Un mes después de su aprobación por la Agencia del Medicamento estadounidense (FDA), la II Conferencia Internacional sobre el Sida -inaugurada ayer domingo en París- ofrece el mejor escaparate científico posible al primer inhibidor de la proteasa que se administra a enfermos de sida en una sola toma diaria, atazanavir. Será precisamente un español, Bonaventura Clotet, el encargado de presentar públicamente mañana, martes, el último estudio sobre la eficacia y seguridad del nuevo antirretroviral, que remedia algunas de las «debilidades» de una familia de fármacos que revolucionó en 1996 el tratamiento de los infectados por el virus del sida.
Pero Clotet, director de la Unidad de VIH del hospital barcelonés Germans Trias i Pujol, ya adelantó algunas pistas sobre las buenas expectativas terapéuticas de atazanavir en un simposio celebrado la víspera del comienzo de la Conferencia parisina. En concreto, el experto español se refirió a pacientes ya tratados, en los que el medicamento ha demostrado su eficacia y seguridad duraderas al cabo de más de dos años, y destacó el caso de las personas con al menos dos fracasos de regímenes farmacológicos, a quienes el nuevo antirretroviral ofrece no sólo una continuidad terapéutica, sino varias ventajas añadidas.
La estadounidense Kathleen Squires, de la Universidad de Carolina del Sur (EE.UU.), pasó revista a los datos disponibles sobre el comportamiento de atazanavir como tratamiento inicial, para concluir que su eficacia es comparable a las terapias habituales, pero con más beneficios. Frente a una sola pega -clínicamente benigna- con la bilirrubina en el capítulo de efectos secundarios, el nuevo antirretroviral aporta resultados favorables en apartados de riesgo tan importantes como los niveles lipídicos: al revés que con otros inhibidores de la proteasa, los pacientes no registran aumentos del colesterol, los triglicéridos o la glucosa, lo que reduce considerablemente el peligro de enfermedades cardiovasculares.
También bajaron los casos de diarrea, un problema que el experto italiano en enfermedades infecciosas Giovanni di Perri cifró en un 38%, que son los casos que los propios seropositivos declaran haber sufrido en el último mes.
Calvin Cohen, de la Escuela Médica de Harvard, en Boston, destacó además el buen perfil del fármaco en uno de los grandes talones de Aquiles de los antirretrovirales, las resistencias. Con atazanavir, dijo, ese problema es «infrecuente en pacientes no tratados» anteriormente, y tampoco se vislumbran resistencias cruzadas con otros inhibidores de la proteasa, «incluso tras un eventual descenso de sensibilidad» del fármaco. Esto se explica porque tal posible fallo guarda relación con una única mutación del virus (en el aminoácido identificado como I50L), que hace perder eficacia al medicamento en su combate con el VIH, pero que, en cambio, conlleva otra consecuencia paradójica: aumenta la sensibilidad viral a otros inhibidores de la proteasa. Dicho de otro modo, el paciente podrá ser tratado con otros fármacos de ese mismo grupo, con lo que su futuro terapéutico estará garantizado.
Clotet completó ayer su análisis subrayando la ventaja de ese perfil de resistencia del fármaco, que en la práctica implica una «baja capacidad replicativa» del VIH y, por tanto, supone «un hándicap importante para el virus». Visto desde el lado del paciente, añadió, «cuando el tratamiento con atazanavir fracasa, el rescate es más fácil».