Muchas personas tienen lunares en el cuerpo sin que su presencia sea motivo de alarma. El problema surge cuando los lunares comienzan a sufrir alguna variación en el color, el borde o la forma, y cuando pican o sangran. Estos cambios podrían ser un signo de que el lunar se ha transformado en melanoma o cáncer de piel, y en estos casos es muy importante acudir con rapidez al dermatólogo para poder extraerlo quirúrgicamente. El sol es uno de los factores que más influye en la aparición del melanoma en la piel, por eso las personas con muchos lunares o con factores de riesgo deben reducir su exposición al sol y hacerlo tomando una serie de precauciones.
Cómo distinguir los lunares malos
Los lunares, también conocidos como nevus, son unas manchas que aparecen en la piel debido a la acumulación de melanocitos, unas células que el cuerpo produce para defenderse del exceso de luz. Pueden ser de todos los tamaños y suelen salir en cualquier parte del cuerpo, pero lo más habitual es que estén en el tronco, espalda o brazos. Aunque no se conoce con certeza por qué salen, sí se sabe que el sol puede provocar su aparición y sobre todo puede acelerar su transformación en melanoma, un tipo de cáncer de piel. De ahí la importancia de que todas las personas acudan al menos una vez en su vida a la consulta del dermatólogo para poder controlar la evolución de los lunares, ya que el melanoma es uno de los cánceres que más ha aumentado su frecuencia, según afirman los especialistas.
Los dermatólogos distinguen dos tipos de lunares: los congénitos, que son de nacimiento, y los adquiridos, que pueden aparecer a lo largo de la vida por un factor genético o por un exceso de exposición solar. “Los congénitos se caracterizan porque son de gran tamaño y pueden ocupar hasta la mitad del cuerpo, pero parece que el sol no influye en su transformación en melanoma. Suelen ser otras circunstancias las que provocan su desarrollo durante los primeros años de vida del niño. De todas formas es muy raro que un nevus congénito se transforme en melanoma. Sin embargo según algunas estadísticas, alrededor del 40% de estos cánceres se desarrollan sobre el nevus adquirido, así que hay que tener muy presente que el sol puede ser perjudicial”, explica José Luis Díaz, presidente de la Academia Española de Dermatología y Venereología.
Los lunares no son hereditarios, tal y como explica Miguel Aizpun, dermatólogo y portavoz de la Academia. “Lo que se hereda es un tipo de piel concreto predispuesto a que aparezcan. Las personas no deben asustarse por tener lunares, porque lo difícil es encontrar a alguien que no tenga, pero es muy importante controlarlos y observar los posibles cambios”, apunta. La duda que puede surgir es cómo saber cuando un lunar es malo. En general no hay que preocuparse de los lunares redondos y de tamaño y color homogéneo, pero conviene desconfiar de los que sufren algún cambio y son irregulares. Los dermatólogos recomiendan seguir algunas pautas para estudiar los lunares y saber si son malignos:
- Asimetría: se debe sospechar de los lunares que no son redondos del todo y tienen ángulos asimétricos.
- Bordes: cuanto más irregular es el borde, más hay que vigilarlo.
- Color: suelen ser malos los que tienen más de un tono de color, por ejemplo, una parte marrón y otra negra o rojiza. Los lunares de un color marrón homogéneo suelen ser benignos.
- Diámetro: si el lunar tiene más de 6 milímetros de diámetro puede ser un melanoma y hay que vigilarlo.
- Si se inflama o cambia de textura puede ser peligroso.
- Si el lunar pica, duele o sangre es necesario acudir al médico.
Cualquier lunar que tenga alguna de estas características debe ser analizado por un especialista. Pero, además, Pablo Fernández, adjunto de Dermatología del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid, recomienda que todo el que tenga más de diez lunares acuda a la consulta. “Y todas las personas deben visitar a un especialista de la piel al menos una vez en su vida. Es algo que habitualmente no se hace porque no se le da importancia. Sin embargo, en el cáncer de piel el problema es que no existen muchos síntomas que avisen de su aparición como ocurre en otras enfermedades. Lo primero son los cambios de color, tamaño y forma, y después suele ser el dolor o el picor en el lunar”, advierte.
Aunque el lunar se distingue con facilidad de la peca, el doctor Díaz explica su diferencia para evitar posibles confusiones. “La peca es lisa y no es palpable, pero el lunar siempre se puede palpar. Además, la peca se hace más prominente durante el verano porque aumenta la intensidad del color, mientras que el lunar permanece estable. Por otro lado está el lentigo, que es un tipo de lunar parecido a la peca pero de color más intensamente oscuro”, especifica.
Grupos de riesgo y recomendaciones
No todas las personas tienen la misma probabilidad de desarrollar un melanoma u otro tipo de tumores cutáneos. Existen algunos grupos con mayor riesgo que deben tomar más precauciones que el resto de la población:
- Personas con antecedentes familiares de melanoma
- Quienes ya han tenido alguna vez un melanoma
- Personas con lunares que cambian de aspecto
- Quienes tengan un gran número de lunares
- Personas con ojos claros y pelo rubio o pelirrojo
- Personas con piel muy blanca que se queman fácilmente al sol
- Aquellos que tienen antecedentes de quemaduras solares en la infancia o juventud
- Quienes por trabajo o aficiones pasan mucho tiempo al sol
Díaz considera muy importante transmitir el mensaje de que la piel se pone morena para protegerse, no para embellecerse. “Es necesario acabar con el culto al moreno y abusar menos del sol y los centros de bronceado artificial, que son igual de perjudiciales para la piel. Según un estudio que se hizo con niños, se demostró que los que han tenido más de tres quemaduras solares durante la infancia tienen mayor riesgo de desarrollar melanoma”, informa.
