La tranquilidad de muchos padres se ve trastocada al descubrir que su hijo sufre enuresis, término que designa la pérdida involuntaria de orina a una edad en la que el pequeño debería haber alcanzado el control de la micción. Las causas que la provocan son diversas y cada caso alberga sus particularidades. No obstante, un estudio realizado por médicos del Hospital General de Leeds, en Gran Bretaña, revela que el detonante de la enuresis «puede ser un retraso en el desarrollo del sistema nervioso».
«Esta posibilidad se venía discutiendo desde hace tiempo», explica el urólogo Miguel Unda, miembro de la Academia de las Ciencias Médicas. «De todas formas, -prosigue- para tener una micción normal se precisa una capacidad vesical adecuada, un control de esfínteres y un dominio del sistema neurológico. El niño no regula estas funciones hasta los cinco años, por lo que los padres no deben alarmarse antes de tiempo».
La mayoría de los expertos coincide en señalar que se puede hablar de enuresis cuando el pequeño moja la cama al menos tres o cuatro veces por semana. La investigación llevada a cabo por los expertos británicos contó con la participación de 34 chavales que reunían precisamente estas condiciones.
Sin embargo, esto no quiere decir que el niño esté enfermo o que deba ser tratado con urgencia. «Los padres deben saber que la enuresis no es una enfermedad. Se puede tratar de un síntoma de inmadurez que, en muchos casos, se cura espontáneamente», puntualiza Unda.
Esta opinión es compartida también por Jesús Rodríguez, miembro de la Asociación Española de Pediatría: «No hablamos de un mal ni de un trastorno, sino de niños perfectamente sanos cuyo único problema es precisamente ése: orinarse en la cama».
La particularidad de la enuresis reside en el hecho de que afecta mayoritariamente a los varones. Los expertos reconocen que todavía no se ha hallado una respuesta válida que explique este fenómeno, aunque algunos apuntan a causas «estrictamente orgánicas». De acuerdo con las últimas cifras, entre el 15% y el 20% de los niños micciona en la cama a los cinco años, entre el 2% y el 3% lo hace a los doce, mientras que un 1% lo sigue haciendo de adulto.
A juicio de Jesús Rodríguez, los padres no deben obsesionarse con la enuresis. «Muchos pequeños se han hecho pis en la cama y eso no ha influido para nada en su desarrollo posterior», matiza. Tanto él como Unda coinciden en señalar que «no hay que forzar ningún tratamiento hasta que el propio niño lo demande». Es muy frecuente que a los siete u ocho años los críos se sientan incómodos por orinarse en la cama. El hecho de que no puedan ir a las casas de sus amigos a dormir ni de campamento les empuja a pedir ayuda.
La búsqueda de las causas que provocan esta situación, al margen del retraso en el desarrollo del sistema nervioso, se salda con un amplio abanico de posibilidades. Mudarse de casa, cambiar de colegio, perder a un ser querido o la llegada de otro hermano suelen desencadenar la incontinencia. No obstante, y dejando a un lado estas causas de estirpe psicológica, Miguel Unda apunta que hay otros factores, como las patologías orgánicas, que pueden causar la micción nocturna: por ejemplo, una vejiga hiperactiva, la estrechez de la uretra o la infección urinaria.
En este caso, el ámbito familiar y el entorno social juegan un papel muy importante. «El síntoma se manifiesta con más frecuencia en los niños que habitan en un entorno familiar desfavorecido», avisa este especialista.
Los pequeños que suelen padecer presiones por parte de sus familiares o que, por el contrario, se encuentran en estado de absoluta dejadez y abandono, se enfrentan con mayores complicaciones a la hora de resolver el problema de la enuresis. «Sin embargo, no debemos olvidar que el padre o la madre del 50% de los niños enuréticos también había padecido este síntoma en la niñez», advierte Unda.
Entonces, ¿es hereditario? «Eso no se sabe. Lo que sí está comprobado es que existe una predisposición familiar que puede deberse a factores genéticos o bien que puede responder a un clima familiar propenso para la aparición de la enuresis», concluye Miguel Unda.
Los tratamientos para combatir la enuresis son variados. Los expertos aconsejan llevar al niño a un especialista, siempre y cuando él mismo lo demande, para que se le practique un análisis de orina y se le realice un reconocimiento más en profundidad. A partir de ese momento, se adopta un tipo de terapia concreta.
Uno de los tratamientos es el cambio de conducta, un método que obliga a los padres a despertar al pequeño por las noches y llevarlo al cuarto de baño para que orine.
Luego también está la terapia conductista, que consiste en la colocación de una alarma que despierta al niño cuando siente la humedad. El precio de los diferentes modelos que existen en el mercado suele rondar los 55 euros.
Por último están los fármacos. La práctica totalidad de los especialistas recurre a un medicamento: la desmopresina. Consigue disminuir la cantidad de la orina generada por los riñones y ayuda a que el pequeño no sobrepase su capacidad vesical. También están los anticolinérgicos, sustancias que eliminan las contracciones involuntarias de la vejiga, y antidepresivos como la imipramina. No obstante, la mayoría de los pediatras desaconsejan la ingesta de medicamentos salvo casos puntuales.