Los «stents», unas mallas de acero que se insertan en las arterias para evitar que se obstruyan y se origine así un infarto, vuelven a estar en el ojo de la polémica. Según un estudio francés, que publica la revista «The New England Journal of Medicine», estas mallas aumentan el riesgo de sufrir un infarto cerebral si se utilizan para «limpiar» las carótidas, las arterias que llevan la sangre al cerebro.
El trabajo trataba de determinar cuál es el mejor tratamiento para «limpiar» las arterias que pasan por el cuello. Su obstrucción es la causa más frecuente de los accidentes cerebrovasculares o ictus.
La obstrucción de las carótidas es la causa más frecuente de los accidentes cerebrovasculares o ictus
Investigadores del Hospital Sainte-Anne de París, dirigidos por el profesor Jean-Louis Mas, compararon el tratamiento tradicional para este problema -la llamada endarterectomía, en la que mediante cirugía se extrae la túnica interna de la arteria- con la colocación de «stents». De los 247 participantes sometidos a esta última terapia, el 10% sufrió un infarto cerebral al mes siguiente de la intervención, frente al 4% de los tratados mediante cirugía.
El 71% de los infartos que sufrieron los receptores de un «stent» tuvo lugar el mismo día de la implantación, frente al 33% en el grupo de los sometidos a limpieza quirúrgica.
Tras obtener estos resultados, los médicos franceses decidieron detener la investigación, que se estaba llevando a cabo en 30 hospitales del país, porque consideraban que no era ético continuar empleando los «stents».
Importante controversia
Esta no es la primera vez que se detectan efectos adversos en el uso de esta técnica. Otros estudios recientes descubrieron que los «stents» que están recubiertos de fármacos para impedir nuevas obstrucciones (reestenosis) podían causar coágulos sanguíneos meses después de su implantación.
Los «stents» también aportaron algunas ventajas como el bajo índice de daño en los nervios (1% frente al 8%).
El estudio llega en medio de una importante controversia dentro de la comunidad médica sobre los riesgos del «stent» y la conveniencia o no de recurrir a la cirugía para aliviar las arterias obstruidas.
Cabe recordar que en EE.UU. está permitido el uso de «stents» en las carótidas en pacientes que han tenido síntomas de infarto cerebral, una obstrucción arterial de al menos el 70%, o corren el riesgo de sufrir complicaciones de someterse a la endarterectomía.
Dos de los principales fabricantes de esta clase de productos, Boston Scientific Corp y Johnson & Johnson, ya han notado un importante descenso en sus ventas por las reticencias que comienzan a despertar estos dispositivos.