Comer no es sólo la satisfacción de unas necesidades nutritivas, del mismo modo que no hacerlo no significa que esas necesidades no estén al alcance. Los trastornos del comportamiento alimenticio adquieren cada vez una dimensión mayor en la esfera de la atención psiquiátrica y, Lourdes Duñó se ha especializado en su detección y tratamiento dentro de la población adolescente. Duñó es consciente de que la prevención de la anorexia y la bulimia pasa por una sensibilización de la sociedad y la entrevistamos al término de una charla con familiares de pacientes anoréxicos y público general.
Cuesta, y esa es la razón por la que no me canso de explicar en qué consisten y cuál es la mejor manera de hacerles frente. Médicos, psicólogos, educadores y periodistas deberíamos todos llamar a cada cosa por su nombre, potenciar los buenos hábitos alimenticios, favorecer la detección precoz de anorexias y bulimias nerviosas y dar pautas o claves de tratamiento.
Algunos piensan incluso que la anorexia no se cura, lo que resulta estrictamente falso. Es un trastorno difícil de curar. Incluso en el caso más sencillo, el de una detección precoz en el debut de la adolescencia, podemos tardar casi tres años en curarla, comprometiendo a veces los hábitos de convivencia, amigos o estudios académicos. El esfuerzo es rentable, pero el precio en esfuerzo es muy importante.
En efecto; pero el problema es que los pacientes anoréxicos están muy motivados con su anorexia, porque se dan cuenta de la capacidad de su fuerza de voluntad para conseguir propósitos tan difíciles como adelgazar el cuerpo hasta límites insospechados… Van sobrados en este sentido, pero pecan de un cálculo fatal en el establecimiento de esos límites.
«Hay que ser respetuosos con la persona anoréxica y exponerle la preocupación por el cariz que está tomando su obsesión»
Cuando una persona tiene sobrepeso es bueno que adelgace; pero incluso estas personas, cuando se parte de una autoestima muy baja y de otros problemas que luego podemos comentar, corren el riesgo de convertir la dieta en un talmud, satanizando a los alimentos y abonando el terreno a la aparición de una anorexia, y muchas anorexias empiezan con una dieta de adelgazamiento que fomenta el rechazo a la comida. En este sentido, quisiera romper una lanza a favor de la publicidad que el Ministerio ha hecho por televisión sobre los desayunos. El mensaje correcto no es dejar de comer o culpar a los alimentos de la obesidad, sino aprender todos a comer como Dios manda
Se ha hablado mucho de la relación del mundo de la moda y las modelos con los trastornos de conducta alimenticia, como a raíz del caso del gesto de la Pasarela Cibeles para desmarcarse de toda sospecha. Sin embargo, es el conjunto de la sociedad el que sigue ensalzando la delgadez y que, de forma consciente o inconsciente, crea un patrón de belleza no especialmente salubre.
Es cierto que muchas presuntas anorexias intentan adelgazar hasta que el mismo organismo dispara sus señales de alerta y le puede a la voluntad, sin llegar a transgredir en estos casos el límite de un adelgazamiento peligroso; pero en la medida en que el anoréxico o anoréxica vea reforzada su férrea voluntad de adelgazar con ropas preciosas de tallas que le caben, comentarios de admiración por parte de familiares o amigos o el ejemplo de modelos, cantantes o actrices que han adelgazado también hasta ese extremo, la mente se enseñorea sobre el organismo que, cada vez más debilitado, acaba sumido en una espiral muy difícil de corregir. En el lado opuesto está la humillación al niño o la niña con un ligero sobrepeso o sin la delgadez que preside su ambiente social, acuñando en la mente el concepto de que cuanto más se adelgaza mejor encaje social se cobra.
No basta con que sea delgada. El trastorno se caracteriza por otros signos de conducta como el rechazo explícito a mantener el peso en un nivel objetivamente normal, comer lentamente, cortar los alimentos en trozos pequeños, masticar repetidamente antes de tragar el alimento, calcular las calorías presentes en los alimentos, hablar mucho de comidas, dietas y propiedades de los alimentos, excederse en la práctica del ejercicio físico con el firme propósito de no recuperar peso o perder todavía más, exhibir un alto grado de perfeccionismo o autoexigencia, buscar excusas para no comer con los demás, conductas obsesivas por el orden y la limpieza, uso de prendas que disimulen la delgadez en sus límites más extremos (que impidan ver brazos o piernas) y síntomas físicos como la caída del cabello, errores en la menstruación, piel muy seca, sensación de frío, mareos o desmayos…
Estas conductas de riesgo son más habituales en el paciente bulímico que en el anoréxico. Éste tiene una personalidad muy negadora, cerrada; preferirá leer o simplemente estar solo. Es cierto que el hábito de los anoréxicos por justificarlo todo, muchas veces con mentiras, puede hacer pensar en conductas de riesgo distintas de la anorexia, pero también es cierto que el riesgo anoréxico es tanto o más difícil aún de combatir que los demás.
Ninguna de las tres cosas. Hay que ser respetuosamente sinceros y exponerle la preocupación por el cariz que está tomando su obsesión, aconsejar una consulta urgente con especialistas y exponer que el tratamiento es complicado pero, cuando se empieza pronto, bastante eficaz. No hacer nada o proteger su delgadez, violentarla con sermones poco empáticos, son parte del problema y no de la solución. Asimismo es importante prevenir, intentando inculcar unas pautas alimenticias normales y satisfactorias, minimizando los comentarios sobre el cuerpo y la comida.
Las cifras cortan el apetito: en los últimos diez años el incremento del número de afectados por anorexia no ha hecho sino aumentar. En la actualidad, la anorexia nerviosa afecta aproximadamente a una de cada 200 jóvenes de entre 12 y 14 años y, aunque las mujeres jóvenes (chicas entre 14 y 18 años) siguen siendo el colectivo más afectado, los hombres, las mujeres maduras, los menores de 12 años y hasta los ancianos comienzan a sumarse a la lista de víctimas.
La anorexia nerviosa sigue siendo, sin embargo, más frecuente en la mujer que en el hombre y en una proporción de diez a uno. No se trata simplemente de un mal hábito o una conducta equivocada; la mortalidad por anorexia nerviosa es del 10% entre quienes la padecen. ACAB es una asociación de ayuda a padres y familiares, en cuya página se detallan abundantes consejos y datos sobre este trastorno de la conducta alimenticia.