La falta de sueño conlleva un aumento de todas las hormonas que incitan al apetito y provoca la ingesta precisamente de alimentos ricos en grasa y azúcares, lo que repercute en un incremento del peso corporal. Una sola hora de diferencia en la duración del sueño por sí sola es capaz de poner en marcha mecanismos que ayudan a mantener el peso, según explicaron desde la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) con motivo del Día de la Persona Obesa, que se celebró el 14 de diciembre.
Dormir al menos ocho horas diarias es una más de las actitudes que deben adoptarse para intentar conseguir y mantener un peso adecuado, señalaron. Al parecer, esto es consecuencia de dos hormonas -leptina y la ghrelina- relacionadas con el apetito y que se modifican con las horas de sueño. «La leptina, que inhibe la sensación de hambre, y la ghrelina, que estimula el apetito», detalló el presidente de la SEEN, el doctor Javier Salvador. A menor tiempo de sueño, las concentraciones de leptina disminuyen y aumentan las de ghrelina, o lo que es igual, cuanto menos dormimos más queremos comer.
«En la última década se ha puesto en evidencia la existencia de una estrecha correlación entre dormir pocas horas y un mayor riesgo de ser obeso. Es por ello que para prevenir el desarrollo de obesidad en nuestra sociedad, así como para intentar que las personas obesas pierdan peso, junto a los obligados cambios del estilo de vida (alimentación y ejercicio), es necesario dormir al menos siete u ocho horas diarias», añadió. El coordinador del Grupo de Trabajo de Obesidad de la SEEN, el doctor Albert Lecube, desaconsejó dormir menos de siete horas y afirmó que se ha comprobado que aumentar las horas de sueño de seis o menos hasta siete u ocho horas, durante un periodo de seis años, se acompaña de un menor aumento del índice de masa corporal y de una menor acumulación de grasa corporal.
También destacaron la estrecha relación entre las horas de sueño y la presencia de obesidad en niños. Se ha constatado que los niños obesos duermen menos que aquellos niños que tienen normopeso, indicó el presidente de la SEEDO, el profesor Felipe Casanueva. «En España, los niños duermen una media de menos de ocho horas al día, algo insuficiente y que, además, provoca otros hábitos perjudiciales con repercusión negativa en el incremento del peso corporal, como es no desayunar», advirtió Casanueva, que hizo hincapié del gran problema que supone la obesidad infantil, «dado que un alto porcentaje de niños obesos mantiene este trastorno cuando son adultos».
Actualmente, añadió Lecube, «se considera que en los niños, dormir cinco o menos horas casi duplica el riesgo de ser un adulto obeso». De hecho existen estudios que apuntan que los niños que más duermen durante sus primeros 11 años de vida tienen un menor riesgo de ser obesos en la edad adulta, independientemente del sexo, las horas que pasan frente a la televisión, la situación socioeconómica de los padres o la actividad física que realicen. En relación a los adultos, apuntaron que ocurre lo mismo. En gente mayor se ha observado que tanto el índice de masa corporal como el perímetro de cintura es significativamente mayor entre aquellos que duermen menos de cinco horas. En concreto, dormir menos se asocia con un aumento del perímetro de la cintura de 6,7 centímetros para los hombres y de 5,4 centímetros para las mujeres.