Los españoles lideran la esperanza de vida en Europa (82,31 años, tres más que los italianos y casi doce más que los húngaros), pero también son los que viven más años con mala salud (11,67, tres por encima de los 8,37 de media de la UE). Así lo revela el Informe Europeo sobre Envejecimiento de la Población presentado ayer en Bruselas, que compara la longevidad cuantitativa con la llamada expectativa de vida saludable o previsible número de años que se van a cumplir sin achaques de importancia.
El estudio, que reúne datos demográficos y sociosanitarios de once países europeos con estadísticas comparables, pretende aportar pistas para abordar el problema del envejecimiento poblacional, que ha hecho sonar ya las primeras alarmas nacionales e internacionales. Así, recomienda una suma coordinada de esfuerzos en los ámbitos de la política social y sanitaria, la promoción de estilos de vida saludables para prevenir enfermedades, la mejora del acceso a los tratamientos médicos y la incentivación de la investigación con fines terapéuticos.
Contradicciones
Este informe plantea numerosos, y con frecuencia paradójicos, problemas. En el caso de España, la esperanza de vida es muy elevada tanto al nacer (82,31 años, la mayor de Europa) como al cumplir 65 años (la tercera, con 18,83 años, apenas unos meses por detrás de Francia e Italia), pero ese dato positivo tiene su otra cara: su expectativa de vida saludable, aún siendo muy alta (70,64 años, la tercera tras los 71,2 de Italia y los 70,7 de Francia) se queda todavía demasiado corta de sus longevas cifras.
De hecho, los propios mayores españoles notan el peso de los achaques, ya que sólo el 42% de quienes han sobrepasado los 65 años califican su salud de buena o excelente. Sus vecinos franceses lo hacen en un 76%, los británicos rozan el 60% y los alemanes el 50%. Mientras, la paradoja se da en Italia, con un escaso 19% que contrasta con sus más de 71 años de expectativa de vida saludable.
Pero no es la única paradoja, ya que en las causas de mortalidad y morbilidad, ningún experto duda de la responsabilidad del tabaco, en la que los españoles (un tercio de los adultos fuma) se llevan la palma negativa. Sin embargo, sin duda por el paralelo efecto beneficioso de factores como la dieta mediterránea, la mortalidad cardiovascular en España, 229 por 100.000 habitantes, es la segunda más baja tras la francesa (178).