Los tatuajes están de moda. Sin embargo, como son una herida en la piel, conviene tener en cuenta algunos aspectos antes de hacerse uno, como el lugar escogido, el color, el tipo de tinta y qué profesional lo realizará, entre otros. Y, de igual manera, también es recomedable tener en consideración ciertas cuestiones, si se decide eliminarlos. En este artículo se aportan una serie de pautas tanto para conseguir un buen resultado como para evitar posibles riesgos. Además, se arroja un poco de luz sobre la idea equivocada de que a las personas con tatuajes en la zona lumbar baja no se les puede practicar bajo ningún concepto anestesia epidural.
Antes de hacerse un tatuaje: pautas
Los tatuajes, igual que sucede con los piercings, forman parte de reflejos culturales o religiosos, además de que son una moda. Sin embargo, aparte de los gustos personales, los tatuajes no están exentos de riesgos. Los más importantes, si no se tienen en cuenta las normas de prevención universal de higiene y manipulación, son las infecciones generalizadas provocadas por el VIH, el virus de la hepatitis A y B o el tétanos, entre otros. A nivel local, también pueden aparecer reacciones inflamatorias, alérgicas, de hipersensibilidad a algún pigmento o desarrollarse cicatrices hipertróficas y queloides, entre otros.
Por todo ello, se hace necesario no olvidarse de algunas consideraciones antes de pasar por las manos de un tatuador. En esta línea, para conseguir un buen resultado y evitar posibles riesgos, desde la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) se recomienda:
- El profesional. Cerciorarse de que la persona que lo realizará es un profesional con los conocimientos sanitarios pertinentes.
- El color. Por si se quiere prescindir de ellos en un futuro, hay que saber que los colores azules, grises y negros son más fáciles de eliminar. Por el contrario, los amarillos y verdes son los más complicados. El pigmento rojo y naranja son los que por lo general provocan más reacciones alérgicas o de rechazo.
- La tinta. Resulta fundamental asegurarse de que se utilice tinta homologada para evitar problemas de toxicidad, alergias o de contaminación.
- La localización del tatuaje. Es importante evitar tatuar sobre lunares, ya que no permitiría valorar de manera eficiente si se producen cambios en su morfología (asimetría, bordes, color, diámetro y evolución) que pudieran poner en alerta.
Y, después, ¿se puede eliminar un tatuaje por completo?
La técnica del láser ultrapulsado es efectiva siempre que sea utilizada bajo control médico
La respuesta es sí. Si llega el día en que uno quiere borrar el tatuaje, es posible hacerlo. Se utiliza la técnica del láser ultrapulsado, que suele ser efectiva siempre que sea empleada bajo control médico. «El problema surge cuando el láser no es adecuado o el control médico es inexistente y, en consecuencia, surgen riesgos de quemaduras y cicatrices», reconoce la Dra. María José Alonso, miembro de la AEDV.
Esta experta advierte de que la posibilidad de eliminarlos con éxito no depende solo del color, sino también de la zona donde se encuentre: las superficies más fáciles son las que no presentan huecos ni curvas, en las que la piel es más gruesa, como la espalda, muslos o brazos. Pero hay otro condicionante: los tatuajes realizados por profesionales son más complicados de eliminar.
Alonso señala que, junto al color y la cantidad del pigmento, también el tiempo de antigüedad del tatuaje son características que influyen en su eliminación y, por ello, harán variar el número de sesiones, que son, como norma general, de 8 a 10. Como la cantidad de sesiones decidirá, en parte, el precio final del tratamiento, se recomienda una evaluación previa antes de empezar.
Después del tratamiento, esta especialista aconseja cuidar la piel para evitar infecciones, estar alerta de posibles reacciones alérgicas y protegerse de los rayos solares con fotoprotectores adaptados al tipo de piel.
Hace unos años, algunos anestesistas tenían reticencias en realizar la punción en una zona tatuada en las parturientas bajo la hipótesis de que cabía la posibilidad de introducir el pigmento en el espacio peridural, lo que podría provocar complicaciones, a corto (aracnoiditis química o una neuropatía inflamatoria) o, incluso, a largo plazo (tumores epidermoides).
Sin embargo, según informa Ana Mainer Ribera, especialista en Anestesiología y Reanimación del Hospital El Pilar, en Barcelona, pese a que se considera una contraindicación relativa, “en la mayoría de las ocasiones se puede encontrar un espacio libre de pigmento por donde pinchar sin correr riesgos”. De hecho, “las técnicas de anestesia raquídeas, tanto peridurales como intradurales, se practican en diferentes localizaciones de la columna dependiendo de la cirugía prevista y el tipo de paciente. En determinados casos, el anestesista intentará modificar el punto de punción para evitar el tatuaje”, añade la experta.
La localización más habitual de estos tatuajes se sitúa en la zona sacra y, como sucede en la epidural para un parto, se punciona entre la segunda y tercera vértebra lumbar (L2 y L3), unos 15 centímetros por encima del hueso sacro.
En esta línea, el documento ‘Revisión bibliográfica de las complicaciones por anestesia epidural en parturientas con tatuajes lumbares’ (2011) arroja un poco más de luz a este asunto, pues concluye que no hay ningún estudio que refiera el desarrollo de complicaciones, ni siquiera cuando la punción ha atravesado el tatuaje. Por todo ello, el alarmismo es innecesario.
Ante un procedimiento quirúrgico o la proximidad de un parto, si surgen dudas al respecto, lo más idóneo para resolverlas es acudir al profesional de salud de referencia, que será el que brindará la información adecuada sobre riesgos y beneficios. Si se opta por realizar una búsqueda por la Red, es fundamental no olvidar que existen páginas web sin rigor científico ni ningún tipo de control y que lo recomendable es escoger fuentes que aporten garantía (organismos oficiales, universidades y asociaciones sanitarias, entre otras).