La extensión de la obesidad infantil y la generalización de profesiones sedentarias pueden provocar en unos años un incremento del deterioro biológico entre las personas mayores y el auge de enfermedades relacionadas con la fragilidad de la población. Este concepto está relacionado con la falta de respuesta de las personas mayores frente a agentes nocivos de escasa relevancia inicial y es una característica presente en personas debilitadas.
Esta relación entre envejecimiento y fragilidad se ha debatido en el marco del V Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG), donde también se ha presentado el «Estudio Toledo de Envejecimiento Saludable». Francisco José García, codirector de la investigación, ha explicado que la fragilidad es una patología con un tratamiento sencillo, que se podría evitar con un incremento de la actividad física de las personas y una nutrición adecuada.
En el transcurso del Congreso, los ponentes han advertido del peligro de la diabetes en las personas mayores, causante de una aceleración del proceso de envejecimiento. No obstante, aseguran que resulta «fácil de detectar» porque aparece normalmente en personas sedentarias, con pérdida de fuerza y peso y lentitud al caminar.
Por otro lado, García ha explicado que el género de las personas mayores influye en la propia percepción que tienen de su salud. Mientras que el 82% de los hombres perciben con felicidad y sentimientos «muy positivos» lo que ha sido su vida, el 75% de las mujeres «se sienten más viejas que sus congéneres» y sus sentimientos de felicidad son menores. Para los científicos estas diferencias se fundamentan en la presencia de un mayor número de enfermedades entre el género femenino.