El secreto para lucir una sonrisa perfecta empieza por el cepillo. La limpieza es la esencia de una buena salud bucal, con tres cepillados diarios y sin olvidar la seda dental. Pero tus dientes también hablan -y mucho- de lo que comes. Incluso pueden revelar, dicen los expertos, cuál es tu estilo de vida. A continuación, hacemos un repaso a nuestra salud bucal.
La cultura de la higiene bucodental es aún una asignatura pendiente. Según el último estudio realizado por la Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración (SEPA), el 80 % de los españoles reconoce la importancia de la limpieza bucal para prevenir caries y enfermedades en las encías, pero solo una minoría la practica de modo correcto (tres veces al día y con hilo dental).
La odontofobia (miedo al dentista) es la causa de más peso para eludir las consultas bucales por una mala experiencia o la ansiedad por la posibilidad de experimentar dolor durante la visita
Sin embargo, hay razones para el optimismo: las visitas al odontólogo en España se han incrementado un 30 % entre 2003 y 2015, según una investigación de Mercados Key-Stone y Fenin. Eso supone que seis de cada diez personas acuden a revisarse la boca al menos una vez al año, aunque siga habiendo casi un 40 % que no lo hace nunca.
Tampoco el dinero es siempre el factor determinante para retrasar la visita al especialista. La odontofobia (miedo al dentista) es la causa de más peso para eludir las consultas bucales, a menudo debido a una mala experiencia previa y a la ansiedad que genera la posibilidad de experimentar dolor durante la visita. Una fobia universal que, según proclama la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a más de un 15 % de la población, y que puede tener consecuencias no solo estéticas, sino también de salud, como las caries o la gingivitis.
Limpieza avanzada
La esencia de una sonrisa sana comienza con la limpieza. Tres veces al día, durante dos minutos, incluyendo en el ritual hilo y cepillitos interdentales. Solo lo hacen bien 17 de cada 100. De ahí que acudir al menos una vez al año a realizarse una limpieza bucal profesional se haya convertido en un gesto que garantice una boca sana de por vida.
Existen casos extremos en los que la limpieza tradicional no sirve, en especial cuando las piezas dentales están afectadas con lo que se conoce como «erosión ácida«. Un problema que está íntimamente relacionado con el consumo de comidas y bebidas ácidas, «que desmineralizan y reblandecen la superficie dental, haciéndola más susceptible a la abrasión, en particular al cepillado», explica el especialista Carlos Seoane. En sus primeras fases no es excesivamente dañina, pero, si se deja progresar, puede generar hipersensibilidad dentaria, pérdida de la forma y color del diente y requerir una compleja intervención de reconstrucción. Según este experto, todo tiene solución. Si es incipiente, se recomienda usar dentífricos con alto contenido en flúor y masticar chicle sin azúcar para estimular la producción de saliva, escudo natural del esmalte; si este ya está dañado, se puede cubrir con composite (resina).
Los dientes nos delatan
Si la cara es el espejo del alma, la boca y los dientes son el reflejo de nuestro organismo. Uno de los problemas bucales más frecuentes es el exceso de caries. La razón principal pasa por una dieta probablemente poco equilibrada, rica en azúcares o bebidas ácidas azucaradas (refrescos).
En ocasiones pueden tratarse de personas que comen demasiado deprisa, sin dar tiempo a que el pH se regule y contrarreste la capacidad cariogénica de las bacterias, que se alimentan de los restos que quedan en nuestra boca. De hecho, 9 de cada 10 adultos tienen caries sin curar, una cifra que se ha disparado en los últimos años por la mala alimentación y la ingesta de determinados medicamentos (como antibióticos, inhaladores o pastillas para chupar). Rara vez, entre los efectos secundarios de los prospectos, se señalan aquellos que tienen que ver con la salud bucodental. No es una ciencia exacta y no afecta a todas las personas por igual. Sin embargo, estos fármacos pueden alterar el pH de nuestra boca, lo que hace que la saliva sea más ácida y, por tanto, más agresiva para el esmalte dental.
La caries es un problema que también afecta a los niños menores de 8 años: al 75 % no se les tratan porque los padres no saben que estas se heredan de los dientes de leche a los definitivos. Esto es así porque cualquier infección que llegue a la raíz afectará a las piezas permanentes en forma de malformaciones o manchas.
Prevenir, mejor que curar, es el primer mandamiento. Pero para arreglar aquello que, por genética o estilo de vida, amarga y esconde la sonrisa, existen hoy en día técnicas y tecnologías avanzadas que nos ayudan a enseñar los dientes sin miedo a los complejos: el blanqueamiento dental, el láser odontológico, los braquets invisibles, las lentillas dentales de cerinate o composite o los implantes de carga inmediata, que esquivan el dolor y son capaces de conseguir unos dientes perfectos en una sola sesión.