El Comité de Vacunas de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene ha actualizado el calendario de vacunación de la población adolescente y adulta. Algunas de las novedades de este documento se encuentran en las indicaciones de la vacuna de la gripe y la triple bacteriana, en las nuevas directrices de la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) y el desarrollo de nuevas vacunas, como la desarrollada para hacer frente al herpes zoster. Los cambios en el calendario y las recomendaciones están basados en criterios científicos y se detallan a continuación.
El Comité de Vacunas de la gripe es una enfermedad causada por un virus de la influenza, que se propaga de manera muy fácil y que, en poco tiempo, puede afectar a un gran número de personas. Se calcula que, cada año, afecta a entre un 10% y un 20% de la población adulta, aunque en instituciones cerradas (como un geriátrico) puede alcanzar el 50%. Las personas con mayor riesgo de sufrir sus complicaciones son los mayores de 65 años, quienes padecen una enfermedad crónica o tienen un estado de inmunodeficiencia, las gestantes y los niños de corta edad. La gripe debilita el estado inmunológico y puede ser un factor desencadenante de neumonía e infecciones graves que pueden tener repercusiones graves en las personas ancianas. Según la SEMPSPH, el 90% de los fallecimientos y la mitad de los ingresos hospitalarios provocados por esta enfermedad corresponden a pacientes mayores de 64 años.
Por este motivo, además de seguir con la inmunización sistemática a todos los mayores de 65 años, otra indicación es disminuir la edad de vacunación de manera paulatina hasta los 50 años, para obtener una mayor cobertura. También se insiste en la necesidad de que el personal sanitario, los cuidadores o el entorno familiar cercano de todas personas de alto riesgo, citados antes, se vacunen contra la gripe para frenar su transmisión.
Vacunas para mujeres
La vacuna del papiloma ya está incluida en el calendario vacunal de todas las chicas españolas entre los 11 y los 14 años, aunque puede administrarse a partir de los nueve años y hasta los 25 años. La pauta es de dos dosis (si entre la primera y la segunda dosis han pasado seis meses, ya no es necesario una tercera) o tres dosis y se termina en seis meses.
En el consenso actualizado se pide tenerla en cuenta también en mujeres hasta los 45 años con vida sexual activa. Los expertos lo recomiendan así en mujeres previamente infectadas por algunos de los genotipos de virus incluidos en la vacuna. Ello les reportaría prevenir la infección por los tipos de virus del papiloma humano que se incluyen o por la protección cruzada que confiere frente a los genotipos que no están incluidos. Hay que recordar que estas vacunas solo aportan prevención, no son un tratamiento en caso de infección establecida ni sobre las lesiones asociadas.
El documento también señala la necesidad de administrar a las gestantes una dosis de vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina (dTpa o triple bacteriana) para que transmitan al recién nacido los anticuerpos que le confieran inmunidad hasta los dos meses, momento en que recibirá su primera vacuna. Así se pretende que en el periodo con mayor riesgo de complicaciones graves, el lactante esté protegido. La administración de la vacuna se aconseja entre la 27ª y la 36ª semana, además de revacunar en cada nuevo embarazo y, de la misma manera, administrarla al conjunto familiar cercano (padres, abuelos, hermanos, cuidadores) de los recién nacidos y a los profesionales sanitarios en contacto con lactantes.
Las nuevas vacunas
Los avances científicos se han traducido en el desarrollo de nuevas vacunas, que están ya disponibles en España. Una de las más novedosas es la vacuna frente al herpes zóster, que se ha mostrado útil en mayores de 50 años para prevenir esta enfermedad y que atenúa los síntomas de quienes, pese a haber sido inmunizados, sufren esta patología. Según la SEMPSPH, la vacuna solo se administrará en personas en riesgo, como ante inmunodepresión, antecedentes familiares de herpes zóster, diabetes mellitus, enfermedades reumáticas y depresión mental, entre otras.
Otro cambio es la introducción de la vacunación sistemática de la vacuna antineumocócica con la administración de dos distintas (13-valente, que cubre 13 serotipos del virus, y después la 23-valente) para los adultos mayores de 64 años, para quienes sufren enfermedades crónicas y para pacientes inmunodeprimidos.
Las vacunas son medicamentos seguros que pasan por controles estrictos durante su desarrollo e, incluso, después de su administración. De hecho, el riesgo de sufrir un efecto secundario grave es mucho menor que el riesgo de sufrir la enfermedad contra la que se inmuniza, si no se vacuna. No obstante, como sucede con cualquier otro medicamento, hay personas que puede sufrir consecuencias que, por norma general, son leves. El Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría señala que, en niños y adultos, los efectos secundarios más comunes son: fiebre durante las primeras 24-48 horas, inflamación, enrojecimiento o dolor en la zona del pinchazo, intranquilidad y malestar leve. Suelen desaparecer a los pocos días y no necesitan tratamiento.
Las complicaciones graves, como el síndrome de Guillain-Barré (aparición brusca de una parálisis flácida, simétrica y ascendente), encefalopatía (convulsiones y alteración grave de la conciencia) o reacción anafiláctica a alguno de los componentes, son muy raras. Pero, ante cualquier dificultad para respirar (congestión nasal, disnea, ronquera o sibilancias-pitos), palpitaciones (pulso acelerado), erupción cutánea que puede acompañarse de picor, diarrea, dolor abdominal aguda, mareo o confusión, hay que acudir a un servicio de salud sin perder tiempo.