Médicos valencianos prueban con éxito una nueva técnica de reproducción asistida que imita la gestación natural

Los ensayos han demostrado que los embriones tienen más posibilidades de sobrevivir y menos riesgo de sufrir alteraciones
Por EROSKI Consumer 29 de febrero de 2008

Médicos del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), en colaboración con la Universidad Libre de Bruselas, han probado con éxito una fórmula que desplazaría a la tradicional fecundación «in vitro». La nueva estrategia, llamada fecundación «in vivo», utiliza un dispositivo intrauterino que evita el cultivo de los embriones en el laboratorio. Desde las primeras horas, el embrión se desarrolla en el útero de la madre. Esta técnica, además de reducir los costes de los tratamientos de reproducción asistida, los haría más seguros.

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Imagen: Anecova

En los tratamientos convencionales, la fecundación se realiza en el laboratorio. Los ovocitos fertilizados no se transfieren de forma inmediata al útero; se mantienen entre dos y cinco días en una incubadora. Sólo cuando alcanzan el desarrollo óptimo, se eligen los embriones más saludables y se implantan en la futura madre a la espera de que se produzca el embarazo.

Con la nueva estrategia se evita el crecimiento del embrión en un medio artificial. Tras la fecundación, los óvulos se introducen en una cápsula de silicona que se aloja en el interior del útero. Este dispositivo, que no supera los cinco milímetros de longitud y el milímetro de anchura, tiene 360 orificios para que los embriones no queden aislados. Estos orificios incluyen unos 40 microordenadores. Una vez que los embriones se han colocado en el interior, la cápsula se conecta a unos cables flexibles que la sostienen en el interior del útero.

La forma más natural

La cápsula, desarrollada por la empresa suiza Anecova, actúa como una incubadora en miniatura. De esta forma, el embrión crece desde las primeras horas en su medio natural, en las mismas condiciones de luz, temperatura y nutrientes que tendría si hubiera sido concebido de manera tradicional. Entre dos y cinco días después, la cápsula se recupera y se eligen los embriones más óptimos para la gestación. Al extraerlos se podrían hacer análisis para descartar defectos genéticos. Los elegidos (tres como máximo) vuelven al útero de la madre.

De momento, sólo se ha probado a introducir óvulos ya fecundados, es decir, embriones, pero el dispositivo también permitiría realizar todo el proceso desde el comienzo. Así, se podrían introducir los espermatozoides y los óvulos en la cápsula para que la concepción se produjera en el útero, sin necesidad de pasar por el laboratorio.

Las primeras pruebas con 20 pacientes han demostrado que con esta técnica los embriones tienen más posibilidades de sobrevivir y menos riesgo de sufrir alteraciones cromosómicas. «Un pequeño ensayo con resultados muy satisfactorios que demostró que el embrión crece mejor en el interior del útero materno, por excelentes que sean las condiciones del laboratorio», afirma Carlos Simón, director científico del IVI, que ahora planea llevar a cabo un ensayo clínico más amplio con 80 pacientes en tres de sus centros (Madrid, Valencia y Sevilla) y en Bruselas.

Dudas

Simon Fishel, del Grupo de Fertilidad de la Universidad de Nottingham (Reino Unido), cree que esta técnica puede plantear algunas dudas, ya que se desconocen las condiciones ambientales del tracto reproductivo. «Se trata de un medio que se encuentra en continuos cambios, difíciles de reproducir de forma artificial», apunta este experto.

El embrión crece en las mismas condiciones de luz, temperatura y nutrientes que tendría si hubiera sido concebido de manera natural

La nueva cápsula no se puede implantar al principio del desarrollo natural del cigoto. «El embrión normalmente emplea siete días en llegar hasta el útero a través del tubo. Es una especie de trompa de Falopio artificial, de plástico», subraya Fischel, que recuerda que con los embriones de dos días que llegan hasta el útero sólo se consigue una tasa de gestación cercana al 30%, «porque cuando son tan jóvenes tienen problemas para llegar de forma natural a su destino final».

Por otro lado, el nuevo «incubador» intrauterino podría reducir los costes de los sofisticados laboratorios de reproducción asistida y hacer más accesibles los tratamientos de infertilidad en los países menos desarrollados.

Además del dispositivo de Anecova, otras compañías han desarrolla sistemas más sencillos que también podrían ser de gran ayuda en los países en desarrollo. Diseñados para alojarse en la vagina, en lugar del útero, permitirían el crecimiento del embrión en un medio protegido, dentro de la propia madre.

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