Aunque beber alcohol es un hábito socialmente aceptado se olvida que su ingesta disminuye la atención, la capacidad de reacción e, incluso, dificulta la concentración. Y cuando se combina con ciertos medicamentos, los efectos del alcohol pueden ser graves; en algunos casos potencia la actividad de los fármacos y en otros la reduce. ¿Se anulan los efectos de un medicamento cuando éste se mezcla con el alcohol? ¿Cómo nos puede afectar el consumo de aspirinas, por ejemplo, cuando se toman también bebidas alcohólicas? Los especialistas aconsejan ser estrictos cuando un tratamiento médico sea incompatible con el consumo de alcohol.
Práctica frecuente
Muchos especialistas ven claro que la mezcla de medicamentos y alcohol se ha convertido en una práctica cada vez más frecuente entre la población sin que las personas tengan en cuenta los efectos nocivos de este cóctel. Ingerir alcohol al mismo tiempo que ciertos fármacos es más habitual en hombres que en mujeres y también en personas de edad avanzada
Ingerir alcohol al mismo tiempo que ciertos fármacos es más habitual en hombres que en mujeres y también en personas de edad avanzada
Fármacos como los ansiolíticos, analgésicos, antiinflamatorios, tranquilizantes y antidepresivos tienen un consumo cada vez más elevado entre la población. En función de la actividad que estos medicamentos tienen en el organismo, aumenta el riesgo cuando se mezclan con alcohol. No se puede establecer a ciencia cierta cuál es la cantidad mínima de alcohol que tiene consecuencias al combinarse con medicamentos, según afirma Isabel Castillo, especialista en farmacia hospitalaria del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid. Pero, aún así- dice Castillo- los riesgos existen.
El alcohol, explica esta especialista, es de por sí un depresivo del sistema nervioso central. Pero también actúa en la alimentación, pues produce un “estado de anorexia”, ya que contiene calorías vacuas que producen en el consumidor la sensación de saciedad y disminuyen la ingesta de alimentos. Esto afecta a la absorción de vitaminas, según explica Julio Mateo Vic, secretario de información del colegio de farmacéuticos de Madrid.
Si el alcohol se combina con un medicamento que tiene la misma consecuencia, el efecto se potencia. Esto ocurre con las pastillas para dormir, los analgésicos fuertes y los antihistamínicos, indicados en caso de alergia. “Se produce una somnolencia a unos niveles mucho más altos y más graves”, señala Isabel Castillo. Esta mezcla es especialmente peligrosa cuando se conduce un vehículo. Los somníferos, tranquilizantes y ansiolíticos tienen un efecto prolongado y pueden ser perjudiciales si se bebe alcohol
Los somníferos, tranquilizantes y ansiolíticos tienen un efecto prolongado y pueden ser perjudiciales si se bebe alcohol
Julio Mateo Vic explica que ante el alcohol hombres y mujeres reaccionan de forma distinta y ello influye en las consecuencias que puede tener la mezcla con medicamentos. La mujer, por lo general, aguanta menos dosis de alcohol. “En términos de tolerancia es una cuestión particular, porque depende de cómo reaccione cada persona”, señala este especialista.
Daños en el estómago e hígado
Entre los efectos más nocivos del alcohol se cuentan las lesiones gástricas y del hígado. Al mezclar esta sustancia con la aspirina, por ejemplo, se potencia el daño sobre el estómago o sobre el hígado si se combina con paracetamol. También se disminuye el nivel de glucosa en la sangre con la mezcla de alcohol y antidiabéticos orales. La cimetidina, un gastro protector, tiene efectos en el metabolismo. Así, una persona medicada con esa sustancia puede sufrir una intoxicación etílica, pues se disminuye la eliminación del alcohol del organismo y aumentan los niveles en la sangre.
Es importante tener claro, según Julio Mateo Vic, que no está demostrado que el alcohol elimine los efectos de los medicamentos. Lo que ocurre es que en algunos casos potencia el efecto y en otros los disminuye. Más bien hay reacciones secundarias que pueden ser peligrosas si se están medicando. “Si en una persona sana nunca está justificada la ingesta de alcohol, en un enfermo mucho menos”, afirma. Donde se ha detectado una posible eliminación de los efectos de un medicamento al mezclarlo con alcohol es en algunas familias de los antibióticos, como en el caso de la cefalosporina.
Medicarse con cefalosporina (un grupo en el que se incluyen el cefamandol, la cefoperazona y el cefotetán) y beber alcohol puede producir el denominado efecto antabuse, que consiste en la inhibición de un paso en la cadena del metabolismo del alcohol, lo que propicia que se acumule un derivado de esta sustancia, un metabolito que a la postre produce náuseas, vómitos, cefaleas, sudoración y taquicardias.
Respecto a los anestésicos mezclados con alcohol, explica Carlos Martín, médico de familia y estudioso de los efectos del alcohol en materia de tráfico, ocurre que el paciente necesita más medicamentos para que estos hagan efecto. Esto sucede porque se produce una metabolización rápida del alcohol y a veces la persona requiere de una dosis mayor del fármaco para poder relajarse o dormir.
Información de los prospectos
Uno de los aspectos que más critican los especialistas es que los prospectos de los fármacos no siempre informan con suficiente claridad del riesgo de consumir alcohol cuando se está bajo cierta prescripción médica. “Mi opinión personal es que la información es pobre y que no quedan claras varias cosas. Tendría que haber un apartado específico donde se explique este asunto”, asegura el médico Carlos Martín. Para Isabel Castillo los prospectos “son poco explícitos”.
“La información de los prospectos ha sido un problema de la Administración desde hace muchos años. Yo creo que vamos mejorando porque se procura que informen con un lenguaje inteligible. Normalmente se aconseja no consumir alcohol, pero lo que no explican los prospectos son las consecuencias de la interacción de esos elementos
Normalmente se aconseja no consumir alcohol, pero lo que no explican los prospectos son las consecuencias de la interacción de esos elementos
Ante las dudas, los especialistas recomiendan siempre consultar con el médico las contraindicaciones derivadas de la combinación de medicamentos y alcohol. Y en los casos en los que hay que ser estrictos, no flaquear. El consejo general es que mientras se está medicado no se puede beber alcohol. Aunque hay matices: no es lo mismo un catarro que una patología crónica, por lo que los niveles de tolerancia y riesgo son distintos en estos casos.