Están por todas partes: en comercios, jugueterías y hasta en puestos ambulantes. Los fidget spinners, o más conocidos solo como spinners, son los juguetes de moda que proliferan entre los más jóvenes, aunque también entre los que hace unos años dejaron la etapa infantil. Se publicitan argumentando que son de utilidad para personas hiperactivas o estresadas. Sin embargo, no hay ningún estudio que aporte un mínimo de evidencia científica a tales afirmaciones. A continuación se explica en qué consisten los spinners y el porqué de la controversia que los rodea.
Un spinner es un juguete realizado con plástico, acero u otros materiales, formado por un eje central del que salen dos, tres o más brazos, los cuales terminan en unos aros con rodamientos. Su tamaño permite tenerlo en la palma de la mano y el objetivo es hacerlo girar con los dedos. Su inventora es Catherine Hettinger. En 1993 esta ingeniera química lo desarrolló a propósito de la enfermedad neuromuscular autoinmune que padecía (Miastenia gravis), ya que no le permitía jugar con su hija. Sin embargo, por cuestiones económicas perdió la patente, por lo que la popularidad que ha alcanzado el artilugio -es uno de los juguetes más comercializados en todo el mundo y su ventas se traducen en millones de dólares- no la ha beneficiado en nada.
Spinner: un juguete sin más
La corta trayectoria del spinner hace que no existan investigaciones que analicen qué impacto tienen sobre la salud mentalEn muchos países, como EE.UU. o Reino Unido, este boom ha venido propiciado por las recomendaciones de los fabricantes que lo señalan como una herramienta terapéutica excelente para disminuir el estrés, la ansiedad, la depresión, para mantenerse despierto e, incluso, para ayudar a personas con el trastorno del espectro del autismo (TEA) o con déficit de atención.
No obstante, muchos especialistas ya advierten de que, por la corta trayectoria del juguete en cuestión, todavía no ha habido tiempo para estudiar sus efectos y, a día de hoy, no hay investigaciones serias que analicen qué impacto tienen sobre la salud mental, ni que arrojen ningún tipo de evidencia sobre el desarrollo cognitivo de los niños. Se cree que actúa más bien al contrario.
El spinner se ha convertido en un artilugio más al alcance de los estudiantes que interfiere en el ritmo de las clases, y que distrae, entorpece la concentración y, en consecuencia, no ayuda en el aprendizaje. Por eso, desde distintos ámbitos ya se han empezado a alzar voces en su contra y en algunos centros educativos de EE.UU. hasta se han empezado a prohibir dentro de las aulas.
Las promesas de los spinners y la evidencia sesgada
La publicidad de los spinners utiliza información sesgada para promocionarlos. Por ejemplo, se sirve de estudios que muestran que la actividad física ayuda a los pequeños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) a concentrarse; sin embargo, el dispositivo funciona solo con el movimiento de los dedos, así que no sería el mismo caso. Tampoco se ha demostrado de forma fehaciente que el uso de juguetes ayude a calmar la angustia y disminuir el estrés, tal y como se le adjudica.
El pasado mes de mayo, la Sociedad Española de Psiquiatría emitió un comunicado negando los beneficios que se le presuponen para niños con TEA o con TDAH. Celso Arango, vicepresidente de esta sociedad científica, apunta que no hay ningún estudio que avale tales aseveraciones y que se trata de un caso -como tantos- de publicidad engañosa. Asimismo, recuerda que los trastornos mentales deben abordarse con tratamientos (psicoterapéuticos, farmacológicos o en función de ensayos clínicos) regulados.
Por todo ello, no cabría considerar a este juguete como terapéutico. Es un ingenio, en principio inocuo, que se ha puesto de moda, como años antes lo habían sido el yoyó, los «tazos», las canicas o el cubo de Rubik, y querer promocionarlo como beneficioso para la salud es, como poco, una artimaña para multiplicar las ventas.
El trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) surge en la etapa infantil y tiene como rasgos característicos las dificultades de mantener la atención y de controlar la impulsividad, además del exceso de movimiento. La Asociación Americana de Psiquiatría (APA) lo ubica dentro de los trastornos mentales (trastornos por déficit de atención y comportamiento perturbador).
Hay descritos tres subtipos de TDHA, según se manifieste déficit de atención, predomine la impulsividad-hiperactividad o ambos. No obstante, es importante distinguir el TDAH de comportamientos propios de la edad en menores inquietos a los que les cuesta mantener la atención, tienen retraso mental, sufren situaciones de ambiente académico poco estimulante y comportamiento negativista desafiante.
El TDAH es uno de los problemas psiquiátricos más frecuentes en niños y adolescentes. No se conocen las causas de su desarrollo, aunque se cree que tiene una importante base genética. El TDAH es un trastorno de diagnóstico complicado, lo que provoca que se estime el porcentaje de afectados entre el 4% y el 17%.