Una tesis elaborada en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) indica que la posibilidad de sufrir un trastorno alimentario puede predecirse analizando algunas variables emocionales, como la forma en que se regulan las emociones negativas o la actitud ante la expresión emocional.
«Las emociones y la regulación emocional en los trastornos alimentarios: papel predictor y perfiles emocionales», título de esta tesis defendida por Aitziber Pascual Jimeno, plantea dos objetivos. Por un lado, conocer si determinadas variables emocionales desempeñan un papel importante en el desarrollo de trastornos alimentarios; y, por otro, conocer más detalladamente los perfiles emocionales tanto de las mujeres con riesgo de padecer un trastorno de este tipo como de las que ya lo han desarrollado.
Así, se especifican variables emocionales como la percepción negativa de las emociones, la actitud negativa hacia la expresión emocional, la alexitimia -incapacidad para identificar emociones propias y para expresarlas verbalmente-, la forma de regular las emociones negativas y las variables relativas a la experiencia emocional -la frecuencia de emociones positivas y negativas, la ansiedad, la baja autoestima, y la influencia de la alimentación, el peso y la figura corporal en el estado de ánimo-. También se ha tenido en cuenta otra variable: la necesidad de control. Esta variable no es estrictamente emocional, pero tiene un componente emocional claro, ya que las personas con una alta necesidad de control experimentan ansiedad y malestar si perciben falta de ello.
Tras estudiar a 433 mujeres, 143 de las cuales sufrían algún tipo de trastorno alimentario y otras 145 corrían el riesgo de sufrirlo, se comprobó que la mayoría de las variables planteadas se podían utilizar como variables predictoras del riesgo de sufrir un trastorno alimentario. De esta forma, las variables que mejor alertan sobre un mayor riesgo son que el estado de ánimo de la persona se vea excesivamente influido por la alimentación, el peso y la figura corporal; que su autoestima sea baja; y que, ante situaciones de ansiedad, no exprese sus emociones y tienda a actuar de manera impulsiva. Estos resultados tienen implicaciones importantes, sobre todo a la hora de diseñar programas de prevención de trastornos alimentarios, concluye la tesis.