Con el invierno llegan los encuentros navideños familiares, las comidas de empresa, los regalos bajo el árbol y también las bajas temperaturas. Estas últimas son las responsables de que la prevalencia de las enfermedades cardiovasculares aumente hasta un 20% en estas fechas. Científicos y cardiólogos han estudiado esta relación entre frío y enfermedad coronaria, y ya tienen algunas respuestas. En el presente artículo se explican cuáles son las razones por las que se debe vigilar aún más la salud cardiovascular cuando empiezan a descender los termómetros.
Hace ya décadas que la comunidad científica constató que la incidencia de las enfermedades cardiovasculares variaba según la estación del año. Comprobaron que se elevaba durante los meses de más frío, y un estudio publicado en el North American Journal of Medical Sciences el año pasado dio con algunas claves. Según se detallaba en esa investigación, las bajas temperaturas aumentan la secreción de la catecolamina, una hormona responsable del incremento de la frecuencia cardiaca. Y a su vez, eso provoca una subida de la presión arterial, el colesterol y el fibrinógeno en sangre, la proteína responsable de la formación de coágulos.
De ahí que el riesgo cardiovascular aumente en estas fechas, en especial para quienes ya padecen alguna dificultad cardiovascular. «El incremento de la presión arterial y el colesterol, junto con una vasoconstricción de las arterias coronarias y de los vasos del cerebro provocada por el frío, puede desencadenar un infarto o ictus, dependiendo de la zona obstruida», asegura el doctor Alejandro Berenguel Senén, miembro de la Fundación Española del Corazón (FEC) y vocal de la Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
Sin embargo, esa investigación no es la única evidencia de que el frío haga más vulnerables a quienes sufren alguna enfermedad cardiovascular si no lo combaten de la forma adecuada. Otro estudio, realizado por científicos del London School of Hygiene & Tropical Medicine (LSHTM) y publicado en la revista especializada British Medical Journal, concluyó que la reducción de un grado centígrado en la temperatura media diaria estaba asociada a un incremento acumulado del 2% en el riesgo de ataque al corazón. ¿La razón? Según los cardiológocos, uno de los argumentos que podrían explicar esa relación es que la primera causa de la descompensación de una patología cardiaca es una infección respiratoria, y las infecciones respiratorias son más frecuentes cuando se registran bajas temperaturas.
Otras causas
Otra circunstancia que influye en el aumento de la prevalencia de enfermedades cardiovasculares en invierno es que en esta estación es cuando se dan más casos de gripe, una enfermedad infecciosa que se considera factor de riesgo cardiovascular. El mecanismo por el que el virus de la gripe puede producir o agravar enfermedades cardiovasculares es muy variado, pero incluye desde que provoque una infección que vaya directamente al corazón produciendo una inflamación del mismo (miocarditis), lo que solo ocurre en raras ocasiones, hasta que desencadene episodios de infarto de miocardio por inflamación y ruptura de las placas de ateroma de las arterias coronarias, entre otras cosas porque las bajas temperaturas favorecen el mecanismo de estrechamiento de las arterias.
Pero además, el frío disminuye las defensas del organismo y reduce la capacidad de respuesta ante cualquier complicación, por lo que los pacientes cardiovasculares pueden verse afectados por él. Un estudio publicado en la revista BMC Cardiovascular Disorders concluyó que los enfermos hospitalizados por alguna dificultad cardiovascular que, además presentan una complicación respiratoria como neumonía, empeoran su pronóstico, incrementando un 20% el riesgo de fallecimiento por causa cardiovascular. Según afrima el doctor Berenguel, «en general, las infecciones respiratorias altas se asocian a un mayor riesgo de mortalidad cardiaca y accidentes cardiovasculares. Un ejemplo de ello es la insuficiencia cardiaca que, precedida por un episodio de gripe, puede aumentar casi un 1,8 veces el riesgo de muerte cardiovascular en comparación con las ocasionadas en ausencia de cualquier infección respiratoria».
Cambio de hábitos durante el invierno
A todo lo anterior se suma que durante el invierno es habitual relajar las buenas costumbres. Agravan la situación: el consumo de alimentos con más grasa y sal -la larga lista de comidas familiares o de empresa es un clásico de estas fechas, y la mayoría de ellas no suele incluir menús cardiosaludables-; los excesos relacionados con el tabaco o el alcohol, que también se asocian a la celebración de la Navidad; y el hecho de que, con la llegada del frío y el mal tiempo, con frecuencia se reduce la rutina deportiva. «Los excesos no son buenos para la salud en general pero, sobre todo, para aquellas personas que ya padecen una enfermedad cardiovascular», explica el profesor José María Cruz Fernández, cardiólogo y miembro de la FEC. «Lo realmente peligroso para una persona que sufre hipertensión arterial, insuficiencia cardiaca, cardiopatía isquémica o angina de pecho es la mayor ingesta de alcohol, sal, calorías en general y, en los fumadores, también el consumo de tabaco. Estos pacientes deben mantener una especial vigilancia para evitar descontroles que puedan derivar en episodios más graves», asegura.
¿Qué hacer para que el frío no nos afecte y cuidar de esa forma nuestra salud cardiovascular? La respuesta obvia es abrigarse y, efectivamente, es eficaz. Pero además es posible añadir otras garantías de salud. Según la doctora Almudena Castro, presidenta de la sección de Cardiología Preventiva y Rehabilitación de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y cardióloga del Hospital Universitario La Paz (Madrid), quienes padezcan algún tipo de cardiopatía deben tomar todas las precauciones posibles durante esta época del año, que son “vacunarse de la gripe en otoño y del neumococo cuando tienen indicación, tomar la medicación del modo correcto y no hacer excesos en la dieta ni fumar durante las fiestas navideñas”.