El cáncer de próstata está asociado a una proteína llamada antígeno específico de la próstata (PSA). Ésta no aumenta con el desarrollo del tumor sino que incrementa su salida hacia el torrente sanguíneo a través de los vasos y tejidos linfáticos que pasan por la próstata. Su existencia era conocida y su detección en un análisis también, mediante una prueba sanguínea.
Lo que ha demostrado un equipo del Massachusetts General Hospital de Boston, en una investigación con 1.095 varones que publica «New England Journal of Medicine», es que este mismo test sanguíneo también sirve para determinar las probabilidades que tiene un paciente para morir. El descubrimiento facilitará la toma de decisiones que hasta ahora se basaban en la experiencia de los facultativos y en los deseos y miedos del paciente.
Con la ampliación de las posibilidades de la prueba se podrán tomar decisiones con mayor precisión, porque cuanto más alta es la concentración de PSA, mayor es la posibilidad de infección en la próstata. Si esa concentración es un dato importante, más lo es la progresión con la que crece. Si, por ejemplo, el paciente ha visto incrementar en dos puntos sus niveles de PSA en un año, sus posibilidades de morir debido al tumor al cabo de siete años serán de una a cuatro. Si, por el contrario, el índice de la proteína se ha elevado muy poco un año antes de la intervención, las posibilidades de fallecer serán muy reducidas.
Por eso es muy importante que los varones se sometan a esta prueba regularmente a partir de los 35 años de edad, advierte el director de la investigación, Anthony D´Amico. Así podrán conocer sus niveles de PSA y establecer si crecen a un ritmo que puedan considerarse como peligrosos. Para el investigador, «el estudio aporta por primera vez indicios contundentes de que las pruebas de PSA a lo largo del tiempo sirven como un aviso fiable del posible riesgo de morir por el tumor».