Ocupan apenas unos minutos. Antes de correr por la mañana, comenzar un entrenamiento o practicar ejercicio en el gimnasio, muchas personas están habituadas a un ritual de estiramientos para preparar el organismo para la actividad y prevenir lesiones. La teoría que se esconde tras esta tradición es que estos movimientos alargan las fibras musculares y el cuerpo absorbe mejor la situación de estrés a la cual se verán sometidos y genera más fuerza. Un nuevo estudio afirma, sin embargo, que estirar antes de correr no reduce el riesgo de daño si no se mantiene una rutina adecuada. Las conclusiones del trabajo destacan la obesidad como uno de los principales factores de riesgo de sufrir lesiones.
La importancia de una rutina
Los estiramientos no previenen necesariamente las lesiones. Al menos, éstas son las conclusiones de un trabajo reciente llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Washington y la USA Track and Field Association (USATF), de EE.UU., que se ha presentado en el último congreso de la American Academy of Orthopaedic Surgeons. Es el primer estudio que examina la relación entre los estiramientos y el riesgo de lesión. Los investigadores han analizado a un total de 2.700 personas de más de 13 años, divididas en dos grupos: uno que realizó unos minutos de estiramientos antes de correr casi 17 kilómetros cada semana durante 3 meses y otro que no los practicó.
Los miembros del primer grupo estiraron los músculos cuádriceps, los isquiotibiales y los gemelos. Los resultados no mostraron diferencias significativas respecto a las lesiones: la incidencia fue del 16% en ambos grupos.
No obstante, los investigadores detectaron algo sorprendente: sí es importante seguir una rutina, ya que cualquier cambio puede causar problemas, tanto iniciar un programa diario de estiramientos como abandonarlo. En cifras, quienes iniciaron el hábito de estirar aumentaron las posibilidades de sufrir daño en un 22%. Quienes lo hicieron al revés, es decir, abandonaron esta práctica, sufrieron más porque esta misma probabilidad aumentó en un 40%. Por tanto, un cambio inmediato de régimen de estiramientos puede ser más determinante que el régimen en sí mismo.
Sin un asesoramiento adecuado y con unos kilos de más, tobillos, ingles, pies y rodillas son las zonas más propensas a sufrir lesiones
Además del hecho de no seguir una rutina, se detectó mayor probabilidad de sufrir lesiones en personas con un índice de masa corporal (IMC) elevado, que habían sufrido problemas recientes o padecían alguna lesión crónica. Los corredores de más edad y quienes corrieron más kilómetros por semana también registraron un mayor riesgo de lastimarse. Las zonas más habituales fueron pies, tobillos y rodillas, sin diferencias de género.
Las conclusiones de los investigadores se centran en dejar de garantizar que los estiramientos aporten un beneficio «seguro» a todas las personas. Por este motivo, recomiendan que cada una siga la rutina de ejercicio que considere más adecuada para su organismo y que le provoque mayor bienestar.
Algo más que estiramientos
Las lesiones deportivas pueden deberse a tres razones principales: ejercicios demasiado intensos sin estar preparados, mala técnica durante la ejecución de la actividad o no llevar a cabo ejercicios de calentamiento. El daño puede ser agudo, es decir, ocurrir de forma repentina durante la práctica física (dolor intenso, inflamación y dificultad para mover la articulación afectada), o crónico, cuando la molestia dura más de tres meses. En general, éste ocurre después de realizar un deporte durante un tiempo prolongado.
Más allá de los estiramientos aconsejados de manera habitual, los especialistas en medicina del deporte señalan otras directrices que pueden ayudar a prevenir estas lesiones. Para empezar, el uso de un calzado apropiado con un soporte adecuado, así como un buen precalentamiento en el que se ejerciten los músculos principales que intervendrán en la actividad. Si se ha sufrido un daño previo, se aconseja no precipitarse y realizar el programa completo de rehabilitación prescrito por un especialista.
Se invita a cambiar, de manera ocasional, el tipo de actividad física, para movilizar otras articulaciones. Variar la intensidad de los ejercicios, reposar los músculos para que se recuperen del estrés al que se han sometido y una buena hidratación son aspectos fundamentales.
Influencia de la obesidad
El estudio también destaca, entre los factores de riesgo más determinantes para sufrir lesiones, la obesidad y el sobrepeso. Si bien es cierto que para perder peso siempre se recomienda una dieta equilibrada y actividad física, algunos ejercicios pueden ser contraproducentes, al menos, hasta que se consiga rebajar algunos kilos. Sin un asesoramiento adecuado y con unos kilos de más, tobillos, ingles, pies y rodillas son las partes del cuerpo más propensas a sufrir lesiones. No debe olvidarse, sin embargo, que las ventajas que se logran de la práctica deportiva siempre superan a los inconvenientes.
Según los especialistas, la forma de andar es fundamental para prevenir lesiones y esencial en deportistas de élite, que pueden finalizar su carrera profesional por este motivo. Cualquier desequilibrio afectaría a la espalda o a las rodillas y aumentaría la probabilidad de sufrir daños. Las nuevas técnicas de alargamiento gemelar, presentadas en el II Curso de Mecánica Clínica y Terapéutica de Pie y Tobillo, organizado en el Hospital Universitario Quirón de Madrid, podrían mejorar los problemas crónicos del pie y del tobillo, como la fascitis plantar o tendinopatías aquíleas.
No son más que alteraciones mecánicas cuya comprensión es clave para poder tratarlos. La mayoría de las patologías que afectan a los miembros inferiores se provocan por disfunciones. Hay que conocer las bases de la biomecánica de la marcha para poder comprender por qué se origina dolor en un lugar determinado y cómo solucionarlo. Gracias a los nuevos conocimientos sobre los mecanismos que generan un problema y los avances en técnicas médicas y quirúrgicas, el tratamiento de lesiones derivadas de la práctica del deporte ha sido considerable.