Investigadores de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y el Harvard Stem Cell Institute (HSCI) de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), más 50 colaboradores de más de 30 organizaciones científicas de todo el mundo, han acordado una norma común que haga posible la descripción coherente de las enormes bases de datos recopiladas en campos que van desde la genética a los estudios ambientales. El informe se ha publicado en la revista «Nature Genetics».
El nuevo estándar proporciona una herramienta para que los científicos de campos dispares puedan coordinar sus resultados, lo que les permite combinar datos procedentes de las «montañas de datos» producidas por la tecnología moderna. «Ahora trabajamos juntos con el fin de proporcionar los medios para gestionar estas enormes cantidades de datos -de otro modo incompatibles- que van desde la biomedicina a la ciencia del medio ambiente», explica la doctora Susanna-Assunta Sansone, directora del equipo de la Universidad de Oxford.
«Un ejemplo de cómo funciona esta norma en el Harvard Stem Cell Institute es que ahora podemos encontrar una relación entre los experimentos con células madre normales de la sangre en los peces y los cánceres en los niños», afirma Winston Hide, director del nuevo Centro Bioinformático de Células Madre, del HSCI, y profesor asociado del Departamento de Bioinformática en la Escuela de Salud Pública de Harvard. Los datos de esta nueva norma también se utilizan en la Escuela de Salud Pública de Harvard, a través del proyecto HMS LINCS (Library of Integrated Network-based Cellular Signatures), dirigido por los profesores Peter Sorger y Timothy Mitchison.
Los autores de este estándar señalan que era necesario establecer normas comunes de información, debido al «tsunami» de datos y tecnologías que baña a las ciencias. «Lo que me parece más potente de este esfuerzo es que ahora los pequeños grupos de investigación pueden comenzar a almacenar datos de laboratorio mediante este marco y cumplir con las normas de la comunidad, sin la necesidad de un apoyo bioinformático propio», afirma el doctor Jules Griffin, de la Universidad de Cambridge. «Lo que nos gusta es su carácter unificador a través de diferentes campos de las biociencias y las instituciones», añade el doctor Christoph Steinbeck, del Instituto Europeo de Bioinformática.