La ilusión se asocia a las ganas de vivir que animan a llevar a cabo proyectos, y también a la alegría, a la esperanza en algo, alguien o en expectativas positivas, favorables y optimistas. Pero, ¿qué entienden los españoles por ilusión? ¿Qué nivel de ilusión hay en nuestro país? ¿Qué elementos son fundamentales para vivir con ilusión? En este artículo se da respuesta a estos interrogantes.
La ilusión implica creer en los sueños y sentirse capaz para plantearlos y llevar a cabo conductas para perseguirlos, ser perseverante para conseguirlos, tener esperanza en lograrlos contra las adversidades que puedan aparecer en el camino y hacerlo con ganas y alegría. De la misma manera, está estrechamente ligada a las emociones, los pensamientos y las actitudes y a la acción de cada uno. Asimismo, la Psicología la entiende como estímulo y, a su vez, como respuesta y consecuencia, coexistiendo de forma consecutiva y yuxtapuesta, por eso estos elementos no son solo componentes de la ilusión, sino que también además la generan. Pero, ¿qué entienden los españoles por ilusión? ¿Qué nivel de ilusión hay en nuestro país?
La ilusión y los españoles
La edad, la salud y la situación laboral influyen en el nivel de ilusión de las personas
Para contestar a la anterior pregunta, el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, promovido por la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE), ha llevado a cabo el estudio ‘¿Qué es la ilusión? Qué piensan los españoles que es la ilusión y cuán ilusionados están?’. Para ello se realizaron 3.200 entrevistas a hombres y mujeres mayores de 18 años de todo el territorio español.
La autora de este trabajo, Lecina Fernández Moreno, psicóloga clínica, apunta que los españoles, cuando hablan de ilusión («tengo ilusión» o «me hace mucha ilusión»), la entienden como «algo positivo y la asocian a ideas y conceptos positivos que ayudan a crecer, vivir mejor y a ser mejores personas».
Los resultados muestran que entre el 80% y 95% de los españoles asocian la ilusión en gran medida -con valores medios entre 7 y 9 puntos en una escala de 0 a 10- a ideas y conceptos relacionados con las personas cercanas, las ganas de vivir, la alegría y felicidad, la vida, la confianza en uno mismo, tener proyectos, la perseverancia para conseguirlos, a la esperanza y lo que da valor al día a día. No obstante, el elemento que los entrevistados han asociado a la ilusión con mayor intensidad, con independencia del nivel obtenido, son las personas.
Este trabajo ha puesto de manifiesto que las variables edad, salud y situación laboral influyen en el nivel de ilusión. Así, los resultados muestran que las personas con niveles por encima de la media (7,12) son las jóvenes, las que estudian y las que trabajan y las que tienen buena salud. «Otros estudios habían afirmado con anterioridad que la felicidad y el optimismo influyen en la buena salud y que la ilusión lleva implícita felicidad y optimismo, de forma que se puede decir que la ilusión es favorable para la salud», puntualiza la experta.
Por otro lado, «los españoles también la relacionan con ideas negativas, como la incertidumbre y la falsa esperanza, pero estos son un porcentaje menor y con valores medios de asociación por debajo de 5 puntos», señala la autora del estudio.
La ilusión en la vida diaria
De este trabajo se desprenden conclusiones muy interesantes sobre el conocimiento de la ilusión, según explica Fernández: «Saber mejor qué es, qué elementos la componen y con qué orden, qué ocurre cuando estamos ilusionados y qué comportamientos despierta en la persona». También ayudan a saber cómo funciona y, por tanto, saber cómo fomentarla y cómo entrenarla, a aprovechar su potencial en el crecimiento de las personas y a poder ayudar a recuperarla.
Un descubrimiento importante del estudio es que todas las personas, estén más o menos ilusionadas, otorgan una alta puntuación a los elementos relacionados con la emoción (personas cercanas y ganas de vivir). Entonces, ¿qué es lo que diferencia a las más ilusionadas? «Las más ilusionadas dan más peso al elemento pensamiento: a la asociación de la ilusión con el valor de lo cotidiano, a la esperanza y al proyecto. Es decir, creen más en lo que hacen cada día y tienen la esperanza de ir construyendo el proyecto. Mientras que las personas menos ilusionadas dan menos peso a esos mismos elementos. Esto es fundamental para, a nivel general, saber por dónde empezar a ilusionar», aclara la psicóloga.
Para Lecina Fernández Moreno, la ilusión la componen elementos que se relacionan con la conducta de las personas como:
- Las emociones: alegría, inquietud por la incertidumbre y las adversidades, la relación con las personas queridas, felicidad y optimismo.
- El pensamiento: creer, imaginar, diseñar proyectos, tener una meta hacia dónde ir, tener confianza en uno mismo y en su proyecto y fuerza ante los obstáculos, valorar lo cotidiano, y tener esperanza.
- La acción: emprender y perseverar.
- Las personas cercanas: hijos, pareja y amigos están incluidos en las ilusiones personales. Las personas mueven ilusiones, se construyen ilusiones con y para ellos, y viceversa, y se contagia entre las personas.
- El tiempo: está implícito en el proceso de la ilusión. La persona imagina y construye en el presente para transformar la realidad en su futuro. La ilusión sucede en un tiempo de espera activa.
Para esta experta, la Psicología puede hacer de la ilusión una herramienta para el desarrollo y bienestar de las personas. Todos estos elementos se pueden aprender, entrenar y cambiar y, con ello, modificar la conducta y actitud humana.