La emisión de pequeñas partículas químicas por los tubos de escape puede aumentar el riesgo de ataques al corazón, según demuestra una investigación de la Universidad de Edimburgo (Escocia) publicada en la revista «European Heart Journal». Los investigadores observaron que las partículas ultrafinas producidas cuando se quema la gasolina son dañinas para los vasos sanguíneos y pueden aumentar la formación de coágulos sanguíneos en las arterias, hasta dar lugar a un ataque de corazón o a un derrame cerebral.
Los científicos midieron el impacto de estos gases en voluntarios sanos para compararlos con los niveles de ciudades muy contaminadas. Detectaron cómo el cuerpo humano reacciona a los gases que se encuentran en el humo del diésel -tales como el monóxido de carbono y dióxido de nitrógeno- con aquellos causados por las partículas químicas ultrafinas de los tubos de escape. La investigación, financiada por la Fundación Británica del Corazón, mostró que las partículas minúsculas, y no los gases, causan el deterioro de la función de los vasos sanguíneos que controlan cómo la sangre se canaliza a los órganos del cuerpo.
«Mientras muchas personas tienden a pensar en los efectos de la contaminación del aire en términos de daños a los pulmones, existe una fuerte evidencia de que afecta también al corazón y a los vasos sanguíneos», expuso el doctor Mark Miller, del Centre for Cardiovascular Science de la Universidad de Edimburgo (Escocia). «Nuestra investigación muestra que tanto los gases como las partículas pueden afectar a la presión arterial, aunque son las partículas químicas emitidas por los tubos de escape de los automóviles las que son realmente nocivas. Estas partículas producen moléculas altamente reactivas denominadas radicales libres que pueden dañar nuestros vasos sanguíneos y provocar una enfermedad vascular», reconoció.
«Ahora investigamos cuáles son los productos químicos que contienen estas partículas perjudiciales. En el futuro, podremos tratar de eliminar estas sustancias químicas y evitar los efectos nocivos de las emisiones de los vehículos», apuntó Millar. Los investigadores quieren que las medidas de salud ambiental diseñadas para reducir las emisiones sean analizadas para determinar su eficacia a la hora de reducir la incidencia de ataques al corazón.
«Hemos sabido desde hace mucho tiempo que la contaminación atmosférica es un problema importante para la salud del corazón y es por ese motivo que hemos financiado a este equipo de investigadores de Edimburgo», afirmó el profesor Jeremy Pearson, director médico asociado de la Fundación Británica del Corazón. «Sus hallazgos sugieren que se pueden salvar vidas mediante la reducción de estas nanopartículas nocivas de los tubos de escape. Por ahora nuestro consejo es que las personas con enfermedades del corazón deben evitar pasar largos períodos en zonas donde la contaminación del tráfico sea alta», concluyó.