Más de la mitad de los nacimientos producidos en los grandes núcleos de población urbana de España responden a mujeres inmigrantes. Lo único preocupante, en términos de salud pública, es que una buena parte se debe a embarazos no deseados y de población adolescente. Un estudio llevado a cabo por la Agencia de Salud Pública de Barcelona, destinado a investigar y promover los hábitos contraceptivos en la población inmigrante, hace un retrato de la situación actual.
Imagen: king of hiking
Elia Díez ha tomado parte en un estudio llevado a cabo por la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) en colaboración con el Ministerio de Sanidad y Consumo. El estudio en cuestión, explica la experta, analiza los cambios de patrones reproductivos operados en relación con la población inmigrante, y delata un importante aumento de interrupciones voluntarias del embarazo que afecta sobre todo a las adolescentes.
«Si en Marruecos 28 de cada mil nacimientos corresponden a mujeres con edades comprendidas entre los 15 y los 19 años, en Ecuador hay 66 nacimientos y en los países del África subsahariana se ronda los 143 nacimientos por mil. Esto contrasta con los tan sólo 6 nacimientos por mil, a cargo de madres adolescentes, que se producen en España», explica Díez.
La especialista reconoce que los problemas de salud derivados de un alumbramiento adolescente sólo se han descrito en menores de 17 años y que no habría por qué temer complicaciones en los embarazos de adolescentes de 18 o 19. «Sin embargo, lo que preocupa a la Administración son las complicaciones sociales derivadas de dicha situación; hablamos de mujeres en plena etapa educativa que se verán obligadas a relegar las responsabilidades de la carrera, a retrasar su entrada en el mercado laboral o a entablar precipitadamente una vida familiar», señala Díez.
Percepciones de mujer
Estudiar las percepciones de mujeres de distintas comunidades inmigrantes con respecto a la maternidad, los embarazos adolescentes, contracepción y aborto fue lo que el equipo de Díez llevó a cabo en su estudio de intervención. «Necesitábamos conocer por qué esas mujeres venidas de fuera tienen problemas a la hora de plantear su planificación familiar, teniendo en cuenta que aquí en España cuentan con una cobertura ginecológica universal y una buena red de centros donde consultar y hallar asesoramiento», explica.
En cualquier caso, las estadísticas españolas informan que en los últimos años han aumentado el número tanto de nacimientos como de interrupciones del embarazo. A modo de consulta, el estudio recabó información de 16 mujeres originales de Marruecos, 11 de Rumania, 8 de Filipinas, 14 de Pakistán, 8 de Senegal y 45 de Latinoamérica.
En algunas culturas, la contracepción sólo puede justificarse dentro del matrimonio y el aborto está mal vistoTodas consideraban la maternidad muy importante, aunque vinculada al matrimonio. Frases como «una familia sin niños no es una familia» o «el placer de ser madre es propio de toda mujer» lideran la opinión de las mujeres consultadas.
A modo de paradoja, se hizo en la encuesta una valoración muy negativa del embarazo adolescente (cuando las estadísticas de nuestro país confirman que las adolescentes que más se quedan embarazadas son inmigrantes), y la incongruencia es mayor si se tiene en cuenta que en los países de origen la edad de concepción del primer hijo va en aumento. «En Marruecos, por ejemplo, la media de edad para el primer embarazo ha pasado de los 16 a los 21», indica Díez. Frases como «no puedes cuidar bien a los hijos si eres demasiado joven» se hicieron constar en la consulta.
Apreciaciones culturales
Justificando la necesidad de estrategias de planificación familiar, las mujeres inmigrantes consultadas razonaron que haya más fecundidad en las zonas más pobres y en los ambientes rurales. «En el campo los hijos resultan mucho más baratos que en la ciudad, donde deben afrontarse gastos de escuela y ropa, entre otros».
Algunas mujeres supeditan la oferta laboral a los deseos de procreación: «el trabajo es lo primero, y los hijos después». Hubo un cierto consenso en que más de tres hijos dificultan las opciones de buscar trabajo. La impronta cultural lleva a la mayoría a considerar prohibidas las relaciones prematrimoniales, amparándose en ideas religiosas. La contracepción sólo puede justificarse dentro del matrimonio y el aborto se ve mal.
En las culturas de influencia musulmana es el hombre quien detenta todas las decisiones, incluida la de tener hijos. Maridos, hermanos o padres fueron, a raíz de esta encuesta, los principales destinatarios de trípticos sobre planificación familiar elaborados por la ASPB. Las mujeres inmigrantes reconocen que en España la mujer tiene mucha más independencia, «aunque no tanto como en otros países europeos».
Un caso aparte, señala Díez, son las mujeres rumanas de etnia no gitana, con un nivel educativo sensiblemente superior a las demás mujeres inmigrantes, curiosamente más proclives a abortar que a planificar su vida reproductiva o sexual. Respecto a la maternidad afirman que «cuando acabe los estudios y consiga un buen trabajo empezaré a preocuparme por lo de tener hijos». También subrayan que la gente viene aquí a trabajar y no a formar una familia.
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El SIRIAN (Salud y Reproducción en mujeres Inmigradas y Autóctonas No usuarias de los servicios de salud reproductiva) es un programa piloto que la Agencia de Salud Pública de Barcelona ha puesto en marcha para tratar de paliar los problemas de mujeres, tanto inmigrantes como autóctonas, a la hora de planificar su vida reproductiva. Obviamente, va dirigido a mujeres que habitualmente no utilizan los servicios de la red pública asistencial y, en consecuencia, padecen una importante desinformación.
El objetivo no es otro que el de conseguir que estas mujeres visiten los ambulatorios para consultar sobre planificación familiar. En un principio, el programa se ha implantado en los barrios barceloneses de Poble Sec y Sant Antoni, interviniendo directamente sobre un total de 400 mujeres. Por más que desde la ginecología se insista en que los embarazos deben programarse y que se desaconsejan en mujeres de menos de 20 años, las estadísticas informan que en Barcelona se producen cada año cerca de 800 embarazos de este tipo y que la mayoría termina en interrupción.
Ambulatorios, asociaciones de vecinos, sindicatos, escuelas, locutorios y comercios han sido equipados con trípticos en distintos idiomas y con iconos fácilmente reconocibles (abundan las mujeres analfabetas), instando a que las mujeres inmigrantes se dirijan a centros de salud pública. Una vez formulada la petición de consulta, enfermeras especializadas acuden al domicilio de la solicitante y proporcionan consejos e información sobre métodos anticonceptivos.