La ortodoncia, tal y como reconoce la Sociedad Española de Ortodoncia (SEDO), va mucho más allá de mover dientes. Esta especialidad estudia, previene y corrige las alteraciones del desarrollo, las formas de las arcadas dentarias y la posición de los maxilares. El objetivo es restablecer el equilibrio morfológico y funcional de la boca y la cara y prever, por ejemplo, trastornos en la masticación. Hasta hace unos años la ortodoncia era cosa de niños, pero cada vez es más habitual ver adultos con brákets. El artículo explica cómo es la ortodoncia para adultos y cómo debe ser el cepillado con aparatos en los dientes.
La ortodoncia ha estado siempre asociada a la infancia y la adolescencia por el proceso de crecimiento, pero conseguir unos dientes bien alineados ya no tiene edad. Desde hace unos años, las malformaciones en la dentadura se corrigen ya en cualquier persona. Según un estudio realizado por la Clínica Curull, «se estima que, en la actualidad, más del 35% de las personas que se someten a tratamientos de ortodoncia tienen 20 años o más» y que la mayoría de ellas reconoce que lo hace por razones estéticas. Este es precisamente el principal motivo por el que la mayoría de las personas adultas recurre a la ortodoncia (en un 67% de los casos). También muchos lo hacen porque en su adolescencia no se sometieron a ella aún necesitándolo o, si lo hicieron, no se realizó de manera correcta (y porque los sistemas que se aplicaban entonces no son tan eficaces como los de ahora).
Según informa la Clínica Curull, en muchos casos se da por finalizado el tratamiento de ortodoncia cuando son necesarios «protocolos de retención» para evitar tener que volver a someterse a otro tratamiento. Son aparatos fijos que se colocan en la boca para que las piezas dentales no regresen a su posición inicial, ya que estas tienen una tendencia natural a moverse.
Ortodoncia para todos
La generación y desarrollo de distintos tipos de ortodoncia cada vez más sofisticados ha permitido, en los últimos años, aplicarlos también a adultos. Lejos queda ya la creencia de que la ortodoncia es solo para niños o adolescentes. Esta especialidad ya no tiene límite de edad, aunque los expertos reconocen que la más apropiada se sitúa entre los 12 y los 15 años, cuando la dentición ya es completa, o antes, si se detectan problemas dentales. Cuanto antes se actúe, más efectivos serán los tratamientos y menos irreversibles los daños que puedan provocar en un futuro.
El tratamiento en adultos puede ser más complejo y, en algunos casos, se necesita la colaboración de distintos especialistas¿Qué hace que surjan problemas dentales? Entre los principales factores que influyen en el desarrollo de la boca están la alimentación, los hábitos y la herencia genética. Las técnicas de ortodoncia, además de corregir problemas estéticos en los adultos, pueden solventar problemas de salud dental como patologías de mandíbula rota.
Pero debe tenerse en cuenta que este tratamiento en adultos puede ser más complejo que en niños y, en algunos casos, incluso puede necesitar la colaboración no solo del ortodoncista, sino del periodoncista (especializado en prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades periodontales como las de las encías), del dentista y del cirujano máxilofacial.
Las técnicas que se utilizan para el tratamiento correctivo, dirigido sobre todo a corregir una maloclusión consolidada, son, según la Sociedad Española de Ortodoncia, de tres tipos distintos:
- Aparatos funcionales. Están indicados durante la dentición mixta o temporal. Los aparatos modifican el funcionalismo del sistema sobre el que actúa, cambian la dirección e intensidad de las fuerzas musculares y las transforman produciendo desplazamientos dentarios o maxilares correctivos.
- Aparatos removibles. Son aparatos de «quita y pon», usados durante el crecimiento del niño con el fin de corregir anomalías funcionales, esqueléticas o hábitos en desarrollo. Estos aparatos son distintos de acuerdo a la anomalía que sufra el menor. Conocidos como placas, se emplean sobre todo para la expansión de los maxilares, para corregir apiñamientos leves de dientes y para movimientos dentarios específicos.
- Aparatos fijos. Es el clásico sistema de ortodoncia con brákets cementados en cada diente y unidos entre ellos por un arco metálico. En cada revisión, el especialista activa estos brákets para que los dientes se vayan moviendo y alineando poco a poco, consiguiendo la estética y la funcionalidad adecuadas. A diferencia de los otros dos aparatos, estos pueden desplazar de manera individual todas las piezas dentarias en cualquier dirección. Con ellos se usan elásticos o gomas intermaxilares, que permiten la presión necesaria para mover dientes y maxilares.
Tipos de ortodoncia
Los tratamientos duran entre un año y medio y tres años. La SEDO matiza que la recomendación de iniciar los tratamientos correctivos hacia los 12 años «no significa que no puedan empezarse en la adolescencia o en la edad adulta», aunque en estos casos los tratamientos tendrán objetivos y resultados distintos. Sí recuerda la importancia de, una vez acabado el tratamiento con aparatos, continuar con los retenedores, diseñados para mantener los dientes hasta que el hueso y las encías se adapten al cambio; por tanto, son temporales.
La ortodoncia también puede ser visible (la clásica) o invisible:
- Brákets de cerámica. Pueden ser translúcidos o transparentes y se pegan en la superficie exterior de los dientes. No contienen metal visible y no interfieren en el habla.
- Invisaling. Es un método casi invisible que alinea los dientes mediante un sistema de alineadores o fundas de plástico transparente. Son removibles (se quitan y se ponen) y están hechos a medida para el paciente. Con este tipo de ortodoncia no es necesario llevar brákets.
- Ortodoncia lingual. Los aparatos son similares a los brákets clásicos, pero con la diferencia de que van enganchados en la parte interna de los dientes, de manera que están ocultos.
Los aparatos en los dientes pueden facilitar que los restos de alimentos queden atrapados y se forme placa bacteriana, una sustancia blanca y pegajosa que se acumula sobre los dientes cuando se come. Los problemas de no hacer bien esta tarea son mal aliento, marcas en los dientes, hinchazón de las encías y caries.
Es muy importante, por tanto, mantener bien limpios tanto aparatos como la boca, tal como recuerda la SEDO, que indica que “cepillarse los dientes bien después de cada comida es la única manera de prevenir la placa y caries dental“. Los expertos recomiendan:
- Cepillarse los dientes después de cada comida, al menos tres veces al día.
- Eliminar con el cepillo y la pasta todos los restos de alimentos que hayan podido quedar atrapados entre los aparatos y los dientes.
- El cepillado debe ser completo: delante, detrás, encima y debajo de los alambres.
- Enjuagarse bien.