrava de forma peligrosa y deriva en una psicosis puerperal, una enfermedad mental muy grave que se caracteriza por tendencias suicidas y la presencia de alucinaciones. Éstas formulan una imagen negativa y completamente deteriorada del bebé en la madre que puede provocar los malos tratos e, incluso, el infanticidio, si bien son muy raras las ocasiones en las que esto se produce.
Origen de la enfermedad
Existen casos -como el de Cristina Caballero- en los que la enfermedad es fácilmente explicable, bien porque el embarazo o el parto haya ocasionado a la madre un daño, el bebé presente alguna malformación o enfermedad, o bien porque éste no sea deseado. Los expertos aseguran que otras veces es el factor económico, social o familiar el que puede originarla o agravarla: encontrarse en una situación precaria, no tener empleo, carecer de vivienda, no contar con el apoyo necesario por parte de los familiares o del padre, etc.
Desde la perspectiva biológica, los investigadores científicos han elaborado varios estudios, pero hasta el momento ninguno es concluyente ni esclarecedor. Es posible que el descenso que se produce tras el alumbramiento del nivel de hormonas relacionadas con el embarazo (progesterona, estrógenos…) sea uno de los factores influyentes. Los expertos también han valorado la base genética e, incluso, la existencia de una deficiencia en el sistema nervioso central que afecte a los neurotransmisores.
En opinión del Dr. Mallafré, la depresión post-parto puede afectar a cualquiera y no tiene etiología conocida. En este sentido, estima algunos factores de riesgo que hacen a la mujer más vulnerable, como son:
- Antecedentes de depresión y ansiedad, incluidos los familiares, especialmente si existen tres generaciones con historial psiquiátrico.
- Personalidades inmaduras que no se adapten a la sobrecarga física y psíquica que conlleva el embarazo y el nacimiento de un niño.
- Una relación inestable con el padre podría crear personalidades con dificultades emocionales que favorecería la aparición del cuadro.
- El consumo de drogas y alcohol.
Tratamiento
“Si no se trata de la manera adecuada, la paciente entra en una situación de depresión crónica y recurrente que comporta trastornos afectivos con el bebé y con la pareja, alteraciones de la vida social y sexual, que abocan habitualmente a la fractura familiar, incluyendo el riesgo de suicidio”, manifiesta el Dr. Mallafré. La depresión post-parto también impide disfrutar de ser padres, una experiencia que la psicóloga Filo Rodríguez califica de gratificante.
Para luchar contra la enfermedad, la mujer, según los médicos consultados, debe comenzar por buscar ayuda y no silenciar el problema, uno de los obstáculos más habituales. Como revela la psicóloga, se supone que la mujer está preparada para desempeñar el papel de madre. El hecho de comentar el problema hace que una mujer se sienta inferior e incapaz frente a otras personas que han afrontado un alumbramiento sin mayores complicaciones. En muchas ocasiones, las madres buscan el consuelo y la explicación a su dolencia compartiendo su experiencia en foros de Internet en los que mantienen su anonimato.
El ginecólogo, por su parte, debe remitir a la paciente al psiquiatra porque el tratamiento debe ser psicológico y con fármacos a dosis adecuadas- a juicio del obstetra- quien afirma que “su minimización o infratratamiento como excusa de que existe un embarazo conlleva habitualmente malos resultados”. La experta considera que la terapia psicológica es eficaz para tratar la ansiedad, además de dar indicaciones a la familia acerca de cómo ayudar a la madre, ya que su pareja y entorno deben colaborar y mostrarse comprensivos, positivos para ayudar a la enferma a tranquilizarse, sin reproches ni alarmas.
Conviene también seguir los siguientes consejos seleccionados por los especialistas consultados:
- Aprender a controlar los pensamientos de inseguridad e incompetencia haciendo las tareas poco a poco y con apoyos. Controlar la ansiedad y no dejar que ésta nos desborde.
- Aceptar la nueva situación tal y como es, sin intentar hacerlo todo perfecto y tomarla como un período de adaptación en el que tanto los padres como el niño deben aprender a conocerse y relacionarse.
- Suprimir visitas y facilitar el descanso.
- Consultar a distintos especialistas: neonatólogos, matronas, obstetras, etc.
- Recibir el apoyo psico-emocional de su obstetra, que será su médico de confianza, y realizar visitas periódicas al mismo.
- En caso de que la madre requiera hospitalización, deberá evitarse separarla del bebé.
Evitar la depresión
La detección precoz durante el embarazo de las pacientes de riesgo es la mejor manera de evitar su aparición, según el obstetra Mallafré Dols, y para ello el ginecólogo debe advertir del riesgo de depresión post-parto, sobre todo a aquellas mujeres que:
- Presentan una “ilusión infantil” hacia el nacimiento de su hijo.
- Hacen negación de su embarazo dedicándose exclusivamente a su trabajo.
- Tienen antecedentes de tratamiento psicológico o conflictos de pareja.
La embarazada, por su parte, puede llevar a cabo una serie de acciones que previenen la depresión post-parto:
- Integrarse en grupos de gestantes y asistir a clases formativas para conocer el parto y lo que va a suceder después. En las “escuelas de madres” se suelen realizar unos cuestionarios sobre el grado de ansiedad que produce el propio embarazo, el parto y el cuidado del bebé. En caso de detectarse un grado alto de riesgo, el psiquiatra puede comenzar durante el embarazo un tratamiento y aconsejar sobre el tipo de parto más adecuado para la futura madre.
- Tratar el estrés a través de técnicas de relajación y fomentar el apoyo con el que se pueda contar.
- Intentar afrontar las situaciones de riesgo sin eludir los posibles problemas.