María Dolores Pérez, presidenta de la Asociación
de Micropigmentación Estética, Paramédica
y Oncológica (AMEPO) está de celebración. El maquillaje permanente -o micropigmentación-
es desde abril un tratamiento costeado
por la sanidad pública cuando sirva para reconstruir
la areola y pezón a mujeres con cáncer
de mama. Una lucha de dos años que empujó
su iniciativa #AreolaSolidaria, con ayuda
de políticos, enfermas y profesionales. «Esta
intervención mejora la calidad de vida de estas
pacientes y logra que vuelvan a sentirse completas»,
dice esta enfermera barcelonesa, que
pasa su tiempo libre mimando a su perro Kevin, el bichón
maltés con el que vive. Pero el maquillaje
permanente libra otra revolución pujante a pie
de calle: dibuja cejas, marca pestañas y colorea
los labios de cientos de miles de españoles,
mujeres y hombres, con la promesa de librarles
del lápiz de ojos o el pintalabios durante años.
También llamado micropigmentación, es una
técnica que consiste en introducir un pigmento
de color justo debajo de la primera capa de la
piel (epidermis). Su objetivo, en principio, es
corregir o embellecer rasgos faciales, como
labios, cejas o párpados. Pero también se usa en otras zonas del cuerpo. Por ejemplo, para colorear
las manchas blancas de despigmentación
(vitíligos), camuflar cicatrices y secuelas de
accidentes, golpes, quemaduras y las manchas
o corregir zonas capilares con poca densidad
de cabello. A diferencia del tatuaje artístico, el
maquillaje permanente actúa sobre la primera
capa de la piel, por lo que es semipermanente.
El color irá desapareciendo y hace falta repasarlo
cada dos o tres años.
El perfilado
de las cejas, que recrea la forma pelo a pelo
cuando estas no existen o son muy finas, cortas
o despobladas. También consigue un efecto
de elevación (lifting) de la zona exterior de la
ceja, que abre y da expresión al ojo. Otro muy
solicitado es el maquillaje de los párpados para
rellenar las pestañas, dibujar la línea del eyeliner,
corregir ópticamente los ojos caídos o reforzar
la línea de pestañas del párpado inferior,
que permite crear un efecto ahumado.
También los labios. En este caso
el maquillaje permanente modifica el dibujo,
eleva su color (efecto pintalabios) o se aplica
para aumentar ópticamente el volumen. También se usa para dibujar lunares
o para simular pecas suaves en las mejillas.
Claro. En su caso, lo más demandado
es el maquillaje para hacer más densas las
pestañas. También es frecuente que quieran
colorear los labios en un tono más fuerte.
Los pigmentos desaparecen con el tiempo, se
degradan y los tonos se aclaran. Por ello, es
necesario hacer repasos periódicos, cada año y
medio o dos años.
Los precios varían, pero un maquillaje de cejas
o de ojos cuesta entre 250 y 350 euros y el de
labios, entre 400 y 500 euros. La coloración de
la areola vale entre 400 y 500 euros en una
clínica privada. El resto de los presupuestos
dependerá de la dimensión de la zona que necesite
el tratamiento.
Estéticamente es como un tatuaje. Con la
micropigmentación mamaria es posible volver
a dibujar la areola y el pezón que perdieron las mujeres que se
han sometido a una
mastectomía.
Por suerte, ahora
las cosas serán más
fáciles también en
la sanidad pública.
En 2015 registramos
en el Congreso
de los Diputados
con el Partido
Socialista una proposición
no de ley
para impulsar al
Gobierno a incluir
este tratamiento en
la sanidad pública.
Y al fin, este abril,
la propuesta ha sido
aceptada e incluida como parte del proceso de reconstrucción de
mama que harán los hospitales públicos en España.
Es un antes y un después en la enfermedad, ya que mejora
su calidad de vida. Cuando por fin ven la areola creada, todas se
emocionan, ya que vuelven a sentirse completas.
La persona debe firmar una autorización que elabora el Ministerio de Sanidad,
con la que confirma su consentimiento para hacerse el tatuaje. El
maquillador le dará una copia firmada junto con todos los datos
del tratamiento: número de lote de la tinta, color y fecha de caducidad.
Y, además, hay que entregar unas pautas para cuidar la
zona. Estos documentos funcionarán como resguardo y serán
importantes para reclamar, buscar o descargar responsabilidades
en caso de que algo no salga bien.
Cada caso es distinto, pero todo profesional autorizado
tiene la obligación de contratar un
seguro de responsabilidad civil para poder
responder o, en caso de que así sea, asumir su
parte de responsabilidad.
Aunque sabemos
que la tendencia es creciente, no hay un
registro de personas que realizan maquillajes
permanentes en España. Tampoco conocemos
el número de centros: son las comunidades
quienes dan las autorizaciones, y hay algunos
que trabajan sin la autorización sanitaria.
Además, habría que regularizar la formación
exigida para poder ejercer como maquillador
permanente. Es imposible determinar cuántos
profesionales se dedican en España a hacer
maquillajes permanentes, ya que hay muchos
que no están debidamente dados de alta. Existe
mucho intrusismo en este sector.
La formación
que se exige por ley es tener el título de técnico
higiénico sanitario o aquel que lo convalide: por ejemplo, estar licenciado en Medicina,
diplomado en Enfermería o tener un grado superior
de Estética o Auxiliar de Clínica.
Es básico verificar que
tanto el profesional como el centro tienen todos
los permisos legales, tanto la autorización
sanitaria como la titulación. Es importante
acudir siempre a un centro acreditado por
Sanidad. Para ayudar en esta tarea, los ayuntamientos
tienen la relación de los centros homologados
en su zona. Y, por supuesto, también
hay que ver trabajos previos del profesional,
para comprobar su experiencia y destreza.