Siempre se ha considerado la depresión como un proceso bioquímico en el cerebro. Ahora, sin embargo, Lukas Pezawas, jefe del consultorio clínico de psiquiatría del Hospital General de Viena, ha descubierto que esta patología tiene un factor genético.
Pezawas examinó el metabolismo de serotonina y descubrió un circuito en el cerebro influido por factores genéticos que acoge las emociones negativas y, en interacción con varias zonas cerebrales, puede provocar la depresión.
A través de la llamada tomografía funcional de resonancia magnética, el científico, en colaboración con el Instituto de la Salud de Bethesda (EE.UU.), constató que ese circuito cerebral ejerce la función de amortiguar las impresiones negativas.
Para el estado de ánimo desempeña un papel clave un gen transbordador de serotonina que existe en dos variantes, una larga, más resistente al estrés, y otra, anormalmente corta y más sensible, en cuyo caso el cerebro llega a ser vulnerable. Entonces aumentan las emociones negativas y las angustias, y se producen depresiones a consecuencia de cualquier experiencia traumatizante.
El trabajo de Pezawas y su equipo, publicado en la revista especializada «Nature Neuroscience», ha podido probar ahora que no todo depende de la química, sino que hay una relación entre la depresión y la construcción del cerebro.
Se ha descubierto que la serotonina ya se produce durante el desarrollo del feto, antes de que disponga de células nerviosas, y contribuye a diferenciar y coordinar las vías nerviosas, por lo que influye directamente en la formación del cerebro.
Gracias a este hallazgo, el investigador ve la posibilidad de compensar en una fase embrionaria temprana una eventual escasez de serotonina para influir en el desarrollo del cerebro, de manera que se pueda evitar la depresión en la vida futura de la persona afectada.