Consecuencias de la maloclusión dental
Cuando los dientes de la arcada superior y los de la inferior están mal alineados, la presión de la mandíbula y el maxilar superior se distribuye de manera desigual. Las piezas dentales hacen mal contacto entre ellas o incluso no encajan al cerrar la boca, con consecuencias que afectan no solo a la estética de quien lo sufre.
Unos dientes mal alineados suelen acumular placa bacteriana, por lo que se está más expuesto a padecer caries, gingivitis y otras enfermedades periodontales. También ocasionan dificultades a la hora de morder, masticar y hablar, así como daño en los propios dientes —aumenta el riesgo de fracturas— y en la articulación de la mandíbula. En este caso, aparecen chasquidos, dolor y limitación en la apertura. “Pueden causar problemas digestivos, respiratorios y de baja autoestima. Corregir una maloclusión evita complicaciones a largo plazo”, afirma el presidente del Consejo General de Dentistas de España, Óscar Castro.
Corregir la maloclusión cuanto antes, mejor
Existen varios factores que influyen en el desarrollo de las maloclusiones dentales: desde aspectos genéticos y hereditarios hasta falta de espacio en la mandíbula para la erupción de los nuevos dientes.
Lo sabe bien Lucía, de 12 años, quien lleva ortodoncia desde enero para corregir la mordida y solucionar el crecimiento incorrecto de su mandíbula. En principio, el tratamiento se alargará un año más y los resultados son, por ahora, satisfactorios. Su padre, Ramón, de 50 años, también lleva ortodoncia desde hace casi tres; sus colmillos inferiores desplazaban al resto de piezas dentales y el problema iba a más. “Tenía que haberlo hecho mucho antes. El dentista me dijo que si seguía así, lo pasaría mal”, recuerda. Hoy, sus dientes están perfectamente alineados y ya no se muerde la boca cuando mastica. Incluso le han remitido los dolores cervicales y de cabeza, tan frecuentes antes de iniciar el tratamiento.
Los expertos coinciden en que cuando se detecta una maloclusión, es vital corregirla cuanto antes para evitar posibles patologías en un futuro.
🔴 Adolescentes con aparatos
La maloclusión puede manifestarse en cualquier edad, pero es más común en la niñez y la adolescencia, cuando los dientes y la mandíbula están en desarrollo. En España, los datos revelan que uno de cada cuatro adolescentes presenta maloclusión moderada o severa susceptible de ser corregida, según el ‘Atlas de Salud Bucodental‘. Sin embargo, solo han recibido tratamiento de ortodoncia el 38 % de los menores de 10 a 13 años que sufren esta patología. El porcentaje alcanza el 48 % entre los 14 y 16 años.
Síntomas de la maloclusión dental
Existe una serie de síntomas externos que, por sí mismos, indican que el paciente padece maloclusión. “Algunos son la falta de sellado labial, una posición retraída de la mandíbula, colocaciones adelantadas de los incisivos superiores o estrechez en el arco de sonrisa”, enumera la presidenta de la Sociedad Española de Odontopediatría, Asunción Mendoza.
Todas estas señales son aún más visibles cuando se acompañan de falta de espacio o apiñamiento de los dientes. De hecho, a los dos años de edad el especialista ya puede detectar el inicio de la maloclusión. A partir de los tres años, se puede iniciar un tratamiento temprano para evitar que vaya a más. “Pero la edad crucial es entre los seis y los siete años, cuando erupcionan los primeros molares permanentes e incisivos, maxilares y mandibulares”, añade la especialista.
Cuál es la causa de la maloclusión dental
Hay algunos hábitos infantiles que favorecen estas malformaciones. Se trata de las denominadas maloclusiones adquiridas como:
- respirar por la boca, al dormir o al hablar.
- chuparse el dedo.
- usar el chupete más allá de los dos años.
- morderse las uñas.
- la deglución atípica, que consiste en un apoyo prolongado de la lengua entre los dientes de ambas arcadas al tragar la comida.
“Con el tiempo, todas estas circunstancias pueden deformar el paladar, lo que provoca un avance y desfase del maxilar superior con respecto a la mandíbula”, confirma Óscar Castro. Esto se traduce en disfunciones como una mala mordida, dientes más separados o un paladar profundo y estrecho.
También una lactancia prolongada con las tetinas del biberón puede provocar una maloclusión, aunque esto no ocurre con la lactancia materna. “Cuando se amamanta, el menor debe realizar una serie de esfuerzos de succión que fortalecen todos sus músculos periorales. Esta circunstancia no se da con el biberón, que es mucho más pasivo”, aclara Castro.
Cómo prevenir la maloclusión dental
Aunque los factores hereditarios están detrás de esta dolencia –en estos casos, no cabe la prevención–, sí es posible corregir estos malos hábitos. Retirar a tiempo el chupete y el biberón, evitar morderse las uñas, vigilar que los pequeños no respiren por la boca y controlar el bruxismo.
También debe enseñarse a los niños cómo seguir una correcta higiene bucodental, mantener una alimentación sana y seguir revisiones periódicas dentales, a partir de los dos años.
➡️ Cuidado con las caries
La pérdida prematura de dientes de leche, debido a caries no tratadas, es otro motivo importante de maloclusión. Estos dientes primarios juegan un papel importante porque mantienen el espacio de los futuros dientes permanentes. Por eso no conviene que se pierdan antes de tiempo. Si eso ocurre, el hueco puede provocar movimientos de los demás dientes. Y si el nuevo diente erupciona con ciertas desviaciones, es probable que lleve a una maloclusión.
Desde la Sociedad Española de Ortodoncia y Ortopedia Dentofacial (SEdO), su presidente Juan Carlos Pérez Varela, apunta otra relación directa entre caries y maloclusiones. Como los dientes apiñados o mal alineados son más difíciles de limpiar, el riesgo de que aparezcan las caries y de sufrir enfermedades periodontales es más alto.
➡️ Acudir al dentista y ortodoncista
Por eso es necesario acudir al dentista siempre que sea preciso, tanto para solucionar posibles problemas de caries o fracturas, como para controlar el correcto crecimiento de dientes y mandíbula. Cuando los niños y las niñas tengan entre cinco y seis años, es más que recomendable que acudan al ortodoncista. Esta visita es importante, ya que se puede detectar a tiempo la maloclusión antes de que vaya a más, y plantear así un tratamiento efectivo que corrija la alteración en una fase aún incipiente.