Luis Miguel Ruilope preside en la actualidad la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA). Lo entrevistamos en Nueva York, con motivo de la XXI Reunión Científica de la American Hypertension Society (ASH), y conversamos sobre las perspectivas más inmediatas en el tratamiento del principal factor de riesgo asociado a la mortalidad cardiovascular.
Estas reuniones de la ASH se circunscriben sólo a especialistas de hipertensión y no dan cabida, como en nuestros congresos, a los profesionales de atención primaria, los internistas o el personal de enfermería. Se discuten, primordialmente, aspectos científicos. Por cierto, de los 2.700 que usted ha citado, 150 son especialistas españoles que han concursado con trabajos científicos de primer orden.
Como presidente de la SEH-LELHA he seguido con mimo las presentaciones del proyecto CRONOPRES, una iniciativa en la que la Sociedad ha participado activamente y que persigue mejorar la detección y el control de la hipertensión arterial en España por medio de una generalización de registros de monitorización ambulatoria de la presión arterial (MAPA) de 24 horas que permiten al terapeuta obtener un perfil de máxima definición de cada paciente y personalizar el tratamiento antihipertensivo en virtud de sus características o las de su hipertensión. Se trata de una iniciativa pionera que está cosechando elogios en todos los certámenes internacionales.
Por lo menos es lo que creíamos. Mientras que en EEUU alrededor del 25% de la población hipertensa diagnosticada y tratada está bajo control, en España el porcentaje se creía que no superaba en ningún caso el 10%. Sin embargo, datos preliminares del CRONOPRES han revelado que estamos controlando la hipertensión algo mejor de lo que pensábamos y nos aproximamos a un grado de control comparable al de nuestros colegas americanos. De hecho, España y EEUU no presentan grandes diferencias en el grado de conocimiento y tratamiento de la hipertensión arterial. El 60% de los hipertensos españoles ha sido ya diagnosticado y, en la mitad de los casos, se trata esa hipertensión con prescripción farmacológica. Tampoco se trata de echar campanas al vuelo, puesto que no siempre administramos a nuestros pacientes los agentes idóneos y, en otros casos, son los mismos pacientes quienes incumplen el tratamiento prescrito. Hay todavía mucho por hacer.
«El 60% de los hipertensos españoles ha sido diagnosticado y la mitad se trata con prescripción farmacológica»
Pero apenas un 20% acomete la recomendación y menos del 10% se ve capaz de modificar finalmente su estilo de vida. Si uno acude un domingo por la mañana al Retiro madrileño verá que está lleno de ciudadanos ataviados con ropa deportiva a la última moda, pero que no acude allí precisamente a ejercitarse sino a consumir unas cuantas cervezas y aperitivos. El abuso de la sal y las grasas, el recurso cotidiano al alcohol o la dependencia del tabaco eclipsan casi todo intento de modificación y esos individuos acaban convertidos, a la mitad de sus vidas, en auténticos ‘síndromes metabólicos andantes’, con una tripita cervecera asomando por el chándal o la camiseta…
En los últimos meses hemos venido aprendiendo que es improbable que un único fármaco sea capaz de dominar la hipertensión. Con todo, son todavía muchos los médicos que abogan por emplear monoterapia. Datos estadísticos confirman que sólo un 13% de los médicos españoles cambia el tratamiento prescrito cuando éste se muestra ineficaz en el control de la hipertensión.
En medicina manda la evidencia científica, y ésta demuestra a las claras que en la mayoría de los pacientes vamos a tener que emplear varios productos al mismo tiempo; a veces vamos a precisar hasta siete pastillas diferentes… Desde la SEH-LELHA nos esforzamos en demostrar que el empleo locuaz de dos agentes no siempre es más caro que el mal uso de uno solo y las consecuencias que se derivarán de ese mal uso.
Bajo mi punto de vista, los temores de la Administración se fundan más bien en la complejidad que requiere tratar cuadros hipertensivos complicados con otros factores de riesgo, como en el caso de la diabetes o el síndrome metabólico. Un dispendio importante se ve comprometido y no precisamente bajo expectativas de un control eficaz de la salud de estos pacientes. De todos modos, ni la Administración ni las escuelas pueden culparse de cuanto ocurre. La educación debe partir de todos, sobre todo de los padres y madres, practicando con el consejo y el ejemplo, velando por la salud óptima de las generaciones futuras, que ojalá coman menos, mejor y se ejerciten de forma más regular.
Es un programa de carácter nacional que ha puesto en marcha la SEH-LELHA con el patrocinio de Novartis y que pretende fomentar la corresponsabilidad médico-paciente en la prevención de las cardiopatías, mejorando el control de los factores de riesgo de los hipertensos y reduciendo la morbimortalidad.
Dotando a los servicios asistenciales de instrumentos que faciliten y mejoren la gestión clínica de los pacientes; pero, sobre todo, implicando a los propios enfermos para que conciban la prevención como un elemento decisivo en el tratamiento del riesgo cardiovascular. CORRESPONDE consta de un programa informatizado de gestión basado en guías de práctica clínica de amplio reconocimiento internacional. Esta herramienta permitirá al médico calcular el riesgo cardiovascular de cada paciente en base a unos parámetros y establecer los objetivos terapéuticos bien definidos.
Parámetros validados, objetivos de control, estrategias… La lucha contra la hipertensión arterial genera más bibliografía de la que los médicos son capaces de digerir. Por más que Internet haya dispuesto auténticas ‘autopistas’ de comunicación en cada consulta, la velocidad con que se generan nuevos datos, consignas y recomendaciones resulta imparable. Año sí, año no, las sociedades americanas y europeas, además de la OMS (Organización Mundial de la Salud), diseñan estrategias y guías de actuación clínica que la evidencia de nuevos estudios rebate 12 meses más tarde.
Ruilope subraya dos puntos de inflexión cruciales: la necesidad de asociar tratamientos para garantizar el control óptimo de la presión arterial, y la de incluir siempre en tales combinaciones un agente activo frente al sistema renina-angiotensina. «El estudio ASCOT proporcionó la primera evidencia científica respecto al primer cambio; el VALUE, entre otros, apoya el segundo punto de inflexión». Asegura el presidente de los hipertensólogos españoles que los antagonistas de los receptores de la angiotensina II (ARA II) hacen gala del efecto hipotensor más duradero, «y hemos aprendido que disminuir la presión de forma sostenida es tan importante como disminuirla en sí».
Ruilope destacó en Nueva York los resultados del estudio Val-MARC, el primero en descubrir que un ARA II (valsartán) es capaz de disminuir los niveles de proteína reactiva C (marcador de riesgo cardiovascular). Abogó por el papel sobresaliente de las combinaciones de ARA II con calcioantagonistas (y/o diuréticos) y aconsejó prestar atención a los cambios por venir en las nuevas directrices terapéuticas.
Como una sentencia, Michael Weber (co-autor de las recomendaciones JNC 8, aún en ciernes) y Peter Sever (director de la guía terapéutica que regirá en el Reino Unido) confirmaron a este periodista que habrá cambios importantes en un futuro inmediato y en lo que respecta al tratamiento de la hipertensión: los betabloqueadores pierden enteros y quedan relegados a segundas o terceras opciones, las combinaciones con fármacos activos frente al eje renina-angiotensina se asumen como una prioridad y la edad de los pacientes será tenida más en cuenta. En el escaparate de novedades, la confirmación de una nueva clase de fármacos en el arsenal antihipertensivo: los inhibidores de la renina.