Las enfermedades respiratorias se caracterizan por producir limitaciones físicas en el paciente de diferente grado, que hacen que la persona sufra cambios importantes en su estilo de vida. La calidad de vida de los pacientes con patología respiratoria puede llegar a ser muy frágil y, a su vez, muy frustrante, tanto para el propio paciente como para sus cuidadores. La participación del equipo de salud se hace necesaria para mejorar la situación de estos pacientes y lograr una disminución de la morbimortalidad que sufren.
Problemas con la insuficiencia
Se calcula que las enfermedades respiratorias cuestan 100.000 millones de euros al año y suponen el 17% de las defunciones masculinas y el 10% de las femeninas en el conjunto de Europa. Junto con la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), que causa el 30% de las muertes por enfermedad respiratoria, la otra gran protagonista es el asma, que afecta a más de 400 millones de personas en todo el planeta. Según la Sociedad Española del Aparato Respiratorio (SEPAR), la EPOC es una «enfermedad crónica que se caracteriza por una disminución de los flujos respiratorios que no cambia de forma notable a lo largo de algunos meses de seguimiento». Una vez superado el proceso agudo, la situación no es completamente reversible.
Las formas más comunes de EPOC son la bronquitis crónica y el enfisema, y su causa principal, el hábito tabáquico. Su consumo prolongado ocasiona inflamación del tejido pulmonar y grados variables de destrucción alveolar. Si esta destrucción provoca inflamación y estrechamiento de las vías respiratorias se denomina bronquitis crónica; cuando el resultado es la disminución de la elasticidad pulmonar, enfisema. La EPOC, prevalente en la población española, afecta un 7% en hombres y casi un 5% en mujeres. Se estima que, si el hábito tabáquico no disminuye, sufrirán EPOC el 30% de los hombres y el 10% de las mujeres mayores de 35 años. Aparte del consumo de tabaco, existen otros factores de riesgo para esta enfermedad como ser fumador pasivo, de sexo masculino y trabajar en un ambiente contaminado.
Higiene alimentaria
El seguimiento, por parte del enfermo con insuficiencia respiratoria, de medidas higiénico-dietéticas puede marcar la diferencia en la evolución de la enfermedad como patología crónica. Por ello es muy importante hacer hincapié en la educación sanitaria de estos enfermos. Uno de los objetivos de los programas de educación está relacionado con la alimentación y va dirigido a prevenir la obesidad y a proporcionar información para conseguir una concienciación sobre la necesidad de seguir una dieta equilibrada. Entre las recomendaciones a seguir, si no existe contraindicación médica, es la de aumentar la ingesta de líquidos para favorecer la fluidificación de las secreciones y ayudar a la expectoración. Además es muy importante en los episodios de respiración forzada, cuando el organismo elimina una gran cantidad de líquidos. Los expertos recomiendan una ingesta diaria de 1,5 litros de agua al día.
El consumo excesivo de hidratos de carbono produce cierto grado de liberación de dióxido de carbono, empeorando la insuficiencia respiratoria
Beber alcohol en exceso es perjudicial para la salud en general y particularmente para los pulmones, ya que reduce las defensas y empeora la función respiratoria. Si no está contraindicado por otro problema relacionado, tomar un vaso de vino o cerveza durante las comidas está permitido, pero hay que evitar hacerlo por la noche. La clave, como para el resto de la población, es conseguir que la dieta sea equilibrada, pero con algunas diferenciaciones. Los hidratos de carbono deben controlarse para evitar la obesidad. Además, el consumo excesivo de hidratos de carbono produce cierto grado de liberación de dióxido de carbono, empeorando la insuficiencia respiratoria. Las proteínas, sobre todo de alto valor biológico, son importantes, pero siempre en cantidad moderada. Los expertos también recomiendan reducir el consumo de grasas, sobre todo los alimentos ricos en ácidos grasos saturados.
Las vitaminas y minerales necesarios, con la dieta equilibrada se obtienen de la ingesta adecuada de fruta y verdura, teniendo en cuenta que deben evitarse aquellos alimentos susceptibles de provocar flatulencia. Los gases acumulados en el abdomen ejercen una presión diafragmática que pueden dificultar la respiración. La fibra, que también se consigue con el aporte de fruta y verdura, ayudará a favorecer la digestión y disminuir el esfuerzo en el momento de la deposición. Cuando se están tomando fármacos corticoesteroides es importante aumentar el aporte de calcio. Frecuentemente, debido a la presencia de disnea (ahogo) en menor a mayor grado, a estos pacientes les supone un gran esfuerzo comer. Por ello, los especialistas recomiendan comer en poca cantidad pero más a menudo, repartiendo las comidas entre seis y ocho al día. Para evitar el agotamiento físico que representa el hecho de comer, a veces se recomienda oxigenoterapia durante la comida, siempre por parte del facultativo. Aunque habitualmente quien necesita oxígeno para comer también lo requiere el resto del día. Básicamente, lo importante es que las comidas sean ligeras y poco abundantes para evitar digestiones pesadas.
Cambio de estilo de vida
Los hábitos y costumbres influyen mucho en el estado de salud y van configurando formas de vivir saludables o nocivas. Desde sectores profesionales se plantea que la salud se puede educar, pero hay que empezar en edades tempranas, mediante la educación, también en el núcleo familiar, con el ejemplo y a través de actitudes. Por este motivo, no resulta tan fácil en el caso de una persona con insuficiencia respiratoria que, a parte de los efectos de la patología en si, se va a encontrar con grandes cambios en su forma de vida, dependiendo siempre de la gravedad de su situación. Cambiar las costumbres, según los profesionales de salud, no es fácil, pero de este cambio dependerá el conseguir una buena calida de vida a pesar de la cronicidad de la enfermedad.
No fumar y evitar ambientes cargados de humo, evitar la inhalación de productos irritantes presentes en algunos limpiadores, ventilar la estancia al menos dos veces al día, controlar temperatura y humedad del hogar y evitar el contacto con personas con alguna infección de tipo respiratorio son otras de las recomendaciones para los enfermos de insuficiencia respiratoria crónica.
Dentro de las estrategias que recomiendan los expertos para ayudar a hacer frente a la disnea están caminar y subir escalares lentamente, manteniendo una respiración correcta. Desde la Sociedad Española de Neumología y cirugía torácica, SEPAR, animan a realizar ejercicios diarios. La sensación de ahogo hace que los pacientes prefieran estar sentados lo que, a la larga, es perjudicial porque hace que los movimientos se vayan volviendo progresivamente más dificultosos. «Sentir falta de aire con el ejercicio no es peligroso», aseguran. Andar de 10 a 15 minutos como entrenamiento progresivo al esfuerzo, es una buena forma de empezar.
Desde el equipo de salud es muy importante el apoyo psicológico, por la ansiedad que se deriva de la patología, tanto de los propios afectados como de sus cuidadores informales. Los profesionales de la salud deben instruir a los pacientes y cuidadores en el manejo de la enfermedad y las situaciones de descompensación que facilitarán el cuidado en el ámbito familiar, y detectar cuando existen problemas familiares o sociales derivados de la enfermedad para buscar las herramientas adecuadas para su resolución.