La mayoría de los lunares aparecen durante los primeros 20 ó 30 años de vida, después pueden salir más, pero es poco habitual. Precisamente es durante esos años cuando el sol suele hacer más daño a la piel por permanecer mucho tiempo expuesta a la radiación solar y sufrir quemaduras. “El sol es el agente cancerígeno del que tenemos más evidencia en su influencia en la transformación del lunar en melanoma, un cáncer de piel que se desarrolla a expensas de los melanocitos”, apunta el dermatólogo Aizpun.
Los tres expertos consultados coinciden plenamente en las recomendaciones que deben seguir las personas que tienen muchos lunares o riesgo de sufrir melanoma. “Primero conviene tener muy claro que el sol puede ser perjudicial, sobre todo las quemaduras”, señala José Luis Díaz. “Pero si se va a estar expuesto al sol es necesario evitar las horas centrales del día, de 12:00h a 17:00h. También es fundamental aplicarse cremas de protección solar con filtros adecuados, y sobre todo usarlo de forma correcta, aplicarlo con antelación y volvérselo a dar cada hora porque el efecto del filtro no dura todo el tiempo”, aconseja.
En opinión de Pablo Fernández, la exposición solar podría llegar a prohibirse si el número de lunares es muy alto. “Tener más de cien lunares supone un alto riesgo de desarrollar el peor cáncer de piel, que es el melanoma. Estas personas no deberían estar al sol y siempre tienen que usar factores de protección muy altos y protegerse con ropa. El doctor Aizpun añade otro consejo para los lunares: “es fundamental tener un especial cuidado con los lunares que están en una zona de roce, por ejemplo, en la cintura cuando roza con la ropa, debajo del sujetador o en el pie”.
Las lámparas de rayos uva también son perjudiciales para los lunares. “Existe una normativa que regula la intensidad de estas lámparas, pero todavía existen muchas que dan el equivalente a dos o tres soles, así que no son nada aconsejables. Con todas estas recomendaciones no decimos que la gente no se ponga nunca al sol, hay que disfrutar de actividades al aire libre, pero conviene hacerlo con conciencia y tomando precauciones. Las personas de piel morena deben utilizar como mínimo una protección 15, y los de piel clara 60”, comenta el doctor Fernández.
Importancia de la detección precoz y tratamiento
A pesar de que cada año aumenta en España el número de personas que sufren melanoma, la mortalidad en este tipo de cáncer ha disminuido, en parte gracias a las campañas de concienciación y prevención. “En la actualidad diagnosticamos los melanomas en fases mucho más tempranas que hace años, y eso hace que los pacientes no mueran, ya que esto sólo ocurre cuando está muy avanzado y tiene un cierto grosor. Cuando tiene más de 4 milímetros, la mitad de los pacientes muere, sin embargo con menos de 2 milímetros es muy raro que fallezca, y con melanomas de un milímetro no muere nadie. El cambio en el lunar no se produce de un día para otro, sino que lleva meses o incluso varios años. Por eso es tan importante que el paciente sepa reconocerlo, porque de eso va a depender su vida”, subraya José Luis Díaz.
El mejor tratamiento para los melanomas es la prevención, además de un adecuado control y vigilancia de los lunares. Pero una vez que el tumor ya está en la piel, el único tratamiento es la extirpación quirúrgica y la biopsia. “Nunca hay que recurrir a remedios caseros ni quemar el lunar, y ante todo es primordial diagnosticar precozmente el melanoma porque está comprobado que el pronóstico mejora mucho si se detecta pronto. Cualquier lunar sospechoso debe ser extirpado lo antes posible, aunque siempre debe decidirlo el dermatólogo”, destaca Miguel Aizpun.
El especialista Pablo Fernández cree que el riesgo de malinización de los lunares es moderadamente bajo, por lo que quitar todos no es recomendable, ya que supone dejar cicatrices. En cuanto a la extracción, la única manera correcta es quitándolo con bisturí o con láser para luego poder analizarlo. Después, a la hora de cerrar la cicatriz, existen diversas técnicas quirúrgicas que pueden dejar alguna cicatriz. A su juicio, “no se debe destruir el lunar sólo porque es feo, como se hace ahora en algunas consultas de estética, porque al quemarlo y no extraerlo no se puede analizar y descubrir si además de antiestético era maligno, lo que después nos ayuda a saber cómo van a ser otros lunares del paciente”.
Es común que acudan a los distintos centros estéticos pacientes que quieren librarse de algún lunar especialmente antiestético, como por ejemplo los que tienen pelos. Sin embargo, “los lunares que tienen pelos suelen ser congénitos y no degeneran en melanoma casi nunca”, apunta Díaz. Un consejo para estas personas es que nunca se arranquen los pelos.
En general, tanto hombres como mujeres tienen la misma probabilidad de tener lunares o de que estos se transformen en melanoma, aunque en alguna etapa de la vida las mujeres pueden ser más propensas a su aparición. “Durante el embarazo salen más lunares porque el cuerpo experimenta cambios hormonales que estimulan la producción de melanina, y por tanto la aparición de más lunares. También puede provocar que se modifiquen los que ya existen, por lo que conviene extremar las precauciones durante este período”, explica Aizpun.