El informe «Genoma Humano y la Salud Mundial» augura que la investigación del genoma permitirá avances en la lucha contra la malaria, la tuberculosis y el sida, en cuanto que ya se están desarrollando vacunas experimentales para combatir estas enfermedades que amenazan al Tercer Mundo, asegura Gro Harlem Brundtland, directora de la OMS.
Este informe, realizado por catorce expertos y presentado ayer por esta organización, destaca la posibilidad de crear mosquitos modificados para impedir que el protozoo causante de la malaria viva se desarrolle en sus estómagos, una vacuna contra la meningitis B del Instituto J. Finlay, de Cuba, y las pruebas clínicas de una vacuna contra el sida en Nairobi y en Oxford.
Según David Weatherall, del Instituto de Medicina Molecular de Oxford y uno de los autores, la genómica está permitiendo la elaboración de precisos mapas genéticos de los principales agentes patógenos, que causan las enfermedades o bien las transmiten, y muestran el camino por el que la comunidad mundial podría acabar con el paludismo, el sida o la tuberculosis.
No obstante, todas las predicciones no son tan optimistas. Juan Ramón Lacadena, catedrático de Genética de la Universidad Complutense de Madrid, sostiene que con el genoma podría ocurrir igual que con los trasplantes; «al principio se beneficiaban los más ricos, y ahora son accesibles a los ciudadanos».
En la misma línea se posiciona Helen Wallace, de la organización británica Genewatch, quien cree que los pobres no se beneficiarán de los avances del genoma porque «las patentes de genes humanos están en los países ricos, y la mayoría de los fondos se destinarán a tratamientos individuales muy caros».
Wallace afirma que la genética no cambiará la situación actual, en la que la mayoría de los fondos no se dedican a combatir estas plagas. «Pasan unos quince años desde que una vacuna se abarata para que pueda ser accesible a los países en desarrollo».