Una de las conclusiones del VI Seminario Lundbeck sobre Trastornos de la Conducta en Alzheimer, organizado hace pocas fechas en Barcelona, revela que más del 90% de los enfermos de Alzheimer tienen al menos un trastorno de la conducta. Además, durante el primer año tras ser diagnosticados, alrededor de un 70% sufre agitación e irritabilidad.
Los síntomas conductuales aparecen desde el principio de la enfermedad de Alzheimer y suelen ser apatía, irritabilidad, depresión y agitación. En algunas fases de la enfermedad, sobre todo en las más avanzadas, estos pueden predominar sobre los síntomas cognitivos y tener un mayor impacto en la calidad de vida del enfermo y su entorno, sobre todo sobre su cuidador o de su familia. Los médicos destacan que, en la actualidad, un gran porcentaje de pacientes experimentará alguno de estos síntomas en las distintas fases de la enfermedad, mientras que la intensidad de los mismos resulta un aspecto clave. Al comienzo de la patología los trastornos más comunes son los afectivos -apatía, irritabilidad, depresión, etc.- y en las fases más avanzadas pueden aparecen trastornos psicóticos -alucinaciones, delirios, cambios de personalidad, etc.-.
«Los síntomas conductuales y psicológicos de las demencias no son complicaciones del proceso patológico, sino manifestaciones propias como lo son los síntomas cognitivos», recordó el neurólogo del Hospital Clinic de Barcelona José Luis Molinuelo. El doctor explicó que los trastornos de la conducta han sido siempre relevantes, aunque en la actualidad se les dan más importancia porque se sabe que son un factor pronóstico condicionante de la evolución de la enfermedad.
El neurólogo de la Fundación ACE, el doctor Pablo Martínez-Lage, indicó que el comportamiento del enfermo es el factor desencadenante de la institucionalización, es decir, del ingreso del paciente en una residencia, en mayor medida que los síntomas cognitivos o la pérdida de la capacidad funcional. A la hora de abordar los trastornos de la conducta, los neurólogos coinciden en señalar que hay que hacerlo de manera escalonada y hay que decidir si se tratan o no los síntomas. «El primer abordaje debe ser no farmacológico, se deben intentar corregir los posibles desencadenantes de los síntomas y si estos fallan se ha de decidir el tratamiento farmacológico», indicó. «Contamos con fármacos que bien elegidos y utilizados en las dosis adecuadas pueden aliviar en gran medida estos síntomas sin dejar al enfermo sedado o drogado», agregó.
La Encuesta de los Trastornos del Comportamiento en los Enfermos de Alzheimer, realizada por la Fundación Alzheimer España, recoge que la mayor parte de los cuidadores habituales señalaron los trastornos de la conducta como el problema que más les preocupa en la relación con su enfermo y que a su vez más les repercute en su propia salud.
Más del 70% de los cuidadores entrevistados manifiesta tener ansiedad, insomnio y estrés. Sin embargo, más del 60% rechaza llevarlos a una residencia. Para el doctor Humberto Kessel, geriatra del Hospital Torrecárdenas de Almería, «es importante que la opinión pública sepa que una cosa es cuidar y otra cosa es asistir. El anciano debe estar en el sitio justo el tiempo justo». Es fundamental determinar de una manera profesional la necesidad de los cuidados en cada momento para decidir con quién, cómo y dónde debe estar el enfermo, señaló